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Política hallazgo | verdad | Militares

La baba del diablo

La retaguardia militar del Batallón 14

Una vez más, el hallazgo de la verdad en el Batallón 14 se mezcla con el asedio de la impunidad de ciertos sectores militares.

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El cuarto hallazgo de un esqueleto en buenas condiciones en el Batallón 14 resulta esperanzador en el camino hacia la verdad, a la vez que, como la “baba del diablo”, desde los sectores que pugnan por mantener la impunidad se desarrollan ataques en su mayoría sugestivos y, en ocasiones, totalmente frontales.

Una pequeña esquela es hallada en la iglesia de la ciudad de Soca, en el departamento de Canelones; la esquela fue dejada anónimamente en la iglesia y alguien la encontró y la pasó a la persona que la hizo llegar a las autoridades de la INDDHH. Era un papel dañado, escrito a mano y que sucintamente decía que en la zona donde se encontraron los restos de Amelia Sanjurjo no había más cuerpos y había que buscar en la zona de empaque del Batallón 14, zona que ya había sido cateada por los antropólogos forenses sin resultados.

A los pocos días de la entrega de aquella esquela aparece el cuarto cuerpo. La esquela es una de las tantas maniobras de distracción (no hace mucho un exmilitar que decía poseer información se hizo presente en la zona de excavaciones, tratando de llevarlos a explorar otros lugares), lo que confirma que la zona donde se está trabajando es la correcta.

Cementerio de Arlington

Así denominaban en la jerga militar los predios del Batallón 14 de Paracaidistas, uno de los sitios de enterramientos clandestinos pero que, al haberse encontrado un cuarto cuerpo, es probable que existan más, lo que habla y confirma la existencia del cementerio clandestino de Arlington.

Los primeros trabajos se realizaron entre agosto del 2005 y octubre del 2006 con la información aportada, entre la que había muchos datos falsos, contradictorios y alguno confirmable, pero los datos que se tomaron como oficiales surgen del informe final de la Comisión para la Paz y de la Comisión Investigadora del Ejército.

En octubre de 2011, el Equipo de Antropología Forense de la Udelar, que comandara el arqueólogo José López Mazz, localizó en una zona situada a los fondos del Batallón n.° 14, conocida como “los campos de Vidiella”, los restos del maestro Julio Castro, educador y periodista, secuestrado el 1º de agosto de 1977 y ejecutado de un disparo en la cabeza. En marzo de 2012, y a escasos metros del enterramiento de Castro, el mismo equipo localizó los restos de Ricardo Blanco Valiente, dirigente sindical de Aute, detenido el 15 de enero de 1978.

En el momento del hallazgo, López Mazz explicó que los dos cuerpos hallados en el Batallón n.° 14 tenían “el mismo patrón de enterramiento”, situándose a solo cincuenta metros de distancia uno del otro. Los antropólogos recibieron la versión de vecinos de Toledo “que vieron las máquinas trabajando entre 1984 y 1985 en busca de cuerpos”, señaló López Mazz.

La búsqueda de restos por parte de militares fue conocida como la “Operación Zanahoria”. Según algunas versiones, se extendió incluso hasta el año 1997. “Las expectativas de encontrar otros cuerpos bajan en la medida que, según numerosas versiones, fueron retirados muchos cuerpos, pero nos interesaba encontrar restos residuales o cuerpos que se les hubieran escapado”, afirmó. La Operación Zanahoria tenía que ver con las fosas comunes cavadas en las unidades militares.

Estas fosas fueron abiertas por los militares ante la posibilidad de ser descubiertas. “En el fondo del Batallón 13, decían aquellas denuncias, se ubicaban caminando en zigzag, buscando los sauces más grandes de los existentes en el predio, en un área de casi 150 por 180 metros aproximadamente, dado que ocupan la mitad del área descripta en forma de rombo. Luego hubo denuncias en medios de prensa (Dignidad) de la remoción de las tumbas; en el año 1984 se habló también de que, ante el temor en las filas castrenses, se dinamitó una parte del terreno. Allí se encontraron (decían las informaciones) no más de cinco cuerpos que fueron enterrados nuevamente.

