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Política programa | ideas | Economía

IDEAS PARA OTRO MODELO ECONÓMICO

Propuestas para profundizar el programa de los cambios

Dentro del ciclo Ideas para otro modelo económico, organizado por la Comisión Nacional de Programa del Partido Comunista (PCU), se realizó en la Huella de Seregni una charla con los economistas e investigadores Gabriela Mordecki, Rodrigo Alonso y Luis Bértola.

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La charla se centró en la actualidad del ciclo económico que vive el país, su vínculo con el proceso histórico y la necesidad de profundizar en el programa del bloque de los cambios.

Las claves para pensar un modelo alternativo y su proyección para el desarrollo del país fueron analizados en un panel integrado por los economistas Gabriela Mordecki, Rodrigo Alonso y Luis Bértola, en el marco del ciclo Ideas para otro modelo económico, organizado por la Comisión Nacional de Programa del Partido Comunista (PCU). Los panelistas coincidieron en la necesidad de romper con las anclas que la economía tiene y en analizar los cambios a la luz de la experiencia histórica.

Para Mordecki, Investigadora del Instituto de Economía de la Universidad de la República (Udelar) que abrió el intercambio, en primer lugar hay que pensar el crecimiento como un objetivo indispensable “en cualquier política, pero debe ir acompañado de otras” iniciativas, como el pleno empleo, la estabilidad de precios, el equilibrio de las cuentas públicas y el balance externo de la economía. “Todas esas políticas deben llevarse adelante en el marco de la reducción de la pobreza, la mejora en el ingreso, la sostenibilidad de la deuda externa y, por supuesto, la preservación del medioambiente”, enfatizó.

Tras analizar la evolución de la economía desde la crisis de 2002, destacó que “en los últimos meses se nota un estancamiento y la economía aparece como debilitada”.

En este marco recordó que durante los gobiernos del Frente Amplio (FA) “el desempleo cayó y cuando el PIB comienza a enlentecerse comienza a crecer la tasa de desempleo. Luego viene la crisis de la covid, donde pega un salto. Posteriormente llega la recuperación, en la que el desempleo baja, pero en 2022 sube, y ahora estamos en 8,8, o sea, volvimos a subir, con grandes diferencias entre Montevideo e interior, donde el fin de las obras de UPM está marcando un desempleo importante, hasta mayo, cuando comiencen los jornales solidarios”.

Destacó que la tasa de interés “está muy alta” y que una de sus consecuencias es la caída del tipo de cambio.

Hizo referencia al salario real indicando que este es uno de los precios más importantes de la economía. “Creció durante los gobiernos del Frente Amplio, desde 2005, con los Consejos de Salarios y la recuperación del mercado de trabajo, pero a partir de 2020 el salario real cae por efecto del aumento de la inflación y la falta de reajuste; si bien se recupera un poco en 2022, ahora vuelve a caer”.

“Este gobierno hizo un fuerte ajuste fiscal encubierto con esta inflación en donde licuó los salarios públicos”, sostuvo. Y agregó que eso “permitió que, pasando de 2020 a 2021, el déficit fuera tan reducido. Igualmente ese déficit ha ido aumentando y estamos viendo un incremento mayor. Está el compromiso del gobierno de que los salarios sigan creciendo”, recordó.

En conclusión sostuvo que una macro [economía] ordenada “es indispensable para que la economía crezca y se desarrolle”.

Las principales medidas, agregó, “se centran en la educación para un desarrollo económico que permita una inserción internacional competitiva”.

Respecto a política impositiva, que es la que debe obtener recursos, dijo que “los impuestos deben ser la fuente de recursos que permitan las políticas de desarrollo porque permiten el crecimiento del ingreso y la caída de la pobreza. Creo que hay mucho para avanzar, hay muchos privilegios”.

No volver a los fisiócratas

Por su parte, Bértola, profesor de Ciencias Sociales de la Udelar, recordó que el país se enfrenta, “en este nuevo contexto”, al problema de la preservación del medioambiente para el desarrollo. “Una temática que se agrega a las mejoras del nivel del producto y a las demandas de que esas mejoras redunden en beneficio de la mayoría de la población”.

