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Sociedad

A 117 AÑOS DEL PRIMER ACUERDO

No a la trata

El 18 de mayo de 1904 se firmó el primer acuerdo internacional de represión a la trata de personas. Casi 120 años después, los desafíos no cambiaron demasiado, este «negocio» se ha expandido y los derechos de millones de personas se ven violentados.

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La trata de personas es una nueva forma de esclavitud del siglo XXI y, después del narcotráfico, es la segunda actividad ilegal que más dinero genera a nivel mundial. Es un delito que atenta contra la seguridad, el bienestar y los derechos humanos.

Hombres, mujeres, niñas y niños son reclutados a diario por redes de todo el mundo y son sometidos a la explotación sexual, la explotación laboral y el tráfico de órganos. Hay un fuerte componente de género y generacional en los fines de la trata: mujeres, niños y niñas son explotados en redes de trata sexual principalmente.

Liz Guyot, colaboradora de la Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales del Departamento de Historia de la UNLP, publicó en 2019 un análisis histórico sobre la trata de personas que tiene aún gran vigencia.

En el documento Guyot explica que la trata se ha interpretado de diferentes maneras por organizaciones, gobiernos y la sociedad en general. El término, referido al comercio de personas (especialmente mujeres, niñas y niños), tiene su origen en las guerras y la esclavitud.

La trata supone «el no reconocimiento de la mujer como persona, sino como objeto sexual». Al principio la mayoría de las mujeres víctimas de las redes de trata durante las guerras eran de origen africano e indígenas. Ellas, niñas, adolescentes y adultas, eran desplazadas de su lugar de origen y comercializadas como mano de obra, servidumbre o como objetos sexuales. Es importante destacar el uso de la palabra objeto, porque explicita la deshumanización que subyace y sostiene la trata: no son personas, son cuerpos utilizados por hombres para obtener determinado resultado.

En Latinoamérica, señala Guyot, el origen de la trata se ubica en la época de la conquista española. En cumplimiento de la ley de guerra los españoles tomaban o entregaban el «botín de mujeres» al vencedor, lo que dio origen al comercio sexual, al punto de que se crearon establecimientos para este tipo de actividades. Con posterioridad, en la colonia, surgieron las primeras normas que sancionaban dicha actividad con penas que incluso llegaron hasta la muerte, pero siguió ocurriendo.

 

De trata de blancas a trata de personas

A fines del siglo XIX, especialmente a partir de 1900, persistió el fenómeno de la trata de mujeres que se afianzó y tuvo mayor movimiento después de cada guerra mundial. Empezaron a ser también víctimas las mujeres europeas, que, huyendo del hambre y de los horrores de la guerra, fueron presa fácil de los traficantes. Desde esa época la expresión trata de blancas (porque se reclutaba a mujeres blancas, europeas y americanas) se generalizó, aunque el fenómeno ya existía.

Las primeras referencias a la trata provienen de los instrumentos de las Naciones Unidas. En 1904 el primer convenio internacional referido al tema fue el Acuerdo Internacional sobre Represión de Trata de Blancas que se centraba solo en la protección de las víctimas y resultó ineficaz. La trata era conceptualizada como movilización de mujeres asociada a la esclavitud pero ligada estrechamente a fines “inmorales” (prostitución) y requería el cruce de fronteras nacionales.

En la actualidad el acuerdo internacional entiende por «trata de personas» a la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al

engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación.

Esa explotación puede significar la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos.

Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), cada año unos 2 millones de personas son víctimas de la trata, de las cuales el 80% son mujeres y niñas y 50% personas menores de edad. A esta cifra se debe sumar un número indeterminado de personas que son víctimas de la trata dentro de sus propios países, sin cruzar las fronteras internacionales y son sometidas a diversas formas de explotación.

La situación geográfica, aunada a las condiciones sociales, la violencia de género, la desigualdad y las deficiencias en el entramado legal forman parte, asegura Guyot, de las estructuras que soportan el delito.

 

El acuerdo

En París, en 1904, se llevó a cabo el primer acuerdo internacional para la represión de la trata de blancas en el marco del combate a la trata de personas. Este hecho se consideró, en el momento, la primera victoria del movimiento abolicionista a nivel mundial.

En ese acuerdo se establecían los mecanismos que se debían poner en funcionamiento entre los gobiernos para la protección de mujeres y niñas que pudieran caer en manos de traficantes que las destinaban a la explotación sexual y la prostitución.

También se hablaba del apoyo necesario para que una vez liberadas pudieran regresar a sus países de origen. Estableció, a su vez, una mayor vigilancia en torno a estaciones y puertos para evitar la trata.

Fue uno de los primeros tratados multilaterales en plantear temas de esclavitud y trata de personas. La Convención Internacional para la Supresión del tráfico de mujeres y menores de 1921, la Convención sobre la esclavitud de 1926 y la Convención para la supresión de la trata de mujeres mayores de edad de 1933 le siguieron.

Los objetivos del acuerdo internacional son:

-prevenir y combatir la trata de personas, prestando especial atención a las mujeres y los niños;

-proteger y ayudar a las víctimas de dicha trata, respetando plenamente sus derechos humanos;

-promover la cooperación entre los Estados Parte para lograr esos fines.

Como informó Giyot, y se menciona anteriormente, este acuerdo resultó insuficiente porque se centró en la protección a las víctimas, no en el ataque al origen de la trata: los explotadores (tratantes, clientes y agentes de toda la cadena).

Pasaron 117 años desde ese acuerdo y se ha avanzado, aunque poco y lento. La lucha mundial contra la trata de personas sigue siendo insuficiente frente a un negocio que crece cada vez más y afecta especialmente a mujeres pobres. Los Estados no llegan a esos espacios. Por eso es fundamental hablar del tema, tenerlo presente y seguir luchando.

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