Textos Alfredo Percovich
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Producción Viviana Rumbo
Cristina habló de feminismo, machismo, de la monarquía, de reyes y princesas; también de Bolsonaro, al que considera “un fascista”, más allá de que sea “un payaso”, “misógino”, que representa “la peor visión de un desalmado” que gobierna contra las grandes mayorías “sin inmutarse”.
Cristina Faciaben es la titular de la Secretaría Confederal de Internacional y Cooperación de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras (CCOO) de España. Es licenciada en Ciencias del Trabajo y Diplomada en Relaciones Laborales. Tuvo una infancia feliz en su Barcelona amada y por más que adora viajar, de hecho ha recorrido el mundo y parte de su trabajo implica tener una valija casi pronta siempre, de todos modos siente que su lugar en el mundo es algún rinconcito en el Mediterráneo catalán. Por ahí donde vive. Si hay algo que no soporta, es quedarse con la duda de nada. Tal vez por ello y por su espíritu aventurero, en sus viajes aprovecha a hurgar, descubrir y conocer las distintas realidades sociales y laborales de cada sitio al que llega. Es feminista, sindicalista, trabajadora, estudiosa, ama a su perra Bita, a su pareja y a sus hermanos. No concibe su vida sin hacer deporte y, por lo pronto, juega o ha practicado básquet, pádel, natación, remo, surf, corre por la montaña y por la ciudad y va al gimnasio todos los días de su vida. Le desvelan las injusticias, la opresión, el racismo, el machismo y la forma despiadada en que la ultraderecha española, “rancia, inculta”, pretende estigmatizar a los migrantes que llegan a Europa en busca de trabajo, una casa y educación para sus hijos o porque en ocasiones escapan de la violencia política.
¿Cuál es tu visión sobre la monarquía y lo que representan esos reyes y reinas, princesas y príncipes, pero no en términos de gobierno, sino en el plano simbólico en el siglo XXI?
Soy una republicana convencida y lo he sido desde que tengo uso de razón. Para mí la existencia de la monarquía no tiene ningún tipo de justificación, incluso en el siglo XXI creo que es una auténtica vergüenza y una aberración democrática y de un Estado que se pretende igualitario. Simbólicamente creo que la monarquía representa el autoritarismo, los privilegios, el nepotismo, el abuso. Si además a todo este conglomerado de cosas, totalmente medievales, feudalistas, que no tienen cabida de ninguna de las maneras en las sociedades actuales y además se le suma lo que se está descubriendo en España, que el rey -que ahora es emérito, pero sigue siendo rey- Juan Carlos I estuvo delinquiendo durante muchísimos años, ganando dinero de forma totalmente ilegítima e ilegal gracias a su condición de monarca, es tremendo. Unos delitos conocidos por los sucesivos gobiernos de España, pero que han sido tapados, disimulados, incluso hay gente que pretende justificar o quitarles la gravedad que tienen.
Parecería que los reyes y las reinas tienen licencia para hacer lo que les place; esa excusa de que son estabilizadores en momentos complicados, ese mito de que Juan Carlos I evitó las consecuencias más negativas del golpe de Estado de 1981, toda esa fábula, esa mitología, alrededor de la monarquía, esos guardianes de la tradición, pues eso es mentira y está absolutamente probado. Por tanto, en mi caso y creo que es una opinión compartida por millones de personas, actualmente la monarquía es algo abominable y algo que debería abolirse de forma inmediata y todos aquellos monarcas o familiares de monarcas que se han aprovechado o que han hecho un uso abusivo, que han delinquido, que han robado, deben estar en la cárcel porque la justicia debe ser igual para todos y para todas, incluidos los reyes y las reinas.
¿Cómo está el escenario político en España, la economía y la discusión presupuestal?