Advirtió que con la vuelta del tema ambiental “nos podemos enfrentar a la vuelta a las peores versiones fiosiocráticas de Uruguay. Esto es aquellas que entienden que toda nuestra riqueza emana de los recursos naturales, que todo emana de la tierra y que, más en general, son la tierra y los recursos naturales el origen verdadero y último de nuestro bienestar. Esto nos puede llevar a una mirada conservadora, muy naturalista, de lo que son los desafíos del desarrollo”.

“Quisiera enfatizar, no obstante, que es cierto que la humanidad en los últimos 300 años ha hecho una enorme destrucción ambiental, totalmente cierto e indiscutible. Y es algo que ninguna política la puede dejar de considerar y proponerse revertir. Pero también es cierto que en los últimos 300 años la humanidad ha hecho muchísimas cosas más. Ha inventado muchísimos más bienes y servicios, ha transformado el nivel de bienestar de una población que se ha multiplicado. Creo que a eso que hemos llamado, en general, desarrollo no le debemos dar la espalda y debemos seguir pensando en términos de la continuidad de la búsqueda de mejoras de la calidad de vida de la gente”, subrayó.

Para Bértola, la consecución de esos objetivos “nos lleva a otro problema y es que tenemos que medir mejor. Hace años que sabemos que el PIB no es la medida correcta de medir el bienestar, se han inventado otros, como el índice de desarrollo humano, que creo que tampoco nos debe conformar”. Por consiguiente, “tenemos que medir mucho mejor lo que es el desarrollo y debemos poder tener la capacidad de abstraernos de estas medidas, pero creo que tenemos un desafío muy grande, que no hemos sabido responder, y que es cómo conceptualizamos bien el desarrollo”.

En esta línea de razonamiento precisó que “este proceso histórico de desarrollo supuso una transformación estructural enorme y permanente. La sociedad humana ha generado nuevos bienes y nuevos servicios y eso se ha presentado desde el punto de vista del consumo y la demanda. Nosotros no somos los mismos de hace 300 años, nos reproducimos de manera distinta, consumimos de manera distinta y tenemos demandas totalmente diferentes, que tenemos que satisfacer, y se presentan demandas y las capacidades que tenemos para producir esos bienes y la propensión a consumir casi todas. Eso nos genera desajustes estructurales mayúsculos, que la economía ha desarrollado una y otra vez y que los países desarrollados enfrentan con gran volatiblidad y las características cíclicas del crecimiento”.

“Desde 2014 nuestra economía no crece”, sentenció seguidamente, constatando lo que los indicadores confirman. “No es un fenómeno de la pandemia o de los últimos tres años. Estamos ante una década de bajo crecimiento y los pronósticos son de bajo crecimiento. Cuando el gobierno hace las estimaciones de cuál es el producto potencial de Uruguay, dice que son del dos por ciento. Lo estamos aceptando. Eso es nuestro futuro”.

“Yo me quisiera rebelar contra ese futuro. Lo peor de las fluctuaciones es que afectan las políticas. Cuando vemos las series de nuestros ciclos económicos y vemos qué pasó políticamente, vemos que hay cambios políticos radicales. Yo no estoy diciendo que la economía es todo y la política viene atrás, pero hay mucha vinculación entre los ciclos políticos y los ciclos económicos. Dejamos de crecer en 2014, hubo un cambio político importante en 2019. Hubo una crisis importante en 2002 y hubo un cambio político importante en 2004. Hay un vínculo claro entre los ciclos económicos y las posibilidades de hacer política que es innegable. Si nosotros nos seguimos basando en un modelo basado en un ciclo tradicional, hacemos políticas distributivas, pero que pasado ese ciclo económico quedan sin sustento, nos vamos a estar enfrentando a la continuidad de esos ciclos y a la poca continuidad de las políticas”, sostuvo Bértola.

Citando a Mijail Gorbachov “cuando decía no tenemos a donde volver”, Bértola rematí: “Y es cierto, no tenemos a donde volver. Tenemos que pensar en alternativas distintas a las que se han desarrollado”, sentenció.

Seguidamente mencionó lo que a su juicio son algunos puntos centrales de una estrategia alternativa de desarrollo. Primero aclaró que “no hay un solo modelo para este país, hay muchos modelos posibles”. Y entrando en tema destacó la diversificación de la matriz productiva. “Estoy convencido de que si el país no enfrenta con políticas firmes los intentos de diversificar la matriz productiva, no vamos a llegar muy lejos”.

“El sector primario tiene una responsabilidad muy fuerte en aportar una estrategia de transformación”, precisó respecto al agro. “Por supuesto que necesitamos políticas industriales para otros sectores”, agregó. Pero centró su pensamiento en la planificación. Sostuvo que se necesitan ámbitos del Estado que “se dediquen a hacer esa política de prospectiva y planificación. Tenemos que reconocer que en los 15 años de gobierno del Frente Amplio fuimos muy poco coherentes y poco constantes en el desarrollo de esas políticas. Creo que necesitamos prospectiva y planificación en el más alto nivel sin que por esto se entienda una planificación centralizada, sino una planificación más de tipo evolutivo”.

De la mano de esta mencionó la necesidad de contar con políticas de ciencia y tecnología. Un campo en el que hemos flaqueado. Hemos avanzado, creamos construcciones institucionales importantes, pero diría que tuvimos la tendencia política por un lado más de competitividad y por el otro lado tímidas políticas de institucionalidad. No construimos una institucionalidad fuerte y no apostamos fuertemente a la unión de las políticas de desarrollo productivo con las políticas tecnológicas”, sentenció.

Profundidad programática

Rodrigo Alonso, licenciado en Ciencias Económicas, fue el encargado de cerrar la charla centrándose en la necesidad del programa. “Nosotros necesitamos más que nadie la profundidad programática”, dijo, entendiendo esta como “una reflexión con conciencia histórica y al hueso. Eso tiene que estar contemplado con la necesidad de la amplitud”.

“¿Porque digo particularmente nosotros? Si vemos los sectores populares en América Latina, nuestro problema no son los elencos de los partidos tradicionales, de la derecha clásica. Nuestro problema es la inercia de la estructura socioeconómica en la que estamos parados y de la que formamos parte, y eso se resuelve con profundidad programática. Ni siquiera es una tarea de gobierno, es una tarea de bloques históricos en mediano y largo plazo”, precisó ubicando el tema.

“Entender la realidad nacional es como ver ciclos que se repiten. Entender esos ciclos es entender que el momento en que las fuerzas populares son gobierno en Uruguay es parte de un ciclo. Se superpone con una fase de uno de los tantos ciclos. El ciclo responde a nuestro carácter de inserción primaria exportadora en la división del trabajo internacional”, recordó. Y alertó que “siempre para entender una parte hay que entender el todo y el lugar que ocupa la parte en el todo y el todo es la división internacional del trabajo. O sea, cómo se comporta la unidad mundial de acumulación del capital. Nosotros somos proveedores de materia prima”.

Definió a Uruguay como un país “ni ni”: “Un país que no tiene la productividad de los países del capitalismo más avanzado, lo que se llama el Occidente avanzado, la OTAN, en términos geopolíticos. No tenemos esa productividad. Tenemos un cuarto de la productividad de esos países. Pero tampoco tenemos la apertura de mano de obra que tienen los capitalismos emergentes, como por ejemplo China y el sudeste asiático. Entonces tenemos que la manera en que se desarrolla la economía uruguaya es participando en el mercado mundial sobre su base primaria exportadora. Hay matices, hay transformaciones. En el último ciclo hubo transformaciones relevantes”.