Muchos exsoldados dieron sus testimonios, pero en particular quien aportó más datos sobre los batallón 13 y 14, en los que trabajó durante 17 años e hizo croquis de los sitios de enterramientos, fue Julio Ruperto Ramírez, los que permitieron encontrar los restos del dirigente comunista Fernando Miranda; este exsoldado fue asesinado y su cuerpo fue hallado en las costas del río Uruguay del lado argentino.

Fueron comandantes de esa unidad:

  • Yelton Bagñasco (diciembre de 1971 y abril de 1976).
  • Coronel Regino Burgueño (abril de 1976 y febrero de 1979). Perteneció al ala más radical de la interna militar, negándose al Pacto del Club Naval y a la figura del general Hugo Medina en aquel proceso del Cambio en Paz. En los juicios contra Gavazzo se hizo presente en su defensa. En la época en que estuvo al frente del Batallón 14, en agosto de 1977 es detenido y secuestrado el maestro Julio Castro, en noviembre de 1977 Amelia Sanjurjo y en enero de 1978 Ricardo Blanco.
  • Carlos Rodríguez (febrero de 1979 y marzo de 1980).
  • Raúl Saravia (mayo de 1980 y abril de 1982).
  • José Baudean (abril 1982 y setiembre de 1983).
  • Sergio Spinelli (setiembre de 1983 y marzo de 1984)
  • Diego Cardozo (marzo de 1984 y abril de 1985). Según testimonios, fueron los inicios de la “Operación Zanahoria”. Diego Cardozo había resultado procesado en el 2021 junto a Armando Méndez Caban, Pedro Enrique Buzó Correa, Antranig Ohannessian, Néstor Ramón Silvera Fonseca, imputados de un delito de homicidio muy especialmente agravado contra los militantes Gerardo Alter y Walter Arteche, pero Cardozo había fallecido.

Batallón 14

La arqueóloga Alicia Lusiardo, responsable del equipo que actualmente está al frente de las excavaciones, dialogando con Caras y Caretas dio una dimensión del trabajo que vienen realizando y algunos conceptos que permiten hacerse una idea de las perspectivas.

La zona cautelada para realizar las excavaciones son 34 hectáreas de un total de 409, y faltan unas 23 para seguir trabajando, o sea que recién se va en 11 hectáreas, lo que explica el tiempo que insume y que insumirán los trabajos.

La zona cautelada se solicitó en el año 2019: “Manifestamos nuestro interés de volver al Batallón 14, pues entendíamos que ni por asomo había sido explorada parte de lo más importante mencionado en los testimonios. Es allí que solicitamos un ingreso que no era tan ambicioso y se focalizaba en algunos puntos en particular”, explica Lusiardo. Se autorizó esa cautela en el 2020 y empezaron a excavar, iniciando la tarea en el área donde estaban los restos de Castro y de Blanco, porque no había sido exhaustiva la intervención.

El monte

Lusiardo explica cómo se retomaron los trabajos. “Entonces, todo aquello que estaba entre el arroyo y la vía del tren lo hicimos así, completo. Y a medida que íbamos avanzando, y vamos a iniciar del otro lado del arroyo, empezamos a ver la necesidad de realmente incluir todas las posibilidades que había con esa información que ya estaba en los testimonios, porque acá no hay nada nuevo. Entonces con una reinterpretación que también puedes hacer del paisaje, se nos estaban quedando afuera cosas de interés. ¿Qué cosas de interés? Nada más y nada menos que el monte. Las fotos de los 70 que tenemos muestran el monte de la época. Si vos vas a ocultar un cuerpo, vas a buscar un lugar que no esté a la vista de toda la unidad. Teníamos dos cuerpos encontrados en ese monte, pero el monte es enorme, es de 34 hectáreas, o sea que lo que estamos abordando es todo el monte que había en la época”.

Otros sitios del batallón fueron intervenidos como toda el área que queda al oeste, que es la unidad. Lusiardo narra que “ahí en la unidad nosotros intervenimos la sala de empaque, la enfermería y las barracas adentro y afuera. Eso en su momento se descartó. Ya como áreas de interés no hemos tenido información relevante que apunte a otras estructuras o incluso a los alrededores que no son edificaciones de lo que es esa unidad, o incluso del tramo que hay de terreno sin construir entre la unidad y la entrada por camino a Los Combatientes. Hay una franja muy importante de terreno que jamás ha sido señalada como de interés, por lo tanto nunca la hemos abordado”.

Patrones

El equipo que dirige Lusiardo empieza con cuatro restos hallados, patrones de enterramiento que puedan dar pistas sobre los procedimientos. En ese sentido Lusiardo manifiesta que: “Los cuatro restos que aparecieron, aparecieron entonces dentro de estas áreas que se vienen trabajando desde el 2005. Son áreas de interés. Pero recuerden un poco las distancias más o menos en que aparecieron los restos unos de otros. Si tomamos como punto de referencia el hallazgo del 30 de julio, tenemos cruzando el arroyo hacia el noreste, a unos 200 m, la fosa donde se encontraban los restos de Ricardo Blanco y del maestro Castro. A unos 170 m hacia el este la fosa donde se encontraban los restos de Amelia Sanjurjo. A unos 100 m hacia el sur, el famoso punto G, donde se supone que estaban los restos de María Claudia, que no fueron ubicados, y a 1 m de las intervenciones arqueológicas del 2009. Todo esto que acabo de mencionar está en un radio de 200 m. El arroyo Meireles separa los dos hallazgos iniciales, el de Blanco y Castro, de los de Sanjurjo”.

Poder definir un patrón de enterramiento, si bien las excavaciones se van a hacer centímetro a centímetro, permite obtener indicios que no solo ayuden a la búsqueda sino a la reconstrucción de los crímenes.

Lusiardo explica que: “Al norte del arroyo, estas dos fosas que están separadas entre sí por escasos 25 m, sugieren que esa cercanía geográfica también es una cercanía temporal en cuanto a las desapariciones del maestro Castro y de Blanco. Y tienen patrones muy similares en cuanto a la profundidad, en cuanto a la abundancia de cal que tienen los cuerpos por debajo y por encima, e incluso la presencia de las bolsas de plastillera que contenían la cal, es decir que vertían el material y desechaban allí mismo la bolsa. Los cuerpos además tienen abundante vestimenta, y recordemos que, en el caso del maestro Castro, tenía hasta los zapatos y los plantares. Había cosas en los bolsillos. Al sur del arroyo Meireles el patrón es distinto. Tenemos la similitud de que son enterramientos individuales, de que son fosas primarias, es decir que no fueron perturbadas, no se movieron. Pero la diferencia es que, además de tener abundante cal, hay mucha menos ropa, o ninguna, como en el caso de Amelia. Y además hay una cantidad de material que configura esto que nosotros denominamos losa, que es un material que fragua y que genera como un piso, le hicieron un piso por encima. Entonces esta cantidad de material que es pedregullo, cemento, cal y arena mezclados generando esta losa rígida y muy, muy pesada, marca una gran diferencia, porque no solamente es el material, que es distinto, sino que te está hablando de un procedimiento que requiere de mucho más material, de mucha más planificación, de más personas que intervengan en esta actividad de ocultamiento del cuerpo”.

Si los patrones de enterramiento siguen una lógica de traslados de presos políticos asesinados, dos de los hallados pertenecen al grupo de detenidos desaparecidos en el Centro de Reclusión Clandestino de La Tablada: Luis Eduardo Arigón, Oscar José Baliñas, Oscar Tassino, Amelia Sanjurjo, Ricardo Blanco Valiente, Félix Sebastián Ortiz, Antonio Omar Paitta, Miguel Ángel Mato y Juvelino Carneiro, pero esto es solo una conjetura que por respeto a los familiares lo aconsejable es esperar que la Justicia brinde la identidad de los restos hallados.

La baba del diablo

Cuando el 6 de junio del 2023 se hallaron los restos de quien ya se sabe pertenecían a Amelia Sanjurjo, el presidente del Centro Militar, el coronel (r) Carlos Silva utilizó el concepto de que se habían “plantado huesos”, dichos que fueron sostenidos y difundidos por un comunicado que luego empezaría a firmar el grupo Patria o Muerte.

Ante este nuevo hallazgo, en su Bando Militar n.° 21, el grupo extremista de militares vuelve a utilizar el concepto y realizar las mismas críticas que en su momento desde el Centro Militar se hizo al excomandante en jefe del Ejército, general Gerardo Fregossi: “Ahora ‘plantan’ unos huesos en nuestro querido Batallón de Paracaidistas 14, amparados por la facilidad que les dio el cobarde de Gerardo Fregossi, que mandó a sacar las cámaras que vigilaban a estos zurdos, dejando así el camino libre para que siga el curro de las pensiones que se llevan los ‘familiares’”.

Pero el grupo de retirados militares pertenecientes a la unidad de Infantería del Ejército, conocidos como “los patas” en la jerga interna, pasaron todos los límites cuando ante la propuesta del intendente de Canelones de pasarla propiedad el Batallón 14 a la INDDHH, expresaron: “También le decimos a todos los zurdos corruptos de la Intendencia de Canelones y a los políticos profesionales, que no vamos a ceder ni un palmo del Batallón de Paracaidistas 14, si quieren guerra la van a tener y esta vez no tomamos prisioneros. Camaradas, a defender nuestras unidades de combate, a bayoneta calada”.

Este comunicado ameritó una denuncia penal en la Fiscalía de Toledo por parte del intendente de Canelones.

Pero estas actividades desde las sombras por mantener la impunidad no son las únicas acciones que se desarrollan mientras la verdad se abre paso. Por suerte, el decoro de integrantes del Poder Judicial sigue dando batalla; Las dos juezas responsables de todas las causas que se tramitan en Montevideo por el viejo código de proceso, Isaura Tórtora y Silvia Urioste, rechazaron el recurso presentado por los abogados del Centro Militar, que plantearon que en las causas que investigan delitos de lesa humanidad la jurisdicción corresponde directamente a la Suprema Corte de Justicia (SCJ), en función de lo dispuesto por el artículo 239 de la Constitución, que en su inciso primero plantea como facultad de la SCJ juzgar sobre “delitos contra derecho de gentes”.

Lo cierto es que esos 20 casos forman parte de un paquete de más de cien recursos presentados por el equipo jurídico del Centro Militar. Los escritos presentados tienen dos focos. Por un lado denuncian la “inconvencionalidad” de la ley 17.347, una norma votada por el Parlamento en 2001 y que tiene un único artículo que dice: “Apruébase la Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad, adoptada en la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 26 de noviembre de 1968”.

Argumentan además que “por expresa disposición constitucional, tiene jurisdicción originaria la Suprema Corte de Justicia y no las sedes judiciales con competencia en materia penal, lo que obliga a esta defensa a hacer valer la falta de jurisdicción de esta sede como cuestión previa a todo. (…) Como consecuencia natural y lógica, esta sede debe declinar competencia, o más, jurisdicción ante la Suprema Corte de Justicia”.

Aunque los abogados de los militares han intentado plantear numerosas excepciones de inconstitucionalidad, nunca nadie había recurrido a cuestionar el no cumplimiento del artículo 239.

En su respuesta al recurso, el fiscal de Lesa Humanidad Ricardo Perciballe sostiene que el mismo artículo 239, que establece que las potestades de la Corte, señala que “será la ley la que disponga sobre las instancias que haya de haber en los juicios”. O sea, que se establece que una ley debería reglamentar esos juicios que debería llevar la Corte. Pero esa reglamentación nunca se hizo, por lo cual esos juicios nunca se han practicado. También menciona que si todos los casos pasaran a la Suprema Corte, ésta colapsaría. Y además no existiría la posibilidad de apelar sus fallos.

Las babas del diablo recorren la ciudad con su manto de bravuconadas y acciones legales.

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