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Política educación |

El tema del lunes

"Quienes más necesitan educación, menos educación tienen"

Para el exconsejero de Primaria, Héctor Florit, la transformación educativa del Gobierno no atiende el problema más grave de la educación: el escaso tiempo de aprendizaje.

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Luego de que el Monitor Educativo de la Dirección General de Educación Inicial y Primaria reveló que los índices de repetición y asistencia empeoraron en el quintil más pobre, y con un inminente paro de la educación previsto para el próximo miércoles, Caras y Caretas dialogó con Héctor Florit, exdirector del Consejo de Educación Inicial y Primaria, quien brindó algunas consideraciones respecto a la “compleja” situación que enfrenta la educación desde el año 2020.

De acuerdo a Florit, el paro que adoptaron los sindicatos de la educación para el próximo 15 de junio “es una defensa de la educación pública” que surgió “a pesar de que se extremaron los intentos para no llegar a tal situación”. “El paro es una medida de lucha que, en el caso particular de la enseñanza, se adopta con mucha precaución porque los docentes y no docentes tienen más que claro que afecta la continuidad de la escolarización. Además, tiene como correlato un esfuerzo adicional que los propios docentes hacen los días anteriores y posteriores al paro para continuar con el desarrollo del programa”.

¿Por qué se tomó la medida de paro?

Se llega al paro debido a una reducción sistemática del salario —pérdida que está en el entorno del 8% del salario real —por la pérdida de derechos; porque la formación docente permanente en los cursos de posgrado se ha vuelto esporádica y, en muchos casos, algunas actividades se han suspendido; por recortes salariales en sectores particulares como maestros comunitarios, con la reducción de cargos de dinamizadores; también por recortes en un número importante de horas en Educación Media, situación que durante la pandemia, entre 2020 y 2021, significó un enorme esfuerzo para atender demandas no solamente educativas, sino también sociales por parte de los alumnos y sus familias. También porque es inminente una Rendición de Cuentas que atienda condiciones básicas, así como la recuperación salarial que prometió el propio Poder Ejecutivo y que, además, debería ser objeto de una negociación colectiva previa que no se está cumpliendo. La transformación educativa anunciada por las actuales autoridades se está llevando adelante con una participación mínima, sin los tiempos básicos de discusión, en un clima de persecución sindical y con falta de voluntad para encontrar caminos de solución a las problemáticas que plantean los docentes. En ese marco, creo que la medida de paro y la marcha son una demostración de defensa de la educación pública, con reclamos de mejora en las condiciones para enseñar y para aprender.

¿La transformación educativa atiende los problemas urgentes de la educación?

En teoría, el plan que planteó el Codicen tiene tres grandes ejes: mejorar la calidad educativa de los sectores más desfavorecidos reduciendo la brecha de aprendizajes, la transformación curricular y la formación docente. A mi juicio, no se ha puesto énfasis en el problema más importante que tiene la educación pública uruguaya: el escaso tiempo de aprendizaje. Tras la pandemia esa falta de tiempo para enseñar y para aprender se ha transformado en una dolorosa deuda de escolarización. Entre 2020 y 2021 el total de días lectivos fue de 177. Es decir, el problema del ausentismo —que había sido mejorado en las administraciones anteriores llegando a superar el 86% de asistencia — tuvo un resultado absolutamente negativo en los últimos dos años descendiendo al 72%. Y no me refiero a los días que tendría que haber habido clase, sino a los días que las escuelas abrieron.

¿Qué factores explican ese ausentismo?

La falta de asiduidad a los centros de enseñanza no solo fue producto de la pandemia, sino también de otras medidas. La más evidente fue la resolución de no obligatoriedad por parte del Codicen, pero también la falta de medidas que facilitaran la asistencia, como el condicionamiento de la asignación familiar a determinado nivel de asiduidad. El efecto concreto es que a lo largo de un bienio se asistió menos de un año lectivo y que este déficit de escolaridad afecta fundamentalmente a los sectores de menores ingresos, a los mas chicos y a quienes están en situación de discapacidad. En el año 2021, el promedio de asistencia a las escuelas estuvo en el orden de los 114 días, en las escuelas de contexto crítico fue de apenas 105 días, en educación inicial 101 días y en educación especial fueron 93. Es decir, quienes más necesitan la educación son quienes menos educación tienen. A su vez, el ausentismo se traduce en las tasas diferenciales de repetición de una forma tan dramática que la repetición de primer año en escolares de los contextos más pobres trepa a un 17,3%, en una relación donde casi uno de cada cinco niños repite, la cifra más alta después de muchos años. En el caso del 20% de niñas y niños de mejor contexto, el porcentaje de repetición es de 5,9 %. Estamos frente a una educación pública donde, tras dos años de pandemia, la deuda de escolarización se ha vuelto más injusta y menos equitativa.

¿Cómo se revierte esta situación?

Creo que, más allá del esfuerzo de los docentes, faltan políticas de acompañamiento. Lo más evidente fue el desestimulo a cientos de maestros comunitarios a quienes se les retuvo un mes de salario en una decisión arbitraria por parte del Codicen. Considero que este tema hiere la sensibilidad y genera una enorme deuda que debe ser atendida con políticas educativas orientadas a aumentar los tiempos de aprendizaje, las escuelas de tiempo completo, los campamentos educativos, las actividades de verano, maestros comunitarios, maestros de apoyo, jardines de jornada completa. Hay muchas herramientas de las que dispone la administración si se adopta la decisión de atender a los sectores más vulnerables.

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