El panorama político en España es muy complicado. El gobierno de coalición se está enfrentando a una situación inaudita en todo el mundo como es esta pandemia, con todas las dificultades que ello implica, con una crisis sanitaria sin precedentes, el impacto social y económico que está generando descontento de una parte importante de la sociedad. Por otra parte, el gobierno español no tiene en absoluto el apoyo de la oposición, todo lo contrario, la oposición está haciendo todo lo posible por hacer caer a este gobierno. Los ataques que está recibiendo el gobierno son muy crueles y, además, parece que todo vale, no hay ningún tipo de moral, ni de ética ni de límites. En este momento se acaban de aprobar los presupuestos generales del Estado para el año 2021, son muy expansivos en parte también gracias al dinero del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia que la Unión Europea va a poner a disposición de los Estados para la recuperación tras la covid-19. Y estos presupuestos están priorizando todas aquellas ayudas, inyecciones de dinero como escudo social, para que las personas puedan soportar las consecuencias de esta crisis. El daño que esta pandemia está produciendo y lo que va a producir es enorme e incalculable y no sabemos hasta dónde va a llegar y seguramente muchísimas personas se quedarán por el camino. Pero si esta situación la hubiéramos vivido con el Partido Popular, las consecuencias todavía habrían sido peores por la falta de sensibilidad social que siempre ha demostrado esa colectividad. Porque sus prioridades están muy lejos de las prioridades sociales y de anteponer las personas al resto de sus intereses.
¿Cuál es el panorama actual de la ultraderecha en España y qué rol ocupa hoy VOX en el escenario político español?
VOX representa la peor cara de la ultraderecha española. Es una ultraderecha fascista, obviamente machista, racista, inculta, que valora las tradiciones mas rancias y anticuadas que existen, como esa idea de las mujeres sumisas; las tradiciones en la peor acepción de las mismas, los toros, la caza, con un discurso perverso en contra de las personas que se ven obligadas a migrar, como si fueran las culpables incluso hasta de los contagios. Es una derecha racista, antieuropea y lo peor que nos podía suceder es la irrupción de estos partidos en los parlamentos. Esta derecha existió siempre en España, estaba agazapada dentro del Partido Popular, seguramente esperando una excusa o un momento para emerger y lo ha conseguido en un momento de crisis económica, de pérdidas de empleo, de recursos sociales limitados, entonces ha encontrado su mejor espacio de desarrollo con un discurso antimigraciones y buscando un culpable de todo lo malo que nos pasa. Lo malo es que su discurso ha encontrado, ha calado en unas clases sociales que no les correspondería porque una cosa es la derecha tradicional, franquista, y otra cosa es que lo hagan obreros. Ese es un poco el peligro que se ha reproducido en otros países, como ha pasado en Grecia, en Francia o en Italia.
¿A la CCOO le preocupan especialmente estos discursos de odio que recorren el mundo?
Es absolutamente preocupante, es una cuestión global de la que ningún país se está librando en este momento. En mayor o menor medida existe un discurso del odio. Algunos tienen mayor auditorio, como puede ser Trump en Estados Unidos, donde increíblemente ha conseguido más de 71 millones de votos con su política de mentiras, descrédito, de odio, de misoginia o de violencia, o Bolsonaro en Brasil, que consiguió ganar las elecciones con un programa ultrarreligioso que promueve la violencia y la discriminación racial y sexual. Esta pandemia peligrosamente puede agravar esta situación. Esta crisis va a acrecentar las migraciones, ya está ocurriendo en España, estamos sufriendo la situación en Canarias, donde están llegando masivamente inmigrantes procedentes de África, se está viviendo en la Isla de Lesbos, también en otros puntos de Europa. La gente huye de sus países porque no tiene oportunidades de vida. Otras personas huyen para salvar sus vidas porque en sus países hay guerra o persecución por su ideología, por su condición sexual o porque su etnia está siendo perseguida y hay matanzas indiscriminadas. Ese racismo y esa discriminación de los que generan el odio se verá agudizada por esa llegada masiva de migrantes buscando oportunidades. Por tanto, estamos en una situación muy preocupante. Ahora es cuando más se necesita que todos pongamos sensatez de nuestra parte para intentar construir un mundo mejor.
¿Cómo crees que será el mundo después de Trump?
Será mejor sin él. Creo que aparte de este momento de euforia que todos sentimos de habérnoslo sacado de encima -si realmente decide irse de la Casablanca-, tenemos que ser conscientes de las dificultades para Biden y que no es radicalmente diferente. Seguramente no tendrá una política tan injusta, tan radical y tan extremista en materia de migraciones pero posiblemente la política exterior no sea muy diferente. Y tal vez Latinoamérica continuará siendo “el patio trasero” para la lógica de la administración norteamericana aunque todavía sea una incógnita cómo piensa llevar a cabo su política exterior hacia Latinoamérica. No olvidemos que Biden no representa el progresismo dentro del Partido Demócrata, pero más allá de todo esto, por supuesto que es una muy buena noticia saber que Trump ya no estará presente en nuestras vidas.
El Mediterráneo se ha convertido en una especie de cementerio sin ataúdes. ¿Cuál es la respuesta de España y Europa al fenómeno migrante?
Creo que estamos ante la mayor vergüenza de la Unión Europea desde su creación. El proyecto europeo estaba cimentado en la paz, en la solidaridad, la unión y el trabajo en conjunto. Pero la forma en la que se ha tratado de eludir la responsabilidad sobre las personas migrantes, refugiados y quienes buscan asilo en Europa es totalmente vergonzante. No hay ningún tipo de excusa para que una unión, para que un territorio con 500 millones de habitantes -la segunda potencia económica del mundo- no brinde una respuesta adecuada a las personas que huyen de sus países en busca de sobrevivir, escapando de la persecución que les podría costar la vida porque en sus países hay guerra o hambruna o porque se les persigue por su condición sexual, étnica, por su ideología política o por cualquier otro motivo. Aquí se están vulnerando derechos humanos de manera reiterada y también se vulneran normas internacionales de la Convención de Ginebra, algo inconcebible que suceda en la propia Unión Europea. El acuerdo con Turquía es una muestra de esta falta de respeto por los derechos y la dignidad humana; se acuerda con el gobierno de un país que viola reiteradamente los derechos humanos, se le traslada la responsabilidad sobre miles de personas que pretenden llegar a Europa, se les retiene allí sin preocuparse por sus condiciones de vida ni por su futuro, a dónde irán a parar. Lo único que parece importar es que no entren a Europa. Hay que ver lo que sucede en Islas Canarias, que es una de las rutas más peligrosas que existen. Ahí están muriendo miles de personas, hay un hacinamiento de personas en el puerto terrible, lo que nos termina mostrando que es imprescindible una política común en materia migratoria, de refugio y asilo, porque los países receptores que tienen costa o islas no pueden ser los que decidan sobre la suerte de las personas, sino que la responsabilidad debe ser compartida, para eso somos una unión, no solamente para ser una unión monetaria o del mercado, sino de derechos y responsabilidades. Creo que España no está teniendo una actitud adecuada porque no está dando respuestas a estas personas ni las está exigiendo a nivel comunitario.
¿La CCOO puede actuar en espacios de contención social solidaria o laboral, en ámbitos de formación, capacitación y asesoramiento legal a los migrantes?
Desde Comisiones Obreras tenemos cierto margen para actuar en la defensa y protección de los derechos de las personas migrantes. Tenemos dispositivos para que conozcan sus derechos y tratamos de orientarles para que ellos puedan encontrar un empleo y regularizar su vida en España. También por supuesto tienen acceso a formación y capacitación. Otro aspecto que creo es importante es el papel que jugamos a nivel institucional en el diálogo social en el que hay que tratar de construir un marco legislativo que sea lo más protector posible con los derechos de las personas. Está claro que es necesario un compromiso político y es evidente que tanto la Unión Europea como sus miembros carecen de este compromiso real.
