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Política listas | FA | colectora microelectoral

Fisiatría política

Listos con las listas: El FA y la estrategia de vasos capilares

¿Por qué ha aumentado la cantidad de listas que presentan los partidos? ¿De qué se trata la estrategia de vasos capilares?

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Caras y Caretas Diario

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El reciente informe del Programa de Estudios Parlamentarios de la Facultad de Ciencias Sociales (FCS, Udelar) puso en agenda el notorio aumento de la cantidad de listas que se presentan a las elecciones del 27 de octubre de 2024. Proporcionalmente, es el Partido Colorado (PC) el que más aumenta, al casi triplicar la cantidad de hojas de votación bajo su lema, pasando de 106 a 301 listas.

El Partido Nacional (PN) multiplica por 1.5, al saltando de 137 a 219; y el Frente Amplio (FA) se acerca a duplicarlas, ya que en el año 2019 presentó 496 listas y ahora cuenta con 896 hojas de votación diferentes. La cifra desconcierta.

Según consignó La Diaria la semana pasada, el dato más llamativo es que el 49 % de las listas del FA llevan la candidatura de Carolina Cosse al Senado, lo que da un guarismo de 438 hojas de votación para su candidatura, algo que contrasta con el resto de los sectores frenteamplistas. Otro caso también sorprendente es que la lista 711, en la que ahora figura Felipe Carballo, trepa hasta las 115 listas, lo que implica una desproporción mayor si se compara con su poco conocida candidatura, más allá de que fue edil en Salto desde el año 2000, electo diputado en 2009 con el ascenso del movimiento impulsado por Sendic y hoy lidera ese sector tan golpeado por el ostracismo con el que se condenó a su mentor.

Esta novedosa estratificación evidencia la apuesta por una estrategia de acumulación solo al Senado. Esto implica renunciar, para la enorme mayoría de esas listas, a la conquista de una banca a Diputados, salvo alguna excepción de lista fuerte. Para la diputación no se permiten sublemas técnicos, por lo que cada lista debe concentrar, y no dividir, sus votos, con el objetivo de alcanzar un diputado en su departamento.

Esta estrategia fragmentada impide cualquier chance a la diputación en favor de acumular para un Senado, porque, para asignar las 30 bancas de senadores, la Corte Electoral lo hace sobre una sola circunscripción a nivel nacional y permite la formación de sublemas.

Quien mucho abarca, algo aprieta

El antiquísimo refrán alude a que si uno pretende ampliar mucho, seguramente tendrá problemas para dar fuerza a su acción. Sin embargo, el sistema electoral no solo permite estas formas de captar votos sino que, en cierta forma, las estimula.

En ese sentido, la fortaleza está dirigida no al crisol de listas sino a la figura o figuras que reciban la cosecha de esa siembra. En este caso es Carolina Cosse, aunque, en términos de llegar ser electa, no es ella la beneficiada, porque ya tenía prácticamente asegurada una banca para su lista, La Amplia, además de su posible y probable elección como vicepresidenta. El beneficiario sería Humberto Castro, que va como segundo candidato a senador detrás de Cosse.

Y Castro es precisamente quien, sin ser el inventor de esta estrategia, mejor la supo utilizar en la elección pasada. A tal punto que fue una de las mayores sorpresas electorales, ya que le permitió a la Vertiente Artiguista obtener una segunda banca de manera más que inesperada. Tanto que ni siquiera el propio Castro se había asegurado como titular y esa banca la ocupó Amanda Della Ventura. Castro era suplente y solo ingresó al Senado al final de este período, ya con la campaña electoral en marcha y cuando la Cámara pasa a un segundo o tercer plano.

Fue a raíz de ese suceso que el tema se hizo visible, aunque parece evidente que a nivel del FA no se ha estudiado mucho, lo que es preocupante. Si el principal partido del sistema electoral uruguayo no toma en cuenta la necesidad de aprender sobre el comportamiento electoral de una parte de sus votantes, así como sobre el comportamiento de una parte de los sectores que se presentan con su lema, llama la atención semejante desidia y, si se quiere, ignorancia.

De hecho, el análisis de esta estrategia parece haber quedado en manos de quienes han decidido aplicarla, aunque existe la posibilidad de que otros sectores hayan decidido no utilizarla por no considerarla conveniente o por no poder ejecutarla.

Pero hay otro hecho más preocupante, y es que la enorme mayoría de los sectores que presentan esa hipertrofia de listas resulta que no integran la orgánica del Frente Amplio. A tal punto que ni siquiera el FA tiene control de lo que el Estado le paga a esos sectores políticos por los votos obtenidos. Todos los que pertenecen al FA lo reciben por su intermedio y respetan los compromisos asumidos. Tan solo este tema abre interrogantes que sería bueno aclarar.

El tema es importante también en otros aspectos. El primero, referido a qué tipo de ligazón institucional se da. Segundo, qué compromisos se establecen o no y qué disciplina se hace efectiva en la práctica. Tercero, qué intereses y objetivos motivan este tipo de organización y cómo se alcanzan. Además, también surge la interrogante respecto de la logística que se debe armar para que funcione y dé resultados. Y, obvio, quién o quiénes la financian y llevan adelante.

Solo en términos de impresión de listas la cifra asusta en función de lo que suelen tener que pagar incluso los sectores pequeños. La incógnita exige principios y prácticas que den transparencia. La logística necesaria no se agota en la impresión de listas sino en su real reparto, a menos que el cálculo sea extrafino y de manera muy eficiente solo se imprima un escaso número y se entregue en propia mano de un electorado muy cercano. Lo mismo vale si acaso se inscriben listas que luego no alcanzan esa mínima organización y su cosecha es mínima o incluso casi nula. Eso solo se sabrá después del escrutinio final. Si 400 listas lograran solo 150 votos, sumarían 60.000, una cifra que por sí sola no alcanzaría para pagar un Senado, pero sería un resto con altísima chance de lograrlo.

La colectora microelectoral

En el interesante artículo de La Diaria publicado el 17 de octubre y titulado “¿Por qué hay tantas listas del Frente Amplio y qué sectores apuestan a la estrategia de la ‘colectora’?”, citando al Informe del Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales, “las 438 hojas de votación que apoyan a la exintendenta de Montevideo suponen la colectora al Senado más grande de la historia del país”. En ese sentido, también hay que preguntarse por qué comenzó y se ha extendido este comportamiento que implica la constitución de sectores muy pequeños que trabajan en lo que se podría definir como estrategia microelectoral.

Una explicación brindada por un dirigente de Baluarte Progresista, el grupo que lidera Humberto Castro, en el artículo mencionado, explica que estos sectores pequeños “buscan marcar votos en las elecciones nacionales de cara a las elecciones departamentales en las que tienen más posibilidades”.

Aún así, surge otra incógnita: ¿Por qué no inciden en la elección interna cuando la presentación de listas sectoriales establece acumulación de votos para elegir convencionales departamentales? Si uno de los objetivos es presentar listas que permitan juntar votos para su incidencia territorial en los diferentes departamentos, lo lógico sería que la elección interna, en la que además de la candidatura a la Presidencia se define la composición de la Convención Departamental, y esta será muy importante en la habilitación de las candidaturas a las intendencias, sea un escenario de actuación relevante para este tipo de listas. Sin embargo, eso no sucede y la proliferación se da en la elección nacional de octubre en la que desisten o no se juntan para tratar de obtener un diputado departamental y solo acumulan para que alguien conquiste una banca senatorial. Allí hay una contradicción a clarificar.

Una hipótesis es que el objetivo de alcanzar una diputación es muy difícil incluso para sectores medianos, mucho más grandes que estos otros que trabajan a nivel microelectoral. Otra incógnita es aclarar por qué toda esa gente tan diversa y sin vida orgánica dentro del FA, es aglutinada solo para el objetivo de darle a alguien el puesto de senador y cómo se logra.

Lucha sindical y capilaridad

Para la creación del FA fue necesaria una larga acumulación originaria y una logística orgánica que se adentró en la sociedad. Fue la organización sindical la que diseminó esa capilaridad en los tejidos de la clase obrera. Primero forjó la conciencia que permitió abonar la lucha económica de las masas asalariadas para que no cayera en el mero economicismo y deviniera en lucha política en un estadío superior. A tal punto que la cronología de la década del 60, con el Congreso del Pueblo, y la alianza obrero estudiantil surgida en las luchas universitarias de 1958, elevaron a necesidad urgente la unidad política partidaria, no solo para lo electoral, sino como forma orgánica imprescindible del proceso de cambio.

También se podría concluir que el nacimiento, como coalición y movimiento, y la creación de los comités de base del FA, fueron otra expresión de esa capilaridad insertada en la sociedad. Sin embargo, los comités y la representatividad de las bases en la dirección del FA, más allá de la recuperación orgánica lograda con la presidencia de Fernando Pereira y los 500 locales en todo el país, no pueden eludir las carencias y los desafíos enormes que exigen su transformación constante. Entre otras cosas, como espacios de mayor relevancia para que una fuerza política no sea tragada por el peso de la elite que gestiona el Gobierno, como ya ocurrió.

Vasos capilares

Los capilares son vasos minúsculos que forman una red en casi todas las partes del cuerpo. Tienen paredes extremadamente finas que actúan como puentes entre las arterias (que transportan la sangre que sale del corazón) y las venas (que la transportan de vuelta hacia él). La pared de un capilar es delgada y porosa, lo que permite el intercambio entre los tejidos y la sangre que suministra oxígeno y nutrientes a todas las partes del cuerpo y elimina los productos de desecho. Solo el 5 % de la sangre se encuentra en la circulación capilar y con ese volumen tan pequeño de sangre se asegura la función de intercambio de sustancias.

Estas definiciones de la biología permiten simbolizar una acción no tan visible que emerge mediante una estrategia electoral y que involucra no solo una determinada estructura y su funcionamiento, sino también entender su importancia si colabora de manera significante para que una elección pareja sea una victoria por poco en vez de una derrota por también escaso margen, como fue la de 2019.

Pero si la justificación de este uso termina siendo el resultado positivo de ganar el gobierno, y si su análisis, o la ausencia del mismo, se reduce a que el fin justifica los medios, corremos el riesgo de derivar en prácticas electorales que rápidamente pueden volverse electoreras o de acumulación de poder en función de carreras personales. A la vez, también la izquierda se perderá de estudiar y comprender las posibilidades de desarrollar capacidades orgánicas que acercan a un electorado al que, tal vez, de otra manera no llega.

Desestimarla a priori, tanto como adoptarla en las sombras, involucra un desinterés en la realidad pero, sobre todo, en su transformación, algo muy propio de fuerzas anquilosadas que terminan permitiendo cualquier cosa o desaprovechando herramientas eficaces y eficientes para atraer e interactuar con la gente. El cómo se hace o no se hace también nos define, tanto como nuestras consignas más queridas o el programa más profundo, y expresan los principios que se aplican o no.

Fisiatría política

Estos vasos capilares diseminados bien pueden dejar de llevar nutrientes y terminar siendo contaminados por los deshechos que embotan la sangre. Bien utilizados pueden aportar a corregir las arritmias de las campañas electorales o pueden debilitar tejidos y músculos que llevan, tarde o temprano, a la inacción; pueden ayudar a purificar o enfermar un corazón que, ya se sabe, está a la izquierda y hay que cuidarlo.

Si el Frente Amplio no quiere parecerse a la derecha, una fisiatría que diagnostique y prevenga una posible enfermedad se vuelve urgente, tanto como una teoría política que estudie y nos potencie en el buen uso de cualquier herramienta y en las buenas prácticas de cualquier acción, a menos que creamos que alcanza con ser quienes somos o no nos importe ser como ellos.

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