Pero, entre todas estas manifestaciones, llama poderosamente la atención la preocupación de la derecha, no solo en los dirigentes del Partido Nacional, sino sobre todo en el propio presidente, respecto a la papeleta del "Sí" del plebiscito a la seguridad social. ¿Cuántos intereses hay detrás qué están dispuestos a defender a capa y espada?
¿A qué le teme el herrerismo?
En las últimas declaraciones, el mismo presidente de la República coloca en el centro el tema que más les toca y que más miedo les provoca, que está más allá de la seguridad social. El herrerismo le teme a la libertad de acción que propone el Frente Amplio para sus votantes en relación al plebiscito.
Sin importar la posición de la fórmula y de muchos dirigentes, la democracia y la participación están en el seno del FA, y existe la posibilidad de debatir y que los ciudadanos se manifiesten. Ningún dirigente frenteamplista, ya sea a favor del "Sí" o del "No", en forma más contundente o más moderada, le teme a la diferencia ni a la diversidad de posiciones.
El presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, ha abordado el tema del plebiscito sobre la seguridad social en varias ocasiones, enfatizando la importancia de la reforma y la sostenibilidad del sistema, pero sobre todo en un tono amenazante respecto a los riesgos del plebiscito, provocando al Frente Amplio a que defina una posición y acusando de que apoyan una propuesta que podría llevar al país a un desastre.
Sin embargo, las últimas declaraciones muestran que el oficialismo está preocupado por los posibles resultados electorales y que no tiene propuestas, por lo que necesita apelar al plebiscito como tema central de campaña y como elemento de distracción para mantener una reforma que afecta a Uruguay.
La reforma
Algunos puntos clave de sus declaraciones incluyen la defensa de la reforma. En el momento en que se procesó la reforma, el presidente y los diferentes dirigentes y referentes argumentaron a favor de la necesidad de reformar el sistema de seguridad social para garantizar su viabilidad a largo plazo, señalando que el sistema actual enfrenta desafíos debido al envejecimiento de la población y otros factores económicos. Sin embargo, en la realidad se hicieron afirmaciones que fueron difíciles de defender con argumentos.
Mientras tanto, desde el Frente Amplio, analistas de referencia y del movimiento sindical plantearon claramente las debilidades y problemáticas que traía la reforma, afectando derechos y profundizando un régimen como el ahorro individual, que iba a perjudicar a los trabajadores, entre otras medidas que eran regresivas.
Lacalle Pou ha destacado que la reforma busca beneficiar a las futuras generaciones y asegurar que los ciudadanos reciban los servicios y beneficios necesarios en el momento apropiado. Sin embargo, estos elementos ya ni se mencionan, porque las propias medidas, sumadas a los diferentes análisis, muestran que la reforma impone todo lo contrario: recorta prestaciones.
Falso diálogo
Durante todo el proceso de elaboración y aprobación de la reforma, hubo un falso llamado al diálogo. La LUC impuso una comisión de expertos que puede ser un ámbito válido para aportar, pero que no significa diálogo social ni participación.
Además, tuvo una actuación fallida porque, ante la primera posición de desacuerdo por parte de referentes vinculados al Frente Amplio y a los trabajadores, se siguió adelante con los planteos oficialistas y la comisión quedó sin efecto. Luego, a nivel de la etapa parlamentaria, se desestimaron los innumerables planteos y propuestas de parte de legisladores del FA. Y, además, para peor, se terminó aprobando gracias a la mayoría parlamentaria de la coalición que acordó cambios de último momento sin consenso, utilizando este mecanismo para alcanzar los votos necesarios en el Parlamento.
Sin embargo, los ciudadanos se manifestaron y el Frente propone un diálogo verdadero. Hoy, por mecanismos legales, ya sea en acuerdo o desacuerdo con el plebiscito, se ha generado un debate genuinamente participativo que ha permitido poner en el escenario público el tema de la seguridad social y la nefasta reforma que nos deja el Gobierno liderado por el herrerismo.
La democracia en Uruguay es fuerte, y los ciudadanos, con el impulso del movimiento sindical, se movilizaron logrando hacer lo que el Gobierno no quiso: expresar la verdadera posición social. La izquierda en Uruguay es sólida y no le tiene miedo al debate ni al desacuerdo cuando éste busca combatir injusticias y mejorar derechos.
A diferencia, la falsa libertad de la derecha se pone de manifiesto: no quieren libertad de acción, le tienen miedo y imponen con temor su posición, porque la misma no es por el "sí" o el "no"; es por defender una reforma que afecta a los trabajadores, regresiva e incompleta, que atenta contra la protección social y los derechos de los ciudadanos.