Durante los primeros años de dictadura, el Ejército desató en el departamento de Maldonado una cacería de militantes de izquierda o sospechosos de serlo. El Batallón de Ingenieros nro. 4 “Laguna del Sauce” se convirtió en una carnicería de seres humanos. Allí operaba el S2 del Servicio de Información de Defensa (SID), mientras en el Cuartelillo de Maldonado (hoy Paseo de San Fernando), ubicado frente a la plaza, funcionaba el OCOA 4 (Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas).
“El Zorro” Barrios operaba en el cuartel de Laguna del Sauce, por donde pasaron centenares de personas. Todos los que cayeron en sus manos no vacilan en calificarlo como “un salvaje torturador”. En el año 2019, el sitio Sudestada publicó una breve biografía del mayor (r) Barrios. “Nació el 7 de julio de 1952 en Rocha. Ingresó al Ejército el 1º de marzo de 1968 en el Arma de Ingenieros. Cadete en 1971, ascendió a alférez en 1972, a teniente en 1976, capitán en 1982 y a mayor en 1989.
Egresado de la célebre Escuela de las Américas, en Panamá, donde realizó el curso de contrainsurgencia ‘Internal Security Operations CC-6’ entre el 1° de enero y el 5 de febrero de 1971, allí fue compañero del excomandante del Ejército Carlos Díaz y del torturador Gustavo Taramasco, entre otros.
En 1972 se desempeñó en el Batallón de Ingenieros de Combate nro. 4. Entre 1973 y 1974 trabajó en el Batallón de Ingenieros nro. 1. Volvió como S2 (inteligencia militar) al Batallón de Ingenieros de Maldonado hasta 1976, cuando pasó al Servicio de Información de Defensa hasta el 27 de abril de 1982”.
A fines de los 80 el Ejército lo sancionó como responsable del hurto de neumáticos de maquinaria vial militar, y nunca más lo retomó. En 1990 asumió como director de Infraestructura Deportiva en el Campus de Maldonado, nombrado por el intendente Domingo Burgueño (PN). A fines de los 90 también fue denunciado por ejercer violencia de género por su compañera de la época, con quien vivía en Ocean Park.
A principios del 2000 se presentaron denuncias contra él y, entonces, con su compañera de la época, una ciudadana paraguaya que administraba propiedades en Punta del Este, se fueron a Paraguay. El fotógrafo uruguayo Jorge Vidart lo vio caminando por Asunción, lo siguió y encontró que la pareja tenía una papelería en el centro de esa ciudad.
Barrios sospechó que lo habían ubicado y se refugió en Villa Florinda, localidad del departamento de Misiones, limítrofe con Argentina. Tenía un pequeño campo y allí lo ubicó Interpol, que lo detuvo a principios de diciembre de 2019 para cumplir con el requerimiento del fiscal en DDHH Ricardo Perciballe. Este había reclamado su captura internacional en mayo de 2018, cuando había solicitado procesar a seis oficiales y funcionarios del batallón por torturas, muertes y desapariciones durante la dictadura cívico militar.
El 22 de enero de 2020 fue trasladado a Maldonado para responder ante la jueza Ana María Guzmán y el fiscal Luis Pacheco, quien subrogaba a Perciballe durante la Feria Judicial. Sus defensores, la doctora Graciela Figueredo, abogada del Centro Militar y de todos los terroristas de Estado, junto al abogado Emilio Mikolic, presentaron al inicio de la audiencia el ya habitual recurso de inconstitucionalidad contra la Ley de Caducidad y la prescripción de los delitos de los que se acusaba a su defendido. En ese momento, la jueza resolvió otorgarle la libertad hasta que la Suprema Corte se expidiera por enésima vez contra el recurso, pero dictó medidas cautelares. Debió entregar todos sus documentos y esa misma tarde, en la Jefatura de Maldonado, se le otorgó uno provisorio para que pudiera circular por Montevideo, lugar que no podía abandonar sin permiso de la Justicia. Y además, a todos los efectos fijó su domicilio legal en el Centro Militar.
Las primeras denuncias públicas, con nombre y apellido de los torturadores del batallón 4, fueron realizadas por la edila frenteamplista Beatriz Jaurena, y desde entonces los abogados patrocinantes son María del Carmen Salazar, Leonardo Pereira y Gonzalo Peloche.
A fines de diciembre del 2021 el Tribunal de Apelaciones en lo Penal de 1er. Turno rechazó por unanimidad el recurso presentado por los defensores, y eso habilitó a la jueza Isaura Tórtora a procesar y remitir a prisión al mayor (r) Dardo Barrios, como lo solicitó el fiscal Perciballe, por el caso Mondello. El asesinato y desaparición de Horacio Gelós Bonilla se sigue en otro juzgado, también el de Francisco Chocho, pero se descuenta que Barrios también será procesado por estos dos homicidios.
El acusado está detenido en Montevideo acusado por malos tratos contra militantes del Movimiento Marxista. Una vez que cumpla esa condena deberá cumplir con la que le toque por el asesinato de Mondello.
Cronología del terror
El dictamen del fiscal Ricardo Perciballe no solo da cuenta de la multitud de documentos y testimonios que obtuvo para esta causa, entre los que se cuentan efectivos militares que trabajaban en el batallón 4, sino que además es una precisa cronología de todos los hechos criminales en los que participó el entonces teniente Dardo Barrios.
El 14 de octubre de 1972 a las 22 horas fue detenido en un operativo conjunto de la Policía y efectivos militares Francisco Chocho, taximetrista y simpatizante del Partido Nacional. Trasladado al Batallón 4, murió tres horas después a consecuencia de las brutales torturas que recibió. Su hijo, quien revistaba en la base aeronaval de Laguna del Sauce contigua al batallón, encontró el cuerpo de su padre en la morgue local. Aún estaba mojado y atado con alambre. El entonces alférez Dardo Barrios fue identificado como uno de los torturadores.
Oficiales presentes en el interrogatorio: teniente de Navío Hugo Iglesias, teniente 1º Ulysses Prada, alférez Dardo Barrios, alférez Roberto Echevarría.
Por este caso el fiscal Perciballe presentó una solicitud de procesamiento contra Barrios, también como coautor de homicidio especialmente agravado.
En 1975 la represión se ensañó con un pequeño grupo llamado Movimiento Marxista que sólo tenía adherentes en San Carlos y en Las Piedras. La primera víctima fue Amelia Lavagna de Tizze, detenida en Manantiales por efectivos policiales y militares durante una serie de allanamientos en los que se buscaban armas. Fue trasladada al Batallón de Ingenieros Nro. 4 y pocas horas después murió en las instalaciones militares. El informe forense concluyó que el fallecimiento se produjo por envenenamiento con fosdrin, un veneno usado para matar cotorras.
Años después, su nieta, Lucia Rezzano Tizze, escribió: “Yo acuso y denuncio por este medio al Zorro Barrios y a todos los efectivos que trabajaron con él en el Batallón 4. Los acuso de haber practicado salvajes torturas a decenas de ciudadanos, entre ellos mis padres, mis tíos y mi abuelo. Los acuso de haber perpetrado al menos tres asesinatos, de haber violado todos los derechos y la dignidad humana. Los acuso de secuestro y de privación de libertad. Los acuso de ser cómplices, si no partícipes directos, de la muerte de mi abuela Amelia Lavagna de Tizze, quien fuera detenida en Manantiales y devuelta sin vida rotulando el caso como ‘suicidio’. Finalmente, acuso a Barrios —y de esto hay múltiples testigos— de haberle dado una brutal paliza a mi abuelo cuando éste se enteró de la muerte de su esposa”.
Por esa misma época fue detenido Darío Pérez, hoy en el Partido Nacional, pero que fuera diputado frentista en varios períodos, al que se le encontraron volantes contra la dictadura. Previo pasaje por el 4 fue enviado a otra unidad militar en Melo.
El 2 de enero de 1976, a las 20 horas, fue detenido Horacio Gelós Bonilla por efectivos del OCOA 4, que operaban desde el Cuartelillo de Maldonado, exactamente en Sarandí y Florida, a una cuadra de esa unidad militar. Gelós era edil suplente del Frente Izquierda de Liberación (Fidel), dirigente del Partido Comunista y también del Sindicato de la Construcción (Sunca). Desde entonces figura como desaparecido.
Carlos Julio Barrios, entonces secretario departamental del PCU, relató en 1986 a la Comisión Departamental de DDHH lo que él vio que le hicieron a Gelós. “Yo no sé adónde me llevaron, supongo que sería cerca de la Laguna del Sauce. Ahí fueron indescriptibles las torturas. Me colgaron de las manos y del cuello, me pegaban fuerte por todos lados, en el estómago, en los testículos. También me daban picana y eso duró horas […] Me sentaron en el suelo y me interrogaron sobre una lista secreta de contribuyentes al Partido Comunista. De repente vino uno que le dijo al que me interrogaba: ‘Déjelo a ese viejo traidor, que ahora vamos a hacerle una operación a su querido camaradita Bonilla y después se la hacemos a él’. Ahí me levantan la capucha y traen a Gelós Bonilla, maneado con las rodillas junto a la cabeza. Los traían a rastras. Ahí vi que lo castraban y salía sangre a borbotones. Yo solo veía parcialmente el cuerpo de Gelós, se quejaba espantosamente. Los quejidos se fueron apagando y a mí me ponen una venda en los ojos y la capucha y me llevan a unos 20 metros del lugar con un soldado al lado. Ahí se produce un gran revuelo entre los torturadores y siento que no muy lejos de mí se preguntan si nos largaban. Varias veces les había oído decir que, o hablábamos, o nos mataban y tiraban al medio de la laguna […] Nos cargaron a todos en un vehículo y a mí me tiraron en Rincón y Francisco Maldonado. Me dijeron que no me sacara la capucha hasta que no pasaran cinco minutos. Era la madrugada del 6 de enero de 1976”.
Todos los testimonios identifican a los siguientes militares como partícipes en las torturas reseñadas: sargento Amorín, teniente Nelson Silvera de Cerro Largo, alférez Dardo Barrios de Rocha, teniente Carlos Techera (a) “El
Caballo”, capitán Stocco, capitán Eduardo Giordano, oficial Cristo, mayor Premoli, comandante Juan Cirilo (S2 a cargo de la tortura), coronel Artigas Bianchi, Dr. Julio César D’Albora, médico militar, Dr. José Luis Braga, médico militar, Dr. Francisco Pons.
Por este crimen Perciballe también presentó una solicitud de procesamiento contra Dardo Barrios.
El 9 de enero de ese mismo año fue detenida en San Carlos la familia Vidal–Figoli, compuesta por el matrimonio y sus 4 hijas mujeres, una de ellas menor de edad. Julio Vidal era un prestigioso profesor de Matemáticas que se encontraba en silla de ruedas con sus piernas amputadas a causa de diabetes. Todos fueron trasladados al Batallón N.º 4 y, allí, objeto de interrogatorios bajo tormentos por parte de distintos efectivos, entre ellos Dardo Barrios. Al respecto, Silvia Vidal, hija de Julio, declaró ante el fiscal Perciballe: “Esas torturas eran submarino, picana eléctrica y golpes. Nos mojaban y nos desnudaban para picanearnos. Nos amenazaban con violarnos, con fusilarnos y enterrarnos”. En referencia a los responsables, dijo: “A mi padre lo interrogaba un oficial, Techera”. En tanto que, ante la pregunta de “si el teniente Barrios, quien identifica usted para interrogarla, daba la orden”, contesta: “Era quien amenazaba con más tortura”.
La casa familiar, ubicada frente a la plaza del Centro, fue ocupada por los militares, quienes en pocos días destruyeron y saquearon todo lo que encontraron de valor. El día de la detención un grupo de vecinos se congregó frente a la casa y aún se recuerda al “Gringo” Odizzio, gerente de la sucursal del Banco República ubicada a pocos metros, protestando indignado a los gritos “porque se llevaban a un hombre en silla de ruedas”.
En plena temporada turística de 1976 detonan varias bombas en Punta del Este. El general (r) Líber Seregni es acusado de participar en los atentados por estar presente en el balneario. El líder del Frente Amplio es apresado por el OCOA en su casa del balneario el 11 de enero. Estuvo detenido varios días en el Cuartel de Dragones de Maldonado. Fue encapuchado, sometido a plantones y torturado por personal del OCOA 4 hasta su posterior traslado a la División de Ejército IV en Minas, bajo el mando del general Gregorio Álvarez. Luego, Seregni fue transferido a la Cárcel Central en Montevideo, donde permaneció hasta el 19 de marzo de 1984.
El 6 de marzo fueron detenidos en Piriápolis: Washington González, de 29 años, empleado del casino del Argentino Hotel; Gustavo Sosa Zerpa, de 47 años, maestro; su esposa, Marta Laporta, de 50 años, maestra, y la hija de ambos, Laura Cristina Sosa Laporta, de 24 años, estudiante de Medicina. Los hombres fueron procesados y recluidos en el Penal de Libertad, en tanto que las mujeres fueron liberadas el día 16 de agosto.
A propósito de su detención, Laura Cristina Sosa Laporta declaró que todos fueron encapuchados y trasladados hacia el Batallón N.º 4. La mantuvieron encapuchada, fue objeto de golpes y de interrogatorios por parte de integrantes del S2 que no logró identificar. “Fueron 60 días llevándonos al S2 todas las noches, que era el lugar donde nos interrogaban. Un día me dieron un par de piñazos en los riñones y me desmayé. A los 3 días, en el interrogatorio, me dicen que uno ya salió con las patas para adelante, entonces volvieron a hacerme submarino y picana”.
“Después de que salimos, papá nos contó que estaba colgado y vendado… A mi padre lo habían puesto en una cama con electricidad. Siente ruido de agua, ahí sabía que estaba cerca de Laguna del Sauce. Llevaron a Mondello para el mismo lugar donde estaba mi padre en la cama de metal, venía empapado y después escuchó: ‘Pará, pará, se nos fue’” .
El asesinato de Eduardo Mondello
Un grupo de tareas del OCOA 4 detuvo, en la madrugada del 6 de marzo, al fotógrafo Eduardo Mondello. En el Batallón N.° 4 es sometido a interrogatorios y, según testigos, a torturas físicas y psicológicas que provocan su muerte tres días después. El cuerpo fue entregado a su familia en un cajón cerrado con orden de no abrirlo. Familiares y amigos desoyeron la orden, comprