Pasen a verlo señoras y señores, el espectáculo ha comenzado y promete capítulos nunca antes vistos. Por primera vez en mucho tiempo dos poderosos capitalistas se enfrentan en un combate de resultado incierto. Elon Musk, el hombre más rico del mundo, versus Donald Trump, el político multimillonario más poderoso del planeta.
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Hasta ayer nomás parecían grandes amigos y defendían las mismas causas, Pero claro, todo está bien mientras las bombas caen sobre los otros y mientras yo veo la guerra por el retrovisor de mi Tesla (¿tendrán retrovisor los Tesla?) Pero cuando las esquirlas me salpican ya todo, es distinto.
Musk no puede negar que su enojo empezó porque su compañía automotriz se verá perjudicada por la iniciativa republicana de eliminar los créditos fiscales para vehículos eléctricos. Pero ayer nomás disfrutaba jugando con la motosierra de Milei para mostrar la "eficiencia" de su departamento de recortes, florpondiosamente llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental, que eliminaba agencias del gobierno, cerraba programas públicos y acababa con miles de empleos gubernamentales. Nada que afecte su fortuna, por su puesto.
Pero claro, los delirios de grandeza no admiten traiciones y Musk se sintió profundamente herido después de que sus pilas de millones ayudaran a llevar a la Casa Blanca al temido presidente que ha llenado de miedo al país más poderoso del mundo.
La venganza será terrible, prometió. Y de inmediato comenzó a lanzar bombas de largo alcance contra su examigo. Los insultos y amenazas van y vienen mientras la teleaudiencia asiste azorada a una especie de Gran Hermano Global donde dos de los favoritos se pelean a los gritos, como gatos en el tejado.
"Es hora de soltar la bomba realmente grande: Trump está en la lista Epstein", publicó Elon Musk en X y tiró un falta embido categórico dispuesto a mostrar que la guerra no tiene límites.
Epstein, un financiero estadounidense acusado de abusar sexualmente de docenas de chicas menores de edad a principios de la década de 2000, acabó cumpliendo solo 13 meses de prisión por un acuerdo de culpabilidad que le duró poco, porque después volvió a ser detenido por otos cargos federales y acabó ahorcándose en una celda de la cárcel, mientras esperaba el juicio. Bien raro todo.
Pero volvamos a la guerra de gigantes. Musk y dejó la mecha de la bomba encendida esperando su explosión, y advirtió: “La verdad saldrá a la luz. Además, a Trump le quedan tres años y medio como presidente, pero yo en cambio, estaré aquí más de 40 años".
No dio ninguna prueba de su grave acusación formulada, porque seguramente sintió que ni falta le hacía para ensuciar el nombre de Trump, que otras épocas, compartía los mismos círculos sociales que Epstein en Nueva York y Florida.
El espectáculo recién va por el segundo acto, pero deben aceptar que está más interesante que muchas series de Netflix que llevan varias temporadas. Mientras tanto, el mundo sigue girando y los verdaderos problemas están allí, igual que ayer, lo mismo que mañana.