Hay que leer muchísimo, oír reiteradamente varias campanas, leer historia política, tratar de no tener la mente capturada por ninguna de las partes involucradas, y saber a qué iglesia pertenecen las varias campanas que se oyen. Solo después de eso podemos empezar a pensar que estamos entendiendo un conflicto internacional de los que llenan los titulares de la prensa mundial. Porque ninguna parte interviniente, ni ningún medio de comunicación es suficientemente neutral ni históricamente informado como para comunicar la profundidad de los conflictos.
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Lo que como audiencia común recibimos son pluri y multi mentiras, publicidad y propaganda contra el enemigo de turno y a favor de los intereses propios de turno. Menos drásticamente, y quizás más correctamente, al interior del dictum de Antonio Gramsci de que la política es el arte de pasar los intereses propios como si fuesen los de todos: lo que se dice, lo que cada parte dice, y que la prensa gruesamente reproduce, es un doble simulacro, al decir de Jean Baudrillard: lo que se ‘simula’ y lo que se ‘disimula’, la doble maniobra para ocultar cualquier posible ‘verdad’ o ‘realidad’ que sea diferente de lo simulado y lo disimulado. Porque cada parte podrá, sea inventar sea subrayar, tanto las razones propias como las sin-razones ajenas; mientras lo mismo podrá hacer el otro u otros con otras razones y sinrazones. ¿Y entonces?
Veamos algo de esto en el actual ‘crisis de Ucrania’, como lo llaman, ya tendenciosamente, los medios de comunicación de mayor circulación entre nosotros.
Intereses permanentes e intereses coyunturales
Los elementos permanentes que acompañan la situación geopolítica de y en torno a Ucrania no son nuevas. Nuevos son los intereses parciales y coyunturales que explotan mediáticamente al interior de esas permanencias; permanencias que básicamente se ignoran; y por ello le es posible, a los que tienen intereses coyunturales determinados, presentar la situación a piacere, haciéndola creer, y lográndolo gracias a la ignorancia de la gente -comprensible- y a la falta de profundidad de la prensa. Para complicarla un poquito más, el juego es perseguir los intereses coyunturales, pero sin perder de vista los más permanentes, que deben ser disimulados por la simulada situación que permite la persecución inmediata de los intereses coyunturales.
Empecemos por entender la simulada situación que vivimos, dentro de la cual se persiguen, disimuladamente, intereses coyunturales de las diversas partes intervinientes.
Intereses coyunturales de EEUU-Biden. Las encuestas de opinión sobre la gestión presidencial están cayendo sólidamente en picada. Ante la proximidad de elecciones parlamentarias (noviembre) con la perspectiva de un arrollador triunfo republicano, como ya hicieron otros presidentes antes, se busca ganar puntos ante el cuerpo electoral intentando mostrar carácter y patriotismo, cualidades desorbitantemente apreciadas por el espantoso pueblo norteamericano. Tantas veces presidentes, y no solo norteamericanos, han hecho esto, que les recomiendo un filme, Walk the dog, con de Niro, Pacino y varias estrellas más que tiene ese contenido: un presidente yanqui está en dificultades pre-electorales y decido inventar un conflicto en algún lugar remoto conveniente, para poder intervenir épica, desinteresada y moralmente, y así recuperar puntos electorales. Es maravilloso ver cómo se discuten los detalles de la invención de una crisis que mueve al sheriff global a sacar la capa de Superman y subirse al batimóvil. Resuelven montar un conflicto en un remoto e ignoto lugar llamado Albania, desde donde se transmiten diariamente escaramuzas cruentas.
El asunto llama la atención de los agentes de seguridad apostados en Albania, que viajan a la metrópoli para atestiguar que allí no pasa nada y preguntar qué son esas escenas diarias transmitidas al mundo. Canchera y morosamente, un apoltronado De Niro, sin decir palabra, toma el control remoto y le muestra a los agentes lo que está pasando, con una sarcástica semi-sonrisa perfecta. Como la pandemia. Biden querrá hacer creer, al electorado yanqui, y al mundo, que Rusia está por invadir Ucrania y que debe ser disuadida mediante el fortalecimiento militar de los quizás invadidos; mediante sanciones de la Unión Europea y preparación de la OTAN; él sería así el líder del mundo libre frente al nuevo oso ruso, recuperaría al estúpido electorado interno y le vendería armas a Ucrania, mientras esta no sea miembro de Europa y de la OTAN. Quizás aquí proceda un pequeño comentario macroteórico. Los sistemas, por ejemplo un país, reaccionan y se estructuran para enfrentar los desafíos de sus entornos; pero cuando como sistema adquieren cierto nivel de complejidad para responder a esos desafíos, desarrollan un entorno endógeno que puede llegar a desafiarlo casi tanto, o más, que el entorno exógeno que lo estimuló y desafió antes. Entonces, los encargados del sistema pueden privilegiar los problemas internos frente a los externos, y usar los asuntos externos para enfrentar instrumentalmente a los internos, en lugar de la inicial dependencia de lo interno en lo externo para articularse, en su estructura y proceso. Sucede, lector, con cualquier gobierno o club de fútbol; un gran país, como EEUU, puede tener un entorno endógeno tan importante como para justificar su privilegio frente al externo, que sería así usado instrumentalmente para perseguir objetivos internos. Es lo que explica mejor por qué Biden-EEUU inventan ‘ese’ conflicto, en ‘ese’ momento: para recuperar electorado y para vender armas, dentro del conflicto de largo plazo, más complicado, y que no importa tanto para entender éste, en lo inmediato. Y para eso posar de víctima sí, pero supermánica, paladín de la justicia. Para eso, es cada vez más posible ‘simular’ agresiones y disimularlas, como en el filme mencionado, pero mucho más sofisticadamente. El juego será ‘simular’ con lo que se dice y con lo inventado que se muestra, disimulando así lo que se hace y quiere; y en un juego de espejos muy difícil de desentrañar.
