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No llores por mí, Argentina

Por Juan Raúl Ferreira.

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Esta semana fue tremenda para Argentina y la región. Pero hoy en especial, cuando esta nota fue escrita, pensemos el el lunes negro de Argentina. ¿Cómo podrían ir peor las cosas?

El 30 de junio la diputada Elisa Carrió salió por tv a decir que lo mejor que podía pasar era que el dólar hubiera subido a $ 23,30 porque “es conforme a la inflación […] es un dólar baratísimo, si no, nos pasaría como a Cavallo”. Vaticinó que la gente no iba a ir a sacar la plata del banco porque había confianza en Argentina y ella aseguraba (no conoce la duda) que ahí se quedaba y no subía “un centavo más”.

Con el dólar a 41 y las tasas de interés a 60%, no se rectifica. Se mantiene en su tono de “salvo yo,  nadie entiende nada”. Es más, tras el pesimista discurso del presidente de hoy, la “economista” Carrió emitió un tuit (nuevo medio “trumposo” de comunicarse sin mirar a los ojos a la gente ni través de las cámaras): “Apoyo a muerte a Macri, no soy tímida ni cobarde”. Es decir, a los argentinos, en una de las peores crisis de su historia, no se les deja ni siquiera estar en desacuerdo sin ser tratados de “cobardes”. Debería renunciar con dignidad. La historia no la aguarda.

Veamos algunos pasajes del presidente. Pero, antes que nada, recordemos las que, a mi juicio, son las dos peores noticias de la fecha.

Primero, el mandatario fusiona ministerios, a algunos ministros les pasa a llamar secretarios, a otros los pone bajo mandato de otro ministro. Pero no anuncia ni un cambio de políticas, salvo el de mayor endurecimiento y ajuste, señalando que con lo que se anunció resultó poco. O sea, teatro sin contenido. Ni siquiera cambia a nadie de su cargo. Hoy no hubo un solo cambio de nombres; sólo rearmado del organigrama. Una señal; y mala: desaparecen los ministerios de Trabajo y Salud.

Una patética coreografía repleta de expresiones como “gran crisis”, “tragedia nacional”, “subestimamos la dimensión de la crisis”, “Argentina dejó de ser creíble”, “faltaba lo peor”.

“¿Ustedes creen que a mí me gusta dar estas noticias?, asevera el presidente en tono solemne antes listar las catástrofes, nuevos ajustes, menos empleos, menos subsidios por hijo, caída del poder adquisitivo de salarios y jubilaciones. Cuando parecería ya no haber más lugar para las tragedias, el FMI opina. Y opina que los anuncios  son inconvenientes, inoportunos e insuficientes. Por Dios, ya que se pusieron el destino nacional en sus manos, ¿a nadie se le ocurrió preguntarle al nuevo dueño de casa?

“Es una emergencia”, anunció. Por eso advirtió que, aunque en otras oportunidades dijo que iba a ser el último ajuste, esta vez podía hablarse de “una crisis”, que “no es una más” y que debe “ser la última”. Pero no se le escapó, era un mensaje grabado y les dice a sus compatriotas: “siempre que he dicho que lo peor ya pasó, me equivoqué, pero ahora, tranquilos, porque lo peor ya pasó y esta es la última mala noticia”.

Cuando entre tantas pruebas al infarto nacional anunció el restablecimiento de detracciones a la carne, agregó que como medida económica le parecía una “malísima.” Entonces, ¿por qué la instaura? Es un perverso o está confesando que ya no gobierna su reformado organigrama de ministerios del gobierno formal de Argentina, aunque media hora después el FMI le pegó un reto…

Para tranquilizar dice: “Les hablo con el corazón y les digo la pura verdad”.

Eso sí: ni una expresión de arrepentimiento, de dolor, de mea culpa, de autocrítica, nada de nada. Apenas asegura que si lo dice su corazón es cierto, agrega: “Subestimé el nivel de la crisis”. Tampoco “dimensionó” el nivel de la misma. ¿Qué paso ahí? ¿No habló con el corazón o este no dijo la verdad?

Un psicólogo, Jorge Alemán, escribió en Página/12 que cuando el mandatario dice que es la última crisis, no aventura que no habrá más, sino que cuando ello ocurra, él no será más presidente. En este análisis que hace, sugiere que Macri habría hecho su discurso de despedida.  Otra lectura es que “el disparate neoliberal ya se ha consumado tan profundo que […] se lo lleva puesto a él y a su gobierno”.

Que quienes quieren llevar a Uruguay a esa trampa neoliberal, esos que usaron a Macri como un ícono de la verdad, tomen nota, y den un paso al costado por el bien de todos. Incluso, válgame Dios, de ellos mismos.

 

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