¿Cuáles son los principales retos del sindicalismo europeo en esta nueva era de cambios tecnológicos?
Son muchos y muy diversos. El primero es cómo seguir siendo “útiles”. Debemos redefinirnos como sindicatos, tenemos que asegurarnos de que llegamos a estas nuevas realidades, saber movernos, hablar el nuevo lenguaje, movernos en sus entornos, la forma de organizarnos es ahora diferente, no podemos pretender seguir siendo el mismo sindicato que viene desde la época fabril cuando íbamos a las grandes fábricas y conseguíamos afiliaciones y hacíamos asambleas multitudinarias. Esa realidad aquí ha cambiado. Muchos trabajos son virtuales, la gente no se ve, no se encuentra de manera presencial, por tanto, tenemos que redefinirnos especialmente en las formas de llegar a los trabajadores. En CCOO hemos implantado la figura del sindicalista de referencia, que es quien responde a las necesidades de las personas en los centros de trabajo, tanto físicos como virtuales. Creemos que hacia allí va el futuro: no podemos quedarnos en nuestro sindicato esperando que la gente venga, sino que tenemos que ir nosotros a buscarlos a ellos, ser útiles. Debemos recuperar la confianza de los trabajadores en el sindicato porque a nivel de CCOO hay mucha gente joven que desconoce el sindicato y hasta ahora no ha tenido demasiado interés en nosotros porque ha tenido una vida laboral muy irregular, muchísima precariedad laboral y ha estado ocupada por su situación individual y no se ha acercado a los sindicatos que peleamos por los colectivos, ahí donde nuestro trabajo es fundamental. Pero, insisto, somos nosotros quienes debemos lograr que la gente, especialmente los jóvenes, nos conozcan y la mejor manera de hacerlo es demostrando la utilidad que les podemos ofrecer y que nadie más les brindará.
La CCOO contribuyó a brindar acogida y resguardo solidario en España a militantes sociales que tuvieron que emigrar en la dictadura uruguaya. ¿Qué referencias tienes de esa parte de la historia del vínculo solidario de la CCOO con Uruguay?
El vínculo entre la CCOO y el Pit-Cnt ha sido histórico. Somos dos organizaciones hermanas y no solo en lo discursivo, sino que efectivamente lo somos, compartimos muchísimos valores. Por más que ahora como consecuencia de la pandemia no nos podamos reunir, sabemos que cuando uno necesita del otro, ahí siempre estamos y el otro siempre va a responder. Soy consciente de que durante la dictadura uruguaya muchos compañeros y compañeras uruguayas tuvieron que exiliarse y uno de los destinos fue España. Incluso algunos tuvieron su espacio de trabajo en alguna oficina en CCOO tanto en Madrid como en Barcelona. Por mi edad, no viví esa etapa de aquellos años, pero tuve la suerte de conocer a Carlos Bouzas en una visita que hicimos junto al secretario general de CCOO a Uruguay en marzo de 2018. Fue extraordinario poder reconstruir esa parte de la historia conociendo de primera mano los vínculos de la solidaridad que nos hermanan y ahí pude percibir que el vínculo y el enriquecimiento por haber podido compartir tanta historia es mutuo. Es una demostración de cómo la solidaridad sindical y también política internacional nos potencia y reafirma que tenemos una lucha y objetivo común por mejorar las condiciones de vida y de trabajo de la clase trabajadora. Y esto también está vinculado a lo que hablábamos hoy en relación a los migrantes que están en situación de extrema vulnerabilidad y que tristemente tienen que huir de su país.
¿Cuáles son las primeras lecturas que hacen del resultado del plebiscito en Chile y de las elecciones en Bolivia?
