El Pit-Cnt ha resuelto convocar a una movilización “en defensa de la democracia y contra la corrupción” como respuesta a la crisis política que ha provocado la caída de cinco funcionarios de alto nivel del Gobierno.
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Horas antes de que la organización sindical tomara tal decisión, el Frente Amplio resolvió lo contrario por considerar que no están dadas las condiciones. Tiene su lógica. Si participan pocas personas, la movilización tendrá un efecto boomerang, ya que el Gobierno podrá utilizar el evento a su favor. No siempre lo correcto es lo más inteligente.
Como sea, es un error participar amparados en un solo motivo, que es el escándalo del otorgamiento dado a un narcotraficante y las acciones del Gobierno para ocultar lo que ya sabemos que ocultó. En realidad, el caso Marset es solo la gota que colmó el vaso, y a eso debemos apuntar.
Marchamos contra la corrupción. Corrupción en ASSE, en la Comisión Técnico Mixta de Salto Grande, en los ministerios de Turismo (con Germán Cardoso), de Vivienda (con Irene Moreira), en Defensa e Interior y en la UTE (con las sospechosas compras a Vertical Skies) y en Relaciones Exteriores, por sus compras directas y las contrataciones del Mides.
Marchamos porque estamos hartos de que el Tribunal de Cuentas y la Jutep estén pintados, hagan observaciones y no pase nada, por ejemplo, con la Fundación A Ganar, mientras los blancos se niegan a fortalecer a la Jutep económica e institucionalmente.
Marchamos porque el Partido Nacional (el mismo que critica a los sindicatos por no tener personería jurídica) se niega a aprobar una ley de financiamiento de los partidos políticos y una ley de acceso a la función pública. Marchamos porque la LUC favorece el lavado de dinero.
Marchamos contra la entrega del puerto de manera más que sospechosa.
Marchamos porque el Poder Ejecutivo complotó para mentirle al Parlamento y ocultar o destruir evidencias que debía enviar a la Justicia, siendo el principal asesor del presidente de la República, Roberto Lafluf, que dice en un audio que destruyó un acta notarial y es el mismo personaje que llamó desde Torre Ejecutivo al diario El Observador para impedir que se publicara la noticia de que habían espiado a la entonces pareja del presidente.
Es contra el uso de los dineros públicos para que los medios de comunicación de Salto dejen de dar noticias sobre los hechos de corrupción de la CTMSG, tal como denunció Radio Arapey. Es porque nos toman el pelo al sacar a Carlos Albisu dejando en su lugar a Martín Burutarán, su socio empresarial y político.
Es contra la senadora Graciela Bianchi jactándose de haberse “encargado” del periodista Eduardo Preve durante la pandemia, cuando lo echaron de Canal 10. Es contra la misma senadora investigando a una dirigente sindical de la educación.
Es contra los fichajes de manifestantes de AEBU (2020) y de recolectores de firmas (2021), y la infiltración de policías en una marcha por el SÍ (2022). Es contra la actuación contra 14 profesores que se habían fotografiado en octubre de 2019 en San José, manifestando su oposición a la campaña “Vivir sin miedo”.
Es porque cuando tantos jerarcas lo arriesgan todo para solucionar un problema a un narco, se hace muy plausible la denuncia de una senadora boliviana (basada en informes de los servicios de Inteligencia de su país) sobre que Sebastián Marset destinó 10 millones de dólares solo para comprar a funcionarios uruguayos.
Es porque desaparecieron dos celulares de Alejandro Astesiano, se eliminaron 10 mails de la cancillería, se eliminaron chats, robaron un audio con las declaraciones de este criminal sobre el homicidio de un amigo de su infancia, todo lo cual llevó a la exvicecanciller Carolina Ache a manifestar que temía que le robaran su celular, sobre todo luego de que el ministro de Relaciones Exteriores Francisco Bustillo le recomendaba “perderlo”.
Es porque el presidente “pasó a saludar” en la reunión en que se presionaba a Carolina, avalando con su presencia lo que estaban haciendo todos los implicados.
Es contra los seguimientos a las víctimas de Penadés, a la abogada de una de ellas y a la propia fiscal. Es por el espionaje contra los legisladores Mario Bergara y Charles Carrera y contra el exdirector nacional de Policía Mario Layera e, incluso, contra el pretendido espionaje contra chiquilines y docentes del liceo 41.
Es por el desmantelamiento de las empresas públicas y adoptar medidas que benefician exclusivamente a las empresas privadas competidoras.
Es por los ataques permanentes y virulentos contra la Fiscalía, no siendo tema aparte que le aumentaran el sueldo a los jueces y no a los fiscales. Es porque tuvimos una fiscal que parecía la abogada defensora del gobierno y estaba más pendiente de sacarse una foto con el presidente que de tomarle declaraciones, revelándose luego a favor del Partido Nacional.
Marchamos porque un allegado y un secretario del senador Gandini están sospechados de haber participado del Plan Penadés.
Marchamos porque el Sistema de Gestión de Seguridad Pública, El Guardián, el archivo de la Corte Electoral, vehículos, tecnología y oficiales de inteligencia han sido utilizados para favorecer a criminales, mientras que los cortesanos de Lacalle II han usado el poder para espiar, perseguir y amedrentar a opositores.
Marchamos porque los legisladores derechistas se oponen a tratar el tema de la vinculación entre el narcotráfico y la política y se niegan a tomar medidas para evitar que avance este mal.
Marchamos por el acceso a la información, porque el Frente Amplio tuvo que recurrir a la Justicia para que obligara al gobierno a darla.
Es por hechos sospechosos, como la venta de un terreno del Estado en Punta Ballena por 150.000 dólares cuando, según agentes inmobiliarios, vale 750.000 y, causalmente, el beneficiario es el magnate brasileño Alexandre Grendene, el mismo que le presta su avión privado al presidente.
Es porque en el piso 4 de la Torre Ejecutiva funcionaba una asociación delictiva, manejada por un hombre de extrema confianza del presidente, y en el 11 se organizó una reunión con fines nada éticos en nombre del presidente y por gente de su círculo más estrecho.
Es por mucho, mucho más que todo lo expuesto.
Como sea, quizá el lunes seamos pocos y haya sido un error estratégico lanzar una convocatoria con tan poco tiempo para organizar una movilización. No lo sé. Lo que sí sé es que yo estaré presente.
Y también sé que en la noche del lunes podré dormir en paz, con la conciencia tranquila.
El lunes marchamos.