En este sentido recordó que “cuando se expande el flujo de demanda de los bienes primarios, nosotros subimos con esa ola. Eso fue lo que pasó de 2004 a 2014. Esa dependencia y la forma en que se procesa internamente van pautando la forma en la que Uruguay se expande y se contrae. Al ser un país que exporta bienes primarios, además de recibir el precio de los factores que son necesarios para producir, recibís un sobreprecio que es la renta de la tierra, y eso es por estar parado sobre condiciones naturales que permiten una productividad aumentada sobre esos sectores. Cuando se expande la demanda de esos bienes, se genera un flujo extraordinario de riqueza. Esa renta del suelo compensa los diferenciales que tenemos para producir”.

Así es como lo revela la historia uruguaya. “Discutimos si aumentó o no el salario, pero el tema es el ciclo mismo de la historia uruguaya. Cambiamos batllismo por Frente Amplio y es lo mismo. Es una exageración, pero no es tan exagerado porque comparten rasgos, más allá de lo ideológico, en cuanto a que expresan la materialidad de la economía uruguaya. Hay que mirar las votaciones, dónde vota uno y dónde vota el otro. Hay que ver cuándo se cae el Partido Colorado y por qué el Frente Amplio se vuelve la fuerza política central de Uruguay”.

“Desde 1955 a 1971-73 hay un estancamiento de la economía uruguaya, que venía saliendo el neobatllismo. Es el preludio del terrorismo de Estado y de la dictadura militar y de la puja distributiva que precede eso. La dictadura inicia un ciclo de crecimiento que termina con la caída de ‘la tablita’. Con un repunte exportador, pero con un endeudamiento externo muy fuerte. La dictadura es muy desnacionalizadora. Es claramente un ajuste regresivo sobre la fuerza de trabajo que baja a la mitad en su precio”, precisó.

Luego “viene otra etapa de expansión, con el salario planchado, y sobredevaluación cambiaria. Termina con una nueva devaluación, en medio de la crisis internacional, con la devaluación en Argentina, que es la misma crisis que la nuestra pero anticipada, dado que nuestra forma de inserción internacional es muy parecida. En los dos períodos crecimos de la misma manera y terminamos de la misma manera, con la misma forma de crisis”.

En esta línea de pensamiento recordó que la crisis del neobatllismo “termina en el terrorismo de Estado; la crisis del 82 se lleva puesta a la dictadura militar y la crisis de 2002 termina con el predominio de los partidos tradicionales. Por primera vez en la historia de Uruguay las fuerzas no patricias, digamos, los que en sus orígenes eran sastres, empleadas domésticas, peones rurales, en el siglo XXI se transforman en la fuerza política central, en la fuerza política de orden, en el partido más transversal. Si uno mira para atrás, va a ver algo parecido. Las dos primeras presidencias de [José] Batlle y Ordóñez: expansión, crisis, Alto de Viera, se crea la Federación Rural, surge el periódico La Mañana, aparece el riverismo. Un ciclo de expansión que termina en la dictadura de [Gabriel] Terra. Son asustadoras realmente la ciclicidad y las formas políticas que se superponen con esa ciclicidad de manera casi matemática”.

Para Alonso, el desarrollo de Uruguay “no es pensar en un comité de expertos, cómo vamos a organizar la institucionalidad para que nos vaya llevando en un proceso acumulativo, progresivo, sobre un terreno plano, a la mejora en la forma de inserción internacional”. La realidad indica que “voy a los tumbos, y voy a los tumbos porque mi estructura de inserción internacional me hace marchar así. El problema es cómo hago para salir de este circulo vicioso”.

Más adelante, y ante una pregunta del público, Alonso señaló que el tema no se soluciona con un programa de gobierno. “Se precisan 30 o 40 años, se requiere proyección estratégica de esa dimensión. Y aparecen los bloques históricos, las alianzas, la posibilidad de que haya alternancia, pero que esto no se desplome. Aparece el rol del Estado disciplinando los capitales individuales”.

“El problema de fondo es cómo organizamos los recursos para ir en esa dirección”, concluyó.

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