Ambos hechos los valoramos de manera muy positiva. La situación en Chile se trata de una realidad catastrófica. Durante muchos años se pretendió “vender” como que era el modelo de éxito de Latinoamérica y lo que ha quedado demostrado es el resultado más nefasto del neoliberalismo que genera desigualdad, injusticia, pobreza para la inmensa mayoría de la población, mientras unos pocos se enriquecen. En cuanto a lo que viene, no será fácil. Estamos todos contentísimos con el resultado del plebiscito en Chile, pero ahora vendrá un tiempo complejo para redactar esa nueva constitución. Es un reto que hay que encararlo porque el pueblo chileno se lo merece. Y esa nueva constitución deberá colocar el trabajo como centro de su atención, tal como lo hizo el presidente Salvador Allende. Ahora se abre un tiempo político con el fin de Sebastián Piñera, un presidente horrible para el país. Incluso con una nueva constitución, Chile no podrá avanzar si sigue estando a su frente una persona que quiere tan poco a su propio pueblo. Nosotros, como siempre, estaremos junto a los compañeros y compañeras de la CUT de Chile para lo que necesiten porque, como ya lo hablamos, estamos en la misma lucha por nuestros derechos, por la democracia, por la justicia. No quiero dejar de señalar el enorme papel que ha tenido la CUT en todo este magnífico proceso democrático que se ha desarrollado en Chile. Y en cuanto a las elecciones en Bolivia, tras el golpe de Estado que se perpetró en 2019 con la ayuda inocultable del secretario general de la OEA, Luis Almagro, creo que es una gran noticia para toda la región, que representa un aire de progresismo que junto a Alberto Fernández en Argentina y el resultado del plebiscito en Chile da una esperanza cierta de revertir esa situación tan nefasta que ha estado viviendo la región en estos últimos años y ahora vendrán tiempos en los que será necesario aplicar políticas de recuperación para la población.
¿Y Bolsonaro? ¿Cómo lo perciben? ¿Un personaje caricaturesco que hace declaraciones para ocupar espacio en la prensa mundial, un riesgo cierto para la democracia en la región, un símbolo de estos tiempos?
En España se lo percibe como lo que es: un fascista. Más allá de que sea un payaso que utiliza los medios para propaganda personal. Creo que representa la peor visión de un ser desalmado que es capaz de gobernar sin inmutarse, en contra de la inmensa mayoría de su pueblo, del planeta y de los derechos humanos más elementales. Las elecciones municipales han sido un aviso de que su tiempo se acaba. Ahora habrá que ver quién le puede vencer en elecciones presidenciales, pero lo que está claro es que él debe desaparecer del mapa político y tendrán que prevalecer nuevamente las fuerzas progresistas que le den una oportunidad a un país machacado y golpeado, con enormes dificultades y desigualdades, un nivel de pobreza significativo, donde las políticas neoliberales han sido devastadoras para el futuro de su población.
¿Qué lugar está ocupando el feminismo en el actual escenario sindical y político español?
Estoy convencida de que el feminismo es una pieza clave a nivel político y sindical. Está en las agendas y no va a desaparecer porque no lo vamos a permitir. Es necesario avanzar mucho más en políticas de igualdad porque el camino que nos queda por recorrer es muy largo. Y debemos recordar que es peligrosamente fácil retroceder en lo que se ha avanzado. Hay grandes detractores de esta nueva vida en clave feminista, especialmente por parte de la derecha. También hay que superar algunas diferencias internas que existen en el movimiento, ya que, para avanzar, hay que implicar a más personas. Personalmente, creo que es fundamental implicar a los hombres y no solamente a otras mujeres, y especialmente a las personas jóvenes que son el futuro. A nivel de CCOO el compromiso que tenemos con el feminismo es total. Desde la paridad en los órganos de dirección, en políticas con visión de género, y algo que me gusta contar, la mayoría de las nuevas afiliaciones son mujeres y eso es importantísimo. Ahora resta que tengamos mayor participación de mujeres especialmente en las bases del sindicalismo. No hay que olvidar que aquí también a muchas mujeres les resulta difícil el equilibrio de su vida personal, familiar y laboral.
