Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Política guerra | Caribe | Donald Trump

La paz amenazada

Actos criminales: La guerra que se avecina

Trump ha incrementado el despliegue de barcos de guerra, submarinos nucleares y tropas en el Caribe, amenaza con ingresar a Venezuela para matar al presidente.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Mientras la política exterior uruguaya continúa su deriva inexplicada y, seguramente, inexplicable para un gobierno de izquierda, el Gobierno de Donald Trump profundiza el talante intervencionista, agresivo y sumamente ideológico con América Latina que ha caracterizado su mandato desde el comienzo en enero de este año.

Las amenazas de Trump

En las últimas semanas, Trump ha incrementado el despliegue de barcos de guerra, submarinos nucleares y tropas en el mar Caribe, amenaza con ingresar a territorio venezolano para matar al presidente Ncolás Maduro, da órdenes de hacer operaciones encubiertas, insulta al presidente de Colombia Gustavo Petro, amenaza también con movilizar tropas en ese país, donde tiene ocho bases militares desplegadas, da órdenes de hundir lanchas con personas y asesina a esa gente extrajudicialmente, sin identificar, sin saber quiénes son ni de dónde vienen o qué están haciendo, tanto en el mar Caribe como en el Pacífico colombiano, afirmando que son cargamentos de drogas de un tal Cártel de los Soles, que integrarían las autoridades civiles y militares venezolanos.

La retórica guerrerista de Donald Trump y Marco Rubio no se detiene aunque se encuentre en el techo de su impopularidad de acuerdo a las últimas encuestas, y millones de personas hayan salido a movilizarse contra su gobierno en el día de manifestaciones más importante de la historia reciente de los Estados Unidos. Entre sus propios partidarios, universo en el que campeaba el fanatismo, se preguntan qué quiere, cuál es la estrategia, si es que hay una estrategia, y temen que desate una nueva guerra interminable y, para colmo, contra rivales que están muy cerca de territorio estadounidense y que están armados hasta los dientes.

Los actos criminales en el Caribe y la amenaza contra Venezuela —y ahora también contra Colombia— han despertado campañas en todas partes del continente, y pronunciamientos de los gobiernos del campo progresista. Uruguay brilla por su ausencia, extendiendo su política de complacencia a un punto completamente inaceptable e inesperado, haciéndose los nabos mientras EEUU perpetra crímenes en aguas internacionales de nuestro continente y amenaza con acciones de guerra en territorios de América del Sur. Cabe decir, además, que el silencio no se proyecta sólo a lo que atañe a Venezuela, país donde tenemos embajada pero no embajador, mientras el canciller Lubetkin insiste en la idea de abrir una embajada en Ucrania, donde el presidente Vladimir Zelenski tiene ilegalizados 19 partidos políticos, entre ellos todos los de izquierda, como el partido de la oposición de izquierda, el Partido Socialista, el Partido Progresista Socialista, sino que tampoco dice nada cuando EEUU agravia e insulta a Brasil, intentado influir en el juicio a Bolsonaro, recrudece sus prácticas de bloqueo a Cuba a extremos escandalosos, cambia el nombre de Golfo de México a Golfo de América, agrede a México, persigue y deporta inmigrantes sin ninguna prueba de nada, entre ellos, seguramente, también ciudadanos uruguayos.

Nobel de la intervención y la guerra

Cada semana que pasa, una conflagración trágica se acerca y ya conocemos el plan de la agente Nobel de la Paz, en caso de que Estados Unidos logre colocarla al mando de Venezuela: entregarle el petróleo a Donald Trump. No hay y nunca hubo otro objetivo ni otro plan, mal que les pese a nuestros politólogos de cabotaje, incluso los que se dicen de izquierda, que creen que algo del conflicto tiene que ver con las teorías sobre de democracia o la transparencia del sistema electoral venezolano, y no han sido capaces en veinte años de calibrar la trascendencia que han tenido las políticas de asedio y asfixia de los Estados Unidos en el conjunto de acontecimientos dramáticos y zozobras múltiples que ha atravesado ese país.

A la guerra que propone Trump contra Venezuela hay que añadir ahora la conducta cada vez más provocativa contra Colombia, porque es posible que allí también quieran promover una desestabilización en pleno tiempo de campaña electoral. Estados Unidos ha inaugurado una nueva etapa de monroísmo y el silencio de los que callan sólo contribuye a que se consolide una estrategia de dominación que va a traer más dolor, más violencia y más dependencia. Hay que advertirlo ahora, antes de que sea demasiado tarde.

Dejá tu comentario