En la perspectiva del movimiento obrero se están sentando las bases de un salto cualitativo que es absolutamente complejo, porque la esencia del movimiento sindical es actuar para resolver las aspiraciones inmediatas de la clase obrera, de la clase trabajadora. Pero las aspiraciones inmediatas no tienen resolución de fondo si no es a la luz de cómo las trabajadoras y los trabajadores impulsamos una estrategia de desarrollo que implica una transformación sustantiva de la realidad nacional, en diálogo con todos los procesos de lucha que se despliegan en el mundo y, en particular, en América Latina. Y considero que esa formulación es adecuada porque en definitiva el capitalismo actúa como una mega aspiradora de recursos desde abajo hacia arriba; por eso son tan dramáticos los resultados de los estudios sobre la desigualdad global, latinoamericana y nacional.
Me da la impresión de que este año, por la vía de la resolución del Congreso Nacional Ordinario del PIT-CNT que nos encomienda generar condiciones para una estrategia nacional de desarrollo pero también por la vía de algunos planteos clave, como la reducción de la jornada de trabajo, las 40 horas semanales, los planteos que desarrollamos de cara al Presupuesto Nacional, reforzamos los objetivos de que el país se pueda encaminar hacia un plan de desarrollo de puestos de trabajo de calidad y que también provea una mayor participación del salario en la riqueza nacional por la vía del aumento salarial. Nuestra aspiración es que el Diálogo Social en Seguridad Social no sea ‘solo humo’ como se dice comúnmente, sino que podamos enfocarlo en la resolución concreta de las aspiraciones del movimiento sindical, que implica la Seguridad Social como derecho humano. Creemos especialmente en la necesidad de aplicar una sobretasa al 1 % más rico de la sociedad uruguaya y esa es una postura ética. Hay una sensibilidad vinculada a resolver la situación de los hogares donde viven niñas, niños y adolescentes por debajo de la línea de pobreza. Y la propuesta fue elaborada con mucho cuidado, sofisticación y contó con la participación destacada de economistas y tributaristas que participaron de la Comisión Consultiva creada para dotar de rigor técnico a una propuesta ética y política del movimiento sindical.
Puede decirse lo mismo, por ejemplo, del convenio marco entre el PIT-CNT y la Udelar, en el que la Universidad de la República actuará como contraparte asesora del PIT-CNT hacia una estrategia nacional de desarrollo. Creo que estos movimientos que hizo el PIT-CNT lo colocan en condiciones de despegar hacia un proceso diferente, que es un salto cualitativo en sí mismo desde una perspectiva programática.
Sobre la iniciativa de la sobretasa del Impuesto al Patrimonio de las Personas Físicas (IPPF) para financiar políticas públicas que combatan la pobreza infantil, el ministro de Economía, Gabriel Oddone, dio por cerrado el tema, dijo que “no se aplica en ningún lugar del mundo” y aseguró que el Gobierno no precisa más recursos.
La afirmación de que no se aplica en ningún lugar del mundo ya fue refutada por los economistas que elaboraron la propuesta, hay antecedentes que se aproximan a la dirección que planteamos nosotros. Además el hecho de que vivamos en un mundo tan desigual no es motivo de resignación, es motivo de propuesta, diálogo con el pueblo, organización, movilización, diálogo fecundo con el sistema político, con los parlamentarios, con los movimientos sociales, en defensa de desmercantilizar los derechos humanos. No es motivo de quietud; al revés, es motivo de organización y lucha. En el mundo predomina la desigualdad y por tanto, el movimiento obrero uruguayo no se puede quedar quieto porque sin las luchas de las y los trabajadores no habría avances en el planeta. Todas las luchas históricas como la reducción de la jornada laboral, las ocho horas de trabajo, el derecho al descanso y tantas conquistas, nada de eso existirían hoy si las y los militantes del movimiento obrero hubieran pensado que no valía la pena luchar. Además, la discusión sobre la desigualdad está en la agenda global. Está el estudio de economistas independientes a solicitud del G20, encabezado por Joseph Stiglitz; están los trabajos de Thomas Piketty; están las denuncias y diagnósticos de OXFAM; está el planteo de Luiz Inácio Lula da Silva aquí en América Latina. Históricamente, el Consenso de Washington y toda su ideología correspondiente, discutían la pobreza y la exclusión culpabilizando a los pobres y excluidos. Hoy por el contrario y frente a esa corriente ideológica o vertiente cultural que no deja de ser meritocrática, se está empezando a conversar el fenómeno de la pobreza como la contracara de la desigualdad. Nosotros pensamos que el problema de la pobreza en los años más tiernos de los chiquilines y las chiquilinas, además trae efectos negativos para el conjunto de las posibilidades de desarrollo del país. Para nosotros es un tema para resolver de manera urgente. Y por más que compartimos la sensibilidad establecida en el proyecto de Presupuesto Nacional y la direccionalidad de los énfasis en las prioridades, entendemos que solo con eso no alcanza.
Oddone también dijo que “son ideas atractivas, pero que terminan en un gran fracaso económico”.
¿En qué evidencia empírica se basa para decir eso? Son todas orientaciones procíclicas al mantenimiento del status quo, a la conservación de lo existente, pero nosotros queremos la transformación. ¿Cuál es la evidencia al respecto de que terminan en fracaso? También se decía eso de la reforma tributaria que impulsó el gobierno del Frente Amplio en 2007; no obstante ello, realmente en aquel momento la estructura tributaria del país tuvo algún movimiento en el sentido de una mayor equidad. Para nosotros visto hoy a la distancia insuficiente con respecto a todo lo que hay que hacer. Por esa razón, lo del 1 % es una primera instancia de una propuesta que apunte a una reforma integral.
¿Alcanza con el 1 %?
No, obviamente que no, pero eso ya lo advirtió el movimiento obrero y lo dijo con todas sus letras en los primeros de mayo de los últimos años.
Desde el movimiento sindical se ha denunciado que hay algunos empresarios que desarrollan presiones antisindicales. Al mismo tiempo, desde sectores conservadores se elogia la reforma laboral de Javier Milei, particularmente la desregulación y el debilitamiento del financiamiento de los sindicatos. ¿Cómo observa este escenario actual y cuáles son los caminos posibles que imagina?
Primero, nuestra solidaridad con el movimiento obrero y popular de la hermana República Argentina. Nosotros somos una clase internacionalista, y más con nuestros hermanos de la región.
En segundo lugar, el problema es una mentalidad que establece que el mejor sindicato es el que no existe. Esa mentalidad, en algunos medios no en todos, hay que ser justos en algunos medios empresariales se manifiesta. De hecho, el conflicto contra la empresa láctea CLALDY fue contra una expresión abierta y descarada de una conducta netamente antisindical. Y si eso logra suceder, logra realizarse, es porque hay cierto medio ambiente proclive a estas ideas absolutamente antidemocráticas. Porque el derecho a la organización de los trabajadores, que actúan en la relación laboral, en una relación desigual, es lo único que puede compensar, en cierta medida no del todo, las fuerzas dispares que implican el trabajo y el capital.
Durante estos años, el movimiento sindical ha hablado mucho del modelo de la desigualdad. ¿El Gobierno de izquierda pegó un viraje categórico al rumbo del modelo de la desigualdad?
Desde mi perspectiva, obviamente que hay una sensibilidad diferente a la del Gobierno anterior, pero el problema es que el modelo de la desigualdad está inscripto en el conjunto del modo de acumulación capitalista dependiente. Y con una sensibilidad distinta no se cambia; se cambia con políticas públicas verdaderamente transformadoras. Por tanto, en nuestra perspectiva, resta mucho por hacer en esa materia.
¿En qué quedó aquello de cambiar el mundo?
Es para eso que estamos acá. A eso dedico mi vida.
¿Qué pasará si EEUU toma las calles y las instituciones en Venezuela? ¿Qué respuestas deberían articular los Gobiernos latinoamericanos y los movimientos sociales, además de emitir comunicados o realizar videos y placas de Instagram?
Si se concreta, sería un cambio cualitativo nefasto para la situación de América Latina, porque en tal caso la resolución de la CELAC, de que nuestra América es una zona de paz, ya entraría en una situación de negación horrible del imperialismo norteamericano, en su mayor agresividad ante el declive histórico que está teniendo frente a los BRICS y China desde un punto de vista económico. Pero es una situación cualitativamente diferente que requeriría, en solidaridad con los pueblos de América Latina, por su autodeterminación y la no injerencia del imperialismo norteamericano en los asuntos del continente, respuestas movilizadas de solidaridad inmediatas y un concurso de pueblos y gobiernos llamando a la paz, llamando al cumplimiento de la normativa internacional y haciendo todo para evitar una situación de ese tipo, que sería calamitosa. Pero además, no solo sería un cambio cualitativo negativo para todos los pueblos de América Latina, sino que sería una profundización de algo que está en marcha, porque ya hemos visto con espanto las formas de injerencia del imperialismo norteamericano en las elecciones en Argentina, en la situación judicial de Jair Bolsonaro en Brasil. Por tanto, creo que sería un espanto para todos los pueblos del continente. Porque cuando necesiten agua, vendrá para acá. Estamos ante un cambio en la regla del juego radical.
¿Qué será de Cuba si EEUU invade Venezuela?
Cuba está sufriendo un bloqueo criminal desde hace décadas, que cada día se manifiesta en agregarle nuevas situaciones. Es brutal lo que sucede ya ahora.
¿Qué papel cumple Lula da Silva para Latinoamérica en este escenario de la geopolítica actual?
Lula da Silva cumple un papel no solamente en Brasil, sino para todo el continente y para todo el mundo. Un papel de una perspectiva distinta, otra ética, otras políticas, otras resoluciones. Evidentemente está cumpliendo un rol absolutamente positivo. Basta seguir la participación de Lula en foros y ámbitos de carácter internacional que, de alguna manera, me parece absolutamente trascendente, más allá de todas las enormes dificultades que implica mover la aguja a escala global, y de que esa ética también te dice que efectivamente otro mundo de paz y amistad entre los pueblos, de otras reglas del juego, de otras lógicas, es posible.
¿Por qué la mención contemporánea a la idea de revolución está acotada a la tecnología y ya no a las condiciones de vida de las personas?
Porque así lo impone la ideología dominante. Pero si hay una cuestión que a gritos te lo pide la realidad es la necesidad de una revolución democrática del siglo XXI. Es que los pueblos puedan generar las condiciones de organizar trayectorias históricas en donde la tecnología, el trabajo, las formas de organización económica, las formas de organización política y las formas de organización social, estén mucho más vinculadas a la persona y su felicidad que a la acumulación de capital. El capitalismo real está convirtiendo las fuerzas productivas en fuerzas productivas destructivas de la naturaleza y de la humanidad. Es evidente si observamos lo que está sucediendo con el cambio climático y con otros fenómenos de agotamiento de una forma de producción y consumo que es absolutamente negativa en su impacto ambiental. No se están organizando las condiciones para la reproducción de la vida en el planeta. Y si lo miramos desde el punto de vista de la desigualdad y las formas atroces de exclusión que genera, es la demostración más palmaria de que se precisa una revolución y que, además, ese proceso tiene que ser inclusive más intenso aún en democracia que hasta donde llegaron hasta ahora las democracias occidentales.
¿Cómo se prepara el movimiento sindical para el proceso de transformación del mundo del trabajo en sociedades cada día más excluyentes y «guetizadas», donde tantos quedan por fuera de todo?
Con propuestas como la de un diálogo tripartito hacia una estrategia de desarrollo; las propuestas que nosotros vamos a desplegar en el diálogo tripartito por la capacidad productiva del trabajo y la discusión del tiempo de trabajo y también del reparto. Las propuestas tributarias que nosotros estamos planteando en Seguridad Social, por ejemplo, desde el punto de vista de que, si en distintas actividades se achica la participación de los trabajadores, que esas empresas paguen por las tecnologías que tienen y por su rentabilidad, no por la cantidad de trabajadores. Claramente, no tenemos una visión neutra de la tecnología. El problema es en función de la impresionante revolución tecnológica actual ver cómo generamos relaciones sociales que utilicen esa tecnología para el bienestar humano. Por tanto, volvemos a lo mismo: se necesitan cambios de fondo.
El movimiento sindical afrontó este año denuncias de desvíos de fondos de recursos de las y los trabajadores en dos de los sindicatos más grandes de la central. Ambas causas han tenido derivaciones en la Justicia y altísimo impacto mediático. ¿Qué secuelas deja esto en la central? ¿Cómo cree que impactó en la confianza ante la opinión pública?
El hecho de que trabajadores, actuando en representación de la parte trabajadora en el Fondo Social de Vivienda, se hayan apropiado personalmente de recursos que los trabajadores pusieron para resolver una de sus necesidades, es una aberración que nos convoca a trabajar en la ética de la clase obrera, para que sea efectivamente funcional al interés colectivo de la clase, que es transformar la sociedad. Por eso nosotros saludamos cuando el Sindicato Único de la Construcción y Ramas Afines (SUNCA) acompañó una denuncia del FOSVOC, que se convirtió en una investigación en este caso, y nos parece que, desde una perspectiva ética, tenemos que insistir sin desmayo en la ética que nos enseñaron los viejos fundadores de la CNT.
¿Hay anticomunismo en el Uruguay?
El anticomunismo es parte de la ideología dominante y es una herramienta del capital para defender las relaciones sociales que supone y los privilegios que genera. Es una cuestión dominante en toda la sociedad mundial que, desde un punto de vista defensivo, hay que desmitificar con la vida de los luchadores, dando el ejemplo, mostrando realmente el rostro humano de los que militan para cambiar la sociedad. Desde una perspectiva ofensiva, hay que abrir la cabeza de la teoría y de la práctica para reinventar los sueños. Eso requiere desafíos intelectuales muy profundos, porque el mundo en que vivimos es el mismo y peor desde el punto de vista de la explotación, la alienación y las formas de dominación presentes al día de hoy; es el mismo y peor, pero al mismo tiempo es muy diferente. Por tanto, la prospectiva teórica, científica y ética que hay que levantar en ofensiva contra la sociedad del capital también es una parte de combatir esa mentalidad.
¿Cómo se imagina el Uruguay dentro de cinco años y en qué lugar le gustaría estar dentro de un lustro?
El Uruguay dentro de cinco años va a estar en el “Jardín de los senderos que se bifurcan”. Es decir, vamos a estar atravesando una ruta de aceleración de la implementación de la utopía reaccionaria del dominio de los privilegios sobre los derechos o vamos a estar en una ruta en donde el pueblo creador de todo estará ubicando las piedras angulares de una transformación social importante. Porque, como dice también Jorge Luis Borges, estamos parados en un momento de encrucijada, y él dice en un cuento maravilloso: “aquí la historia se complica y se ahonda”, y pone un punto y empieza a decir el desenlace. El cuento se llama “There Are More Things” o “Hay más cosas”. Lo que está en disputa hoy es justamente eso. ¿Cuál es la perspectiva del país? De un lado hay una decepción popular por políticas transformadoras no implementadas y canaliza el descontento una versión más o menos radical de la derecha, o se están ubicando las piedras angulares de una estrategia de desarrollo basada en la persona, que empieza a sofisticar inversión, desarrollo del trabajo, mayor innovación, participación de científicos y técnicos en el quehacer productivo, educación a esos efectos y una trayectoria de una inserción internacional diferente. Y también en esa trayectoria hay un proceso de superación genuina de todas las desigualdades y los males que implica un proceso de acumulación diferente. Y en cualquiera de las hipótesis, el lugar en que quiero estar es empujando una perspectiva democrática y popular.
¿Nota ese malestar creciente?
Sí, obvio, se nota. Nosotros tratamos de convertirlo en propuesta y acción, pero eso es una cuestión que se nota. Esta forma actual del capitalismo salvaje, de la aspiradora de abajo hacia arriba, se ve reflejada en un momento de angustia humana, de falta de perspectivas, de problemas de salud mental, de no querer tener hijos porque no está garantizado que la generación que sigue vaya a tener una vida mejor que la que le antecede. Esa es la bancarrota principal del capitalismo.
¿Cómo le gustaría que lo recuerden cuando ya no esté?
Yo soy un obrero revolucionario.