Entonces, ante ese impacto pop, era previsible que la noticia de su eventual regreso a estas latitudes, y la posibilidad de que se incluyan otros países en esta gira, levantara las expectativas de sus seguidores. Y tal fue la dimensión de esta noticia, que el hashtag #MontevideoTSTheErasTour comenzó a ganar espacio entre las tendencias en la red X (antes Twitter).
Montevideo no tendría que quedar afuera de semejante gira, y el precandidato Andrés Ojeda -que quizás sea fan de Swift- la pegó: "Definitivamente, hay que hacer un esfuerzo por traer a Taylor Swift a Uruguay", escribió en su cuenta de X.
¿Fue un "golazo de campaña"? ¿Fue una táctica en plan "vamos a ver qué pasa"?
En principio, no cabe duda que fue "una pegada". Conectar ese universo donde las adhesiones pasionales se entremezclan con los gustos musicales tiene una fuerza indiscutida. Los sentidos se alteran, se movilizan, ante cualquier posibilidad de que el objeto del deseo (Taylor Swift) baje del panteón del pop hasta esta orilla del tercer mundo.
La posibilidad de que eso efectivamente se contrete, es otro cantar. En la industria musical, las cifras que se manejan para cerrar contratos con estrellas de tal magnitud son, literalmente, impresionantes. ¿Cómo se financiaría un proyecto de estas características? ¿Con qué empresas se puede contar para ello? Y la pregunta del millón: ¿cuál sería la ganancia? Son preguntas que solo los especialistas en este mercado podrían contestar.
Quizás en el fondo de ese breve posteo, Ojeda tenga la clave para lograr que se concrete esta empresa. Pero por ahora solo queda en el arsenal de eslóganes efectistas o en el mar de dudas que agitan la política: ¿Ojeda ya habrá llamado a la diva para arreglar su visita a Uruguay?, ¿ya tendrá prontas las camisetas con la foto de Swift y alguna frase alusiva a la campaña colorada?