Cuenta la historia que en el mes de abril los dirigentes del herrerismo respaldaron a Penadés ante la denuncia pública por presunto abuso y explotación sexual a menores que hizo la militante blanca Romina Celeste. El exsenador era pieza clave, espada del gobierno en el Parlamento, articulador con la oposición, referente de su sector la lista 71 y también el cerebro detrás de la precandidatura de la contadora Laura Raffo.
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Por esos días las reuniones se sucedían una tras otra. Había una crisis y había que encararla. A lo blanco. Entre compañeros, acodados a una parrilla. La más recordada es la que ocurrió en la residencia del diputado Juan Rodríguez, en el barrio de Punta Carretas. Cerquita de la casa de Penadés. Todavía resuenan los encendidos discursos que relató el Semanario Búsqueda (jueves 13 de abril) que se dijeron esa noche.
El resumen de la reunión es que todo terminó con el convencimiento de que en unos meses el episodio sería superado. Los más veteranos hicieron referencia a la “embestida baguala” y las denuncias que sobrevinieron al gobierno de Luis Alberto Lacalle y que, entre otros, se llevaron puesto un ministro de Economía, directores de entes autónomos y la credibilidad de la familia que gobernó. De hecho, pese a que lo intentó, Lacalle Herrera nunca más accedió a la Presidencia.
Algunos de estos dirigentes quisieron remarcar que, al lado de aquello, “esto es de Bambis”. Según supo Juana, algún presente redobló la apuesta y se le escuchó decir “esto es el herrerismo, aquí no hay lugar para flojitos”. Acá se superó la muerte de Herrera, el alejamiento de Lacalle, ¿no vamos a superar esto?
Con el diario del lunes podemos decir que no solo no lo superaron. La crisis que vive la lista 71 es grande y ha salpicado no solo a los dirigentes, sino también a la barra y a la hinchada. Pero vamos por partes.
Las cuatro tramas.
“¿Por qué a mi?”, solía decir en abril el entonces senador Penadés a sus colegas más cercanos en el Palacio Legislativo y a sus amigos de la mesa chica de la 71. Justificaba así la “tormenta perfecta” que desató Romina Celeste en el programa radial Hacemos lo que Podemos, el 28 de marzo, cuando manifestó que el exlegislador había abusado de ella cuando era una adolescente y aún no había realizado su transición de género.
A partir de ahí se sucedieron una serie de hechos que llevaron a Penadés a crear tramas de distinta naturaleza para eludir su responsabilidad. Primero llamó a una conferencia de prensa en la que no aceptó preguntas, admitió su orientación sexual y negó enfáticamente su condición de pedófilo. También insistió en que iba a denunciar por difamación a Romina Celeste. Denuncia que nunca llegó y su credibilidad empezaba un camino sin retorno, barranca abajo…
Trama 1. Fuego amigo.
El primer rumor que comenzaron a difundir en el entorno del entonces senador era el del “fuego amigo”, que no era otra cosa que decir que Romina Celeste le había hecho un mandado al secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado. Penadés con la historia del fuego amigo llegó a convencer al mismísimo presidente de la República, apoyándose en los 30 años de amistad y de militancia compartida. No olvidemos que el presidente escuchó las explicaciones y llegó a decir “le creo a él. Sería un mal amigo si no lo hiciera”.
Trama 2. Los narcos del Cerro.
Después de Semana Santa, ya con tres denuncias en Fiscalía que involucraban a dos víctimas más que habían cifrado abuso sexual por parte de Penadés cuando eran menores de edad, la bancada del Partido Nacional empezó a pensar que algo había que hacer. Allí Penadés sacó de la manga una nueva trama: los narcos del Cerro.
Juana todavía recuerda que más de un blanco del entorno del exsenador Penadés le insistía con que los narcos del Cerro estaban detrás de las denuncias, porque el senador había sido un duro opositor y corredactor de normas en el combate de la droga. Penadés decía también que esa operación que venía de los narcos del Cerro era para enviarle un mensaje al ministro Luis Alberto Heber.
Trama 3. Operación política.
Cuando las cosas se pusieron complicadas en la bancada nacionalista, en aquella reunión que no se realizó en la tradicional Sala Verde (Sala Martín C. Martínez) del Senado, sino en el despacho de la vicepresidente de la República Beatriz Argimón, Penadés, cual prestidigitador, sacó de la galera un nuevo argumento y les dijo: “Poderosas fuerzas, que voy a dar a conocer más adelante, con vínculos políticos, están detrás de esta operación de desprestigio”.
En esa reunión de bancada, el senador Da Silva cantó bingo y le dijo con crudeza: “Mirá Gustavo, no conozco a nadie que tenga la vocación de ir a un juez con su hijo a denunciar un caso de abuso sexual porque sí”. En la misma línea, la senadora Bianchi, convencida que el tema no daba para más, le dijo claramente: “Gustavo, esto ha dejado de ser un problema personal del senador Penadés; es un problema de todo el Partido”. Pero este no se daba por vencido, aunque sabía, a esa altura, que su suerte estaba echada. El Partido y el Parlamento estaban por sacarle la tarjeta roja.
En junio vinieron el desafuero, su desvinculación de la lista 71 y la renuncia al Partido Nacional.
Trama 4. La causa armada.
Ya con tiempo para seguir pergeñando argumentos para convencer primero a la opinión pública y, si podía, de paso, a la Justicia, Penadés resolvió un nuevo frente de lucha. Habló con radio Universal, el semanario Búsqueda y el diario El País.
El argumento esgrimido básicamente fue siempre el mismo. Se trataba de una causa armada, decía, apuntando a uno de los denunciantes en calidad de testigo, Jonathan Mastropierro, como ideólogo de un plan para desacreditarlo.
Hasta aquí, las tramas principales esgrimidas por Penadés y su entorno durante la investigación fiscal. Ahora bien, la trama pergeñada por Gustavo Penadés incluye una investigación paralela que él llevó adelante montando un centro de operaciones en su propia casa.
Juana, que entrevistó al exsenador blanco en su departamento del Parque Rodó a mediados de agosto, recibió de primera mano este desarrollo argumental que él repetía a quien lo quisiera oír. Habló del fuego amigo, del fuego enemigo, de los narcos del Cerro y de una investigación paralela que estaba realizando. Y siempre agregaba: “Porque soy inocente y voy a demostrar que todo esto es una causa armada”.
“Cuando conversé con el exlegislador del Partido Nacional, insistió en que el ideólogo de esta operación era Jonathan Mastropierro. Confesó que lo conocía bien, que había tenido relaciones sexuales con él en más de una oportunidad y que tenía una mente brillante”, sostiene Juana.
La trama de la trama.
La investigación paralela de la que tanto habló Penadés a lo largo de los meses debemos entenderla en dos frentes diferentes. Una investigación que realizó ayudado por algunos allegados jóvenes de su entorno familiar que manejan las redes con destreza, y una investigación del policía apoyado en Tarocco y compañía.
Según pudo reconstruir Juana para este informe, la investigación que llevó adelante Penadés le permitió entrecruzar datos entre ambas y elaborar una estrategia con una única intención: estafar a la Justicia.
En lo que refiere a la investigación extrapolicial, el exsenador se valió también del aparato del Estado y de la 71 para articular una estrategia de defensa que pretendía saltar el cerrojo de la debida reserva y conseguir así información de las víctimas denunciantes. Así, consiguió información reservada del Registro Electoral Nacional, utilizando para ello a una funcionaria que desempeña funciones en el despacho del ministro blanco de la Corte Electoral, Arturo Silvera.
También se vincula a esta trama de recabar información a un exsecretario de Penadés en el Senado, también funcionario de la Corte Electoral y a una histórica secretaria que por más de 20 años estuvo en su despacho.
La noche que Penadés fue formalizado se pudo saber, además, que había armado una red de información con el director del Comcar, buscando información de algunas víctimas. Se supo también que Tarocco no actuó solo, fue ayudado por su subalterno, Federico Rodríguez.
Juana, cotejando ambas líneas de investigación que convergían en Penadés y trabajaban para él, corroboró que ambas estaban dirigidas a Jonathan Mastropierro y a través de él pretendía conocer la identidad de otros denunciantes.
Esto de por sí es muy grave. Ha superado el marco de la investigación original que llevó adelante la fiscal de Delitos Sexuales de 6to Turno. Ha dado lugar a una investigación paralela en la que se entrecruzan policías, funcionarios públicos e integrantes del entorno más íntimo del otrora legislador nacionalista. Sin duda, deja al desnudo una carencia del poder político. No olvidemos que Penadés era el amo y señor de la bancada blanca y utilizó el aparato del Estado como hacienda propia.
Las viudas de Penadés.
Este título viene a cuento por una película de Marcelo Piñeyro, Las viudas de los jueves, que relata la historia de una cerrada comunidad en un country, que se conmueve con el hallazgo de tres cadáveres que aparecen flotando en una piscina. La película intenta describir la franja social que compone este tipo de comunidad y, por extensión, a un sector más amplio de la sociedad de la época.
Las viudas de Penadés pretende describir ese grupo sociopolítico conformado por militantes históricos de la lista 71 que crecieron militando junto al exlegislador, le tenían como su líder y se sentían familia. Así, y sólo así, podría llegar a entenderse que por meses le hicieron el aguante. Estaban convencidos de la trama urdida por “el jefe”, la creían, la hicieron suya y alguno de ellos llegó a poner en riesgo su propio trabajo por apoyarlo y cumplir con sus pedidos sin medir las consecuencias.
Penadés cumplió años el 8 de octubre, dos días antes de ser formalizado por 22 delitos. Lo festejó en su casa y fueron todos. Festejaron, estuvo bien regado y comieron rico. Pero hay más. Dos días antes de los festejos cumpleañeros, la madre de la principal damnificada, una histórica dirigente del Partido Nacional y defensora a ultranza de Penadés, lo invitó a su casa y le hizo el mondongo que tanto le gusta… Hoy no tiene consuelo. Su Gustavo está preso y su hija al borde de un sumario y transita la indagatoria judicial.
Las viudas de Penadés saltaron a la luz en unos audios que se han hecho públicos en diferentes medios. Más allá de las conversaciones privadas, estas nos permiten ver un patrón de conducta: actuaban en bloque, le creían a Penadés, lo conocían desde hace muchos años y, en el error o en el acierto, hasta el martes pasado en que fue formalizado por 22 delitos, confiaban en él. Hoy se arrepienten, se saben manipulados por el imputado líder de la 71. Saben también que, más tarde o más temprano, visitarán la sede judicial en calidad de indagados o testigos.
El caso Penadés dejó una herida abierta en el Partido Nacional por haber implicado a militantes que actuaron, todo parece indicar, de buena fe, más allá de que a alguno probablemente le quepa la figura del cohecho calificado, en su condición de funcionario público. Mientras la Corte Electoral dispuso una investigación administrativa de urgencia, el senador Rodrigo Blás, casualmente quien ocupa la banca que dejó vacante Penadés, definió a los funcionarios involucrados como “pobres desgraciados que fueron víctimas de un hombre desesperado”.
Pero la principal viuda de Penadés, sin lugar a dudas, es el ministro Luis Alberto Heber. Su lealtad al inicio de todo esto no tuvo límites. Lo acompañó a la falsa conferencia de prensa en la Cámara de Diputados; se olvidó ese día que su rol, como ministro del Interior, es ser jefe máximo de los auxiliares de la Justicia, es decir la Policía. Heber lo apoyó hasta el desafuero. Una y otra vez dijo a quien lo quería oír que confiaba en él. Recién cuando leyó el informe fiscal que acompañó el pedido de desafuero al Senado de la República, empezó a soltarle la mano.
Para poder entender la relación entre Heber y Penadés hay que remontarse a 40 años atrás. Por ese entonces, Heber soñaba con ser diputado por Rivera y Penadés era un joven militante que hacía sus primeras armas en la juventud del novel Consejo Nacional Herrerista, liderado por Luis Alberto Lacalle de Herrera.
En 1985 Heber obtuvo su primera banca como diputado por el departamento norteño. Penadés era líder de los jóvenes herreristas y siguieron juntos. Durante el gobierno blanco de Lacalle Herrera fundan la lista 71 y así arranca una sociedad que los hizo diputados, senadores, presidente de la cámara a ambos y senador eterno a Heber. También ministro. Se conocen demasiado. Podrían jugar al truco con los ojos cerrados y ganar el partido.
Hoy la realidad es otra. Penadés cumple prisión preventiva por 22 delitos, entre ellos violación y corrupción de menores. Luis Alberto Heber es ministro del Interior y mientras conocía la imputación se enteraba, según dijo, que el director del Comcar y otro policía habían colaborado con Penadés en una investigación para estafar a la Justicia.
El exdirector del Comcar está preso en forma preventiva en la cárcel de Cañitas. Le iniciaron un sumario. A Federico Rodríguez, el otro involucrado, una investigación administrativa. Según supo Juana, hay más policías en la mira de la Justicia. Al cierre de este informe, Juana supo que renunció el defensor de Tarocco, el Dr. Ignacio Durán. Uno más que renuncia y van…
El ministro del Interior salió rápido a despegarse del tema diciendo que todo esto se puedo saber por una investigación paralela que llevó a cabo la misma Policía. En verdad, la investigación la solicitó la fiscal que lleva adelante el caso Penadés apoyándose en los policías de Delitos Informáticos.
Por acción o por omisión, lo de Heber es grave. Le cabe, al decir de un viejo profesor de la facultad, la culpa in vigilando in iligendo. Hablando en criollo, decía el recordado Jorge Gamarra, la culpa del director de una escuela. Heber, ministro del Interior, es responsable de lo que hacen sus subordinados siempre. Por eso será llamado a responsabilidades el martes próximo cuando concurra al Senado en régimen de Comisión General. Es su mejor versión, defenderse en el Palacio, en esa sala que considera su propia casa. Pero parece difícil que su baquía le sirva de mucho. Veremos…
Luis Alberto Heber repite siempre la misma conducta. Lo hizo en el caso Marset y le echó la culpa a otro. En el caso Astesiano quedó demostrado que utilizaron el programa El Guardián y miró para el costado. En el caso de su asesor directo Capretti le pidió la renuncia cuando una investigación llevada adelante por Caras y Caretas lo puso al corriente del uso y abuso que hacía su asesor directo dentro del Ministerio.
La investigación del caso Penadés deja al desnudo no solo los crímenes de un pedófilo sino el uso y abuso que ciertas figuras del poder político, más rancio y tradicional hacen a veces del Estado utilizándolo como hacienda propia.