El informe dice que Colombia es el responsable del 70% de la coca en el mundo; sin embargo, es importante tener en cuenta que el aumento no sólo se produjo en la producción sino en el consumo y sus consecuencias directas, es decir, muertes por sobredosis y tratamientos por adicción.
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La Oficina contra la Droga y el Delito de la ONU afirma que Colombia ha pasado a cubrir la oferta dejada por Afganistán debido a la fuerte sequía por la que atraviesa. Pero lo que más ha llamado la atención en diferentes sectores de la opinión mundial es que el país caribeño se convierta nuevamente en el líder de la producción de coca, casi inmediatamente después de que las FARC entregaron sus armas y dejaron de hacer presencia en varias regiones del país.
La respuesta es casi automática y es que el control que dejaron las FARC fue tomado por otros actores armados. Sin embargo, uno de los puntos centrales del acuerdo de paz firmado en 2016, es claro sobre la necesidad de sustituir los cultivos de coca presentes en el país; eso implica una serie de medidas que van más allá de dejar de cultivar el arbusto de coca.
La sustitución de cultivos tiene una serie de medidas aparejadas que tienen que ver con la atención integral a las comunidades con el fin de encontrar alternativas de supervivencia por fuera de la economía ilegal. El informe de la ONU demuestra que ha sido este compromiso el gran derrotado en la práctica, pues la implementación de la sustitución de cultivos de uso ilícito.
Los resultados del informe, junto con el incremento de la violencia en las regiones y la muerte de los líderes de procesos sociales regionales, muestran una profunda crisis institucional en ese país, en un gobierno liderado por la ultraderecha que gobierna para sostener sus privilegios y claramente tiene sus esfuerzos lejos de la reconformación de las dinámicas locales en la Colombia profunda