Cámpora fue un integrante histórico de la dirección del Movimiento de Liberación Nacional- Tupamaros.
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Participó dela famosa fuga de la cárcel de Punta Carretas en 1971 y fue recapturado el 14 de abril de 1972 junto a Eleuterio Fernández Huidobro, donde fue asesinado el matrimonio Martirena, cuyos audios del operativo policial difundidos por la prensa hace poco, confirmaron la sospecha de Cámpora de que las fuerzas policiales tenían orden de no dejar a nadie vivo.
En 1985 Ernesto González Bermejo escribió una novela basada en militancia y en su periodo en cautiverio, titulada «Las manos en el fuego».
Varios mensajes escritos y de audio recorrieron las redes ayer, recordando anécdotas de militancia y horas compartidas en su oficio de escritor y recopilador.
«Con las manos en el fuego, se marchó Chichí Cámpora ; Anoche, y por su propia voluntad, se fue Chichí Cámpora.»
«Minutos antes, había mandado un mensaje de voz que resultó ser una despedida.
“En este atardecer precioso de otoño que estamos tratando de terminar…” mandaba un abrazo fuerte a un grupo de viejos compañeros del MLN, a los que consideraba “la excelencia tupamara”.
Lo grabó a las 19.34, seguramente admirando la enorme luna llena que todos vimos brillando a pleno en el crepúsculo.
Su voz sonaba alegre, serena y optimista, como siempre.
En realidad era una despedida y no nos dimos cuenta.
Dejó todo organizado, de acuerdo a lo que fue su característica más saliente, llevar método a todo lo que hacía, tal vez de acuerdo a su naturaleza de contador, la que no desmintió en ninguno de sus actos y, menos aún, en el último.
David Cámpora pasó por la cárcel de Punta Carretas, participó en la fuga de 1971, fue recapturado en un berretín en la calle Amazonas, luego que asesinaran al matrimonio Martirena y luego de las padecer el rigor del Batallón Florida, tuvo como destino el penal de Libertad.
Salió hacia Alemania y allí escribió el libro “Las manos en el fuego”, que sería la primera denuncia pública pormenorizada de las torturas masivas en los cuarteles, de las condiciones de vida en el penal y consecuente con su atención a lo personal, a lo humano, mencionó a casi todos sus compañeros de cautiverio, dando vida a sus características y su peripecia personal, como parte de una resistencia colectiva que estaban protagonizando.
Fue, además y sobre todo, un riguroso organizador de la historia tupamara, articulando lo que denominamos el “archivo Cámpora”, donado a la Udelar.
En los últimos años se transformó en un porfiado aglutinador de compañeros, a los que reunía a menudo en su casa, no sólo para intercambiar recuerdos, sino para debatir sobre el pasado, el presente y el futuro con el fervor de una juventud que había quedado atrás.
Era un provocador del intercambio de ideas y un incitador permanente a la alegría de vivir y estar juntos.
Sólo él sabrá porqué anoche firmó la despedida y qué proceso interno lo llevó a dejarnos ese críptico adiós que no alcanzamos a inteligir.
Chau Chichí querido. Algo en nosotros falló para que eligieras ese destino.
Te fuiste con la luna llena, pero tu vida estuvo marcada por una estrella.»