¿Cómo se perciben desde Europa los movimientos feministas latinoamericanos -mayoritariamente integrados por jóvenes- y sus luchas por la construcción de la nueva agenda de derechos?
De manera absolutamente envidiable. Es un movimiento con muchísima participación de jóvenes y eso nos da mucha envidia porque vivimos en un continente envejecido y aquí en España es muy difícil encontrar jóvenes movilizados. Por tanto, cuando tengo la posibilidad de viajar por Latinoamérica y veo tantísimos jóvenes movilizados quedo encantada. Otra particularidad que veo es que hay muchos hombres implicados junto a los movimientos feministas, lo que también creo que es un elemento muy positivo. Ese movimiento está consiguiendo grandes logros en Latinoamérica y también se abren grandes retos porque es una región en la que aún existen grandes machismos y con fuertes espacios de poder del patriarcado más rancio y existe aún mucha violencia contra las mujeres. Creo que el derecho al aborto es uno de los grandes asuntos pendientes en la región. Hay un punto más que me parece interesantísimo y que deberíamos poder trasladarlo a España y es el feminismo popular; creo que es mucho más fácil que la gente se incorpore a un proyecto cuando es popular. A diferencia del populismo que tiene una connotación negativa, los fenómenos populares son fascinantes, como el del feminismo de Latinoamérica.
¿La CCOO es machista? ¿España sigue siendo machista?
Comisiones Obreras es feminista. Es un sindicato que lucha por la igualdad en todos los niveles. Hace muchísimos años que así nos definen nuestros estatutos y no podemos apartarnos de ello. Y el que no esté de acuerdo con esta forma de ser, no tiene espacio en nuestra organización. Dicho esto, hay que señalar que la sociedad española sigue siendo machista. Tal vez no tanto como lo era en los años 60 o 70 del siglo pasado, pero el machismo sigue vigente. En la organización puede persistir algún comportamiento machista, pero ponemos todo nuestro empeño en combatirlo, eliminarlo y erradicarlo. Creo que uno de los mayores logros del feminismo es que se haya normalizado, que no se imponga el feminismo, sino que todos y todas lo internalicemos como algo normal y que incluso ni siquiera seamos conscientes de que estamos actuando de modo feminista o luchando contra el machismo, sino que lo hagamos porque nos sale naturalmente. Y que seamos capaces de detectar y denunciar cualquier muestra de machismo por pequeña que sea.
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Tratado UE-MCS
Nosotros no estamos en contra de los tratados, pero estamos en contra del comercio a cualquier precio. Especialmente cuando ese “precio” son las personas y el medioambiente. Concretamente en relación al acuerdo con el Mercosur, no pueden existir inequidades sobre ambas partes, es decir, un acuerdo no puede favorecer a una parte y, en este caso, a la UE, que además es la parte fuerte. En todo caso se deberían incluir mecanismos para equilibrar las fuerzas y fortalecer la parte más débil. Pero tememos que esto termine siendo lo contrario y se reforzará al más fuerte. Además, pone al medioambiente en mayor riesgo del que ya está. No solamente pensando en la deforestación de la Amazonia, sino en el efecto de las plantaciones de soja en Argentina, Uruguay y Chile, por tanto, denunciamos esa falta de respeto al medioambiente que tiene este acuerdo. Y, por último, la falta de respeto a derechos laborales y sociales. Nunca podemos permitir la precarización laboral ni de las condiciones de vida para facilitar el comercio y abaratar los costos. Creemos que los capítulos sociales deberían tener la misma relevancia política que los que tratan de aranceles, por ejemplo. Hace años que desde la Confederación Europea de Sindicatos venimos trabajando con la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur, estamos juntos, elaboramos propuestas y reivindicamos derechos de los trabajadores de ambos lados del océano Atlántico. Porque todos somos trabajadores, somos y pertenecemos a la clase trabajadora. Y luchamos por lo mismo.