Intereses coyunturales de Rusia-Putin. Antes que nada, defenderse de la mentira yanqui central, que será repetida y aumentada por la mayoría de la prensa mundial: decir que no pretende invadir Ucrania, pero sin hacer pensar que las amenazas de EEUU, la OTAN y Europa lo han intimidado y disuadido de hacer las maniobras que no hacía para invadir. El que pega primero pega dos veces, y EEUU generalmente miente primero, además alcahueteado por la mayoría de la prensa que llega a quienes le interesan, ya desde hace 200 años, con la antorcha de la libertad en un brazo y una ametralladora en la otra. También posará de víctima, y también en parte como superhéroe, para los suyos. Su prensa difundirá para los suyos lo mismo que la otra prensa lo de Biden-Europa.
Intereses de Ucrania y de Europa, los grandes protagonistas por detrás de los señuelos Biden y Putin. Todo dentro de la secular lucha de Ucrania por su independencia, ahora con mayoritario deseo de pertenecer a Europa, y entonces a la OTAN; del otro lado, el proyecto neo-zarista de Putin de la Gran Rusia, en una coyuntura post-soviética, que contenía a Ucrania. Para escapar a la Gran Rusia utópica de Putin, Ucrania busca refugio en Europa y en el futuro paraguas OTAN; mientras Putin busca evitar el continuo crecimiento hacia el Este de Europa y de la OTAN. Nacionalismo ancestral acechado por dos lobos difíciles de saciar con bocados (y Ucrania es uno suculento). Para eso, se abrazará a las peores víboras, como ya lo ha estado haciendo y con creces.
El mayor peligro es que Ucrania, estimulado por las armas yanquis y las amenazas a Putin, decida atacar a los separatistas pro-rusos y entonces provoque a Rusia, que, si reacciona, confirmaría y volvería cierta la acusación de Biden. En este caso, como lo muestra la performance israelí en Palestina, el asunto es provocar con perfil bajo, autocontenido, para encender una sobre-reacción que permita sobrerreaccionar aún más, pero con mejor publicidad para hacerlo que sus víctimas provocadas; tirar la piedra, esconder la mano, publicitar las piedras que vengan en respuesta y poder así sobrerreaccionar como si fuera una justa y conmensurable respuesta a un irracional exceso. El que finja, simule, mejor como víctima y disimule mejor ser victimario ganará los futuros rounds de esa lucha. En este escenario, lo que la prensa inyecte, en el lado occidental, en el lado oriental, y en el balance global entre ellas. El mundo es un duelo de mentirosos hipócritas que cada vez tienen mejores medios para ser tales; y el mundo está cada vez más desarmado para descubrirlo; si es que tiene interés en hacerlo y perder tiempo para selfies, memes, tuits, emoticones, chusmeríos y porno.
La prensa. Está condenada a alimentar el conflicto, porque produce rating, como toda mala noticia adrenalínica. La oriental azuzará a Putin para que reaccione si es provocado por Ucrania, por ejemplo atacando a los separatistas prorrusos. La occidental adoraría que los separatistas prorrusos ucranianos sean atacados de tal modo que tiente a Putin a intervenir, aunque posando de víctima, y pese a que Putin no podrá convencer de que está defendiendo víctimas, porque Biden pegó primero y doble cuando impuso la caricatura invasiva de Putin, facilitada por invasiones como la de 2014 en Crimea, nada al lado de los 200 años de invasiones, intervenciones, bases militares y provocaciones de Usa, que se olvidan cuando otros monstruos aparecen, furtivamente. Pegando un salto gigantesco porque se termina el espacio, lector: la utópica Gran Rusia neo-zarista post-soviética deseada por Putin no parece fácil que crezca a partir del ancestral odio mutuo con Ucrania, sobre todo enfrentando a la gran Europa satélite de EEUU que el mundo post-guerra fría probabiliza; son dos monstruos de insaciables fauces, que, en este momento, parecen desequilibrados en favor de EEUU-Unión Europea-OTAN. Occidente apoyó a esas nacionalidades mientras y en tanto fueran erosiones a la Unión Soviética comunista y prospectos de ganancia para Europa como satélite de EEUU; pero si no operan así y alimentan sueños de grandeza propios que no respetan ese sueño de grandeza, no way, dedito para abajo. Una de las cosas más importantes que el mundo debe resolver es cuáles son las nacionalidades admisibles, sus territorialidades y las unidades que contendrán a las nacionalidades no reconocidas en el statu quo. De lo contrario, será una guerra sin fin; que quizás sea mejor dar ya, para quizás no tener que eternizarla.
¿Quién será, de los dos lados de la grieta-trinchera, el victimario y soñador utópico que consiga simular de víctima, o de supermán justiciero, y disimular su agresividad utópica y su voracidad actual? Quizás lo sepamos en pocos días; pero, pese a su habilidad, no la veo bien para Putin. Pegó primero, y doble, el que definió víctima, victimario y superhéroe para el inicio público del conflicto. La Gran Rusia será más temida que la Gran P… que ya está instalada hace tanto y que está naturalizada. ¿Qué hará China?