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Política Tolosa | dólar |

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Tolosa y el imperio: el dólar, ese fetiche con pies de barro

Hay algo que debo agradecer a Tolosa: me obligó a pensar que no es oro todo lo que reluce y que cuando menos dependamos del dólar es mejor.

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El fin de semana pasado, “El País” decidió dedicarle uno de sus insidiosos “se dice” al presidente del Banco Central, el economista Guillermo Tolosa. Al editorialista que le tocó hacer el papel de provocador le “irrita” el tono con que se expresa el exfuncionario del FMI que trabajó 7 años en sus oficinas de Transilvania, donde los nobles hace algunos siglos se desayunaban con sangre.

Semejante pasado laboral y sus antecedentes de haber precedido a Talvi y Munyo en el liderazgo de Ceres albergaban mis prejuicios sobre un economista un tanto egocéntrico que aparecía de la nada en un universo de economistas que descendían en el nuevo gobierno del Frente Amplio aplaudidos desde el establishment, las Cámaras Empresariales y las páginas color salmón del suplemento económico de El País, por sus políticas macroeconómicas más o menos parecidas a sus antecesores y acordes con las “recomendaciones” de los bancos extranjeros, las instituciones financieras multinacionales de occidente y las calificadoras de riesgos.

Un poco de memoria

Escribí dos o tres editoriales en donde criticaba sobre todo la soberbia con que se dirigía a los operadores económicos y empresarios que pagan sus costosos almuerzos en ADM para escuchar mensualmente una conferencia relevante de actores importantes del Gobierno o a los más relevantes de la oposición. Me llamaba la atención porque también atesoraba el prejuicio de que los que tienen más plata son los más “vivos” y me sorprendía que un ignoto personaje que había descendido de los lejanos Montes Cárpatos para alunizar en el Banco Central se atreviera a decirles que padecían de una disonancia cognitiva que les obligaba a caminar hacia el abismo con los ojos cerrados.

Es más, hace unos meses, cuando aún creía en que Gabriel Oddone pudiera pasar debajo del radar y conducirnos hacia los objetivos que nos propusimos en el programa del Frente Amplio para alcanzarlos sin esperar milagros y en uno o al menos dos períodos de gobierno, le justifiqué a Gabriel mis críticas a Tolosa porque en ese momento creía que el que seguía las reglas del FMI era el presidente del Banco Central, y no el ministro de Economía.

Dicho esto, aclaro que creo que me equivoqué, que Tolosa no es el malo de la película y que voy a dar lugar a que digan que no resisto el archivo. Y está bien que me lo reprochen, porque creo que me apuré y me dejé llevar por prejuicios al menos con poco fundamento.

Sin conocerlo a Tolosa y sin perjuicio de que aún me parece un poco soberbio, creo que muy probablemente una de las motivaciones de Tolosa para regresar desde las tierras de Drácula es ver si puede contribuir a enderezar la “rosca” que nos dejara el ministro Luis Eduardo Azzini, cuando en los albores del primer gobierno blanco del siglo XX, abriera las puertas de la soberanía económica y financiera nacional al FMI. Si esto fuera, por milagro, su aspiración, nadie mejor que Tolosa, que conoció al monstruo en sus entrañas.

Lo de Azzini fue el comienzo de una era de sometimiento al Fondo Monetario, que pareció haber finalizado cuando Danilo Astori —que Dios lo tenga en la gloria— pagó al Fondo todo lo que le debíamos y dejamos de estar atados, creíamos que para siempre, a su “Carta de Intención”.

Lo de Azzini fue en 1960 y desde allí fuimos barranca abajo. En 2020 nos pusimos de nuevo las cadenas —ahora voluntariamente— porque todos los blancos, Lacalle, Delgado, Arbeleche, Labat, Ferrer, Javier García, Sturla, De Posadas, Antía, Lema y hasta Botana, simpáticos, inteligentes, burros ruralistas, pitucos con o sin boliche, con o sin carnaval, puntaesteños o de Carrasco, chorros u honrados, todos rezan los domingos en el altar de Azzini, a Dios padre y al Fondo Monetario Internacional.

Tengo que admitir que la forma de declarar de Tolosa siempre me pareció algo excéntrica y no lograba entender bien a qué apuntaba. Porque si venía a defender los intereses enquistados del dólar, la banca extranjera y la usura generalizada, le hubiera bastado con seguir el libreto de sus antecesores que, por cierto, me parece que en Colonia y Paraguay mantiene su vigencia invencible e inmaculada.

Ojalá otra vez me equivoque, pero si lo hago, que sirva como advertencia que donde menos se espera salta la lisa.

El País, el dólar y Tolosa

Pero el “tributo” que le hace El País a Guillermo Tolosa me hizo percibir que detrás de las gafas oscuras que tal vez me nublaban la vista se puede ver que aún hay luz. Porque si lo que dice Tolosa molesta al “primero siempre”, algo bueno debe traerse entre manos este economista que viene de fuera de la “rosquita” local de consultores y comentaristas que no trabajaron para el FMI pero aspiran a hacerlo o que quisieran ver coronada su gestión como Azucena Arbeleche como la “mejor ministra del mundo”, aunque el Gobierno perdiera en 2029 las elecciones.

Hoy me parece que ese sueltito inocente y envenenado de la columna de “lo que se dice en el País”, más que expresar cierta irritación, denota que a la oligarquía se le prendieron las alarmas porque Tolosa propone una agenda de desdolarización, no sin sugerirnos que nos avivemos porque el dólar se derrumba como un castillo de naipes. Es de tal magnitud esta sutil advertencia, que difícilmente pase debajo del radar aunque miremos para otro lado cuando un enorme ejército comandado por un pederasta con el pelo pintado de rojo amenaza a los países del Caribe y nos avisa con su nueva doctrina de seguridad que la Doctrina Monroe no es cosa del pasado y que contemos con que EEUU nos considera su patio trasero, en donde todos estamos en el radar.

El suelto del “se dice” pretende confundir quitando a la idea de desdolarizar la economía su verdadero sentido y le aplica despectivamente el nombre de “pesificación”, cosa de generar una asociación mental con lo ocurrido en Argentina en 2001. Obviamente se trata de un recurso retórico efectivo para preocupar a sus lectores, que podrían llegar a interpretar que la idea de Tolosa podría llegar a aplicarse en forma forzosa.

Pero, ¿qué es lo que parece estar mostrándonos Tolosa que alarma tanto a los intereses establecidos? Bueno, si lo que recomienda es bajar la dependencia de nuestro sistema financiero del área dólar, nos da una pista de que debemos mirar a los desarrollos en los Estados Unidos, especialmente en lo que tiene que ver con América Latina. Nos avisa que Trump ya intervino en las elecciones de Honduras y Argentina y pretendió obtener la libertad de Bolsonaro amenazando a Brasil y a Lula con aumentar los aranceles a los productos brasileños importados. Nos avisa que le bajó el copete al presidente de Panamá interviniendo en la gestión del Canal de Panamá. Que impone sanciones a Venezuela y a Cuba, que amenaza militarmente a Venezuela, Colombia y a todos lo países e islas del Carbe que procuren algún grado de independencia; que congela comercio, que roba fondos depositados en la Banca Internacional, que secuestra embarques de petróleo en altamar, bombardea lanchas y asesina a los tripulantes en aguas internacionales, y que, aunque pretendamos pasar disimulados, es tarea del Banco Central proteger nuestro patrimonio y el de los uruguayos, incluyendo el de los ahorristas uruguayos que, aunque no lo podamos creer, tenemos una moneda que ha resultado más estable, segura y sostenible que el dólar.

Es posible que, como tal vez me equivoqué una vez, me equivoque otra, pero hay algo que debo agradecer a Tolosa: me obligó a pensar que no es oro todo lo que reluce y que cuando menos dependamos del dólar es mejor porque resulta que lo que tenemos, el peso uruguayo, el que está respaldado por nuestra producción, nuestra historia, nuestros valores, es hoy más confiable que el dólar y el que se cree que llenando el colchón de papeles verdes con la cara de Lincoln se va a enriquecer, va a terminar durmiendo arriba de una tabla porque el colchón se va enflaqueciendo a medida que se va esfumando el mundo creado por Bretton Woods y van emergiendo nuevos actores en una economía multipolar que ya nació y va creciendo a ojos vista.

Vale la pena ver los pocos párrafos que el documento sobre la nueva política de seguridad de EEUU dedica a América Latina, bajo el encabezado de “Hemisferio Occidental”. Preocupa en particular a Estados Unidos la preocupación por países que son dependientes de las corrientes comerciales con China. “Va a ser difícil de revertir”, admite el documento, pero sin dejar entrever por dónde van a venir las presiones, todas de naturaleza económica.

Sería fantástico pensar que que Tolosa esté delante de la jugada y mirando hacia el futuro, que haya razonado que tener todo el ahorro nacional dependiente del área dólar puede ser un riesgo demasiado difícil de digerir, en caso de que esta nueva guerra fría que se nos impone se siga profundizando, lo que está haciendo es en protección de todos los uruguayos, y trasciende cualquier fetiche con querer bajar la inflación un par de puntos para ganarle a su antecesor en la carrera por cocardas que tanto afecta a los cultores de la ciencia lúgubre.

Este tema da para mucho y no alcanza el espacio. Tiene que ver con la salida de Bretton Woods en 1972, y con la decisión de Kissinger (asistido por Paul Volcker) de conferir a Estados Unidos en el principal deudor del mundo, convirtiendo en el proceso a Nueva York en la gran aspiradora de todo el ahorro del “área dólar”.

Esto funcionó relativamente bien hasta el fin del siglo, permitiéndole a Estados Unidos financiar una demanda de gastos de defensa que exceden con creces las posibilidades de su propia economía. Pero el crecimiento de los BRICS y la inoperancia de Europa han hecho remontar los gastos de defensa al mismo tiempo que el peso económico global de Estados Unidos se reduce y su capacidad de extraer rentas disminuye proporcionalmente.

Obama hablaba de “pivot hacia Asía” para reducir el costo en Europa. Con su estrategia Trump parecería querer “cerrar” nuevamente América Latina, volviendo a la política de las cañoneras y las aduanas nacionales intervenidas por el Tesoro estadounidense en beneficio de los acreedores “externos”.

En esta nueva guerra por recursos es que América Latina arriesga con terminar como África en el siglo XIX.

Son siempre algunas pocas mentes esclarecidas y con voluntad de resistir las que han permitido al Uruguay mantener su visión y voz independiente en la arena internacional, evitando arrastrarnos a conflictos en los cuales no tenemos ningún interés.

Daría la impresión de que Tolosa está haciendo esfuerzos para ingresar a ese selecto club. Y esto toca muchos intereses.

Ojalá Tolosa sea este que imagino ahora, y no el que imaginé antes. Si así fuera, le van a pegar como a Juan Castillo. Debe estar haciendo bien las cosas para que la columna del “se dice” de El País se ocupe de él para envenenarlo.

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