Donde se sentirá más rápidamente el cambio de gobierno será en la política exterior. Es una pena, porque por encima de diferencias, la fortaleza de los países pequeños radica en su apego al derecho y en tener una política exterior de consenso. En el 93 el Instituto Wilson Ferreira Aldunate me editó un libro llamado La política exterior de Estado. Tuvo aportes de gente de tiendas tan variadas como: Héctor Gros Espiell (canciller); Yamandú Fau (entonces del FA); Enrique Iglesias, (presidente del BID); Julio M. Sanguinetti, (expresidente) y varios técnicos de los Ministerios de Relaciones Exteriores y Economía.
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
Sanguinetti, en su primer gobierno, tenía la costumbre, a mi juicio correcta, de llevar en sus delegaciones al exterior a representantes de todos los partidos políticos. Lacalle tuvo respaldo cuando condenó la invasión de EEUU a Panamá en 1990. Las discrepancias dentro de casa. Afuera, coherencia y unidad.
Hoy, Donald Trump, les impone a los gobiernos, una agenda internacional, sirva o no a los intereses de cada país. Imperó mucho cipayismo en la región. Esperábamos que Uruguay se aleje de la injerencia externa. O reaccionan: si mudan el Mides a Casavalle, al Ministerio de RREE lo deberían mudar a Washington. Sería injusto ignorar que el canciller Talvi tendrá la última palabra.
Luis anunció su deseo de reconocer al presidente autoproclamado de Venezuela, cuando por gestiones de la ONU, la mesa de negociación gobierno-oposición estaba haciendo progresos. Es decir, quienes en su momento creyeron en la opción Guaidó, no saben como salir y Uruguay quería entrar. Información vieja. La propia oposición de Venezuela le quitó su apoyo. Parece haberlo detenido Talvi.
En el mes de enero el secretario de Estado Pompeo llama a Luis electo. La noticia se difunde como un gran acontecimiento. “El secretario de Estado le felicita por su triunfo”, dijeron. ¿Fue una deferencia tan grande, dos meses después de su elección? Con el paso de los días, el propio Departamento de Estado empezó a dar cuenta del contenido del llamado. Mucho más que compartir alegrías transmitió su lista de “pedidos”.
De inmediato, el 17 de enero Luis anuncia el apoyo de Uruguay a la candidatura de Almagro a la OEA. El 23 de agosto el gobierno constitucional de Uruguay, en ejercicio de sus facultades, había comunicado que no apoyaría su reelección.Puedo hacer una lista de razones por lo que es una mala idea.
Las tres primeras no tienen que ver con la gestión de Almagro: 1) Cortesía, con el gobierno saliente, que fue quien lo nominó y que ya había comunicado su decisión de no mantenerlo. 2) Pérdida de credibilidad del Estado uruguayo. No desearía representar a Uruguay ante la OEA en este momento. “¿Apoyan?: No. ¿Votan ? Si, pero lo diremos después del 1º. Si me preguntan, debo decir que no”. 3) Coherencia. Siempre estuvieron en contra, cuando fue canciller, cuando asumió en la OEA y, al cambiar su postura, también. Decían: “Ese cambio brusco no es creíble ni confiable”.
Almagro cambió la fecha de votación. A eso no le llaman fraude. Pero sí en Bolivia, donde Almagro fue ejecutor de un golpe de Estado. Denunció fraude antes de que se contara el primer voto. En Honduras, no. Anuncian que hubo fraude, pero el país mantiene las mismas prerrogativas en OEA. Tampoco en El Salvador, donde el presidente irrumpe esta semana con las fuerzas armadas abriéndole paso, no autorizado por la legislatura. Silencio en la OEA. En Haití queman con gasolina a los manifestantes y luego los matan a palazos. Silencio. Pero si no votas a Almagro, golpe.
¿No estarán llegando tarde con boletines atrasados acá también?
Promovieron su reelección, acto inamistoso, con Uruguay: Chile (Piñera), Colombia (Duque), Brasil (Bolsonaro) y Trump (EEUU). La coalición más reaccionaria del sistema interamericano. A ellos se suma Uruguay (¿?).
Deberíamos sumar las maniobras grotescas del secretario general. Algunas ya la hemos señalado, sobre la selectividad de criterios de Almagro. Poco antes del golpe en Bolivia había dicho en la ONU que Bolivia era “un país democrático, que ha crecido con equidad. Está entre los mejores de América”.
¿Y si el gobierno electo de Uruguay no rompe la tradición y apoya la resolución adoptada por el gobierno legítimo? Porque lo único peor a lo que ha hecho gobierno electo, sería votar a Almagro y perder. Veamos: México y Argentina ya anunciaron que votan en contra. A ello se agregan los países del Caribe: Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Dominica, Granada, Guyana, Haití, Jamaica, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Surinam, Trinidad y Tobago, Bermudas, Islas Caimán, Saint Kits Nevis e Islas Vírgenes.
18 países en contra en un total de 35 Estados miembros,ya anunciaron que no lo votan. La aritmética dice que pierden hoy 18 a 17. Aun con el voto de facto de Bolivia. Ojalá, entre otras cosas, por el prestigio de nuestro querido país. Por una política exterior independiente y ajustada siempre a derecho y no a los variables intereses de Almagro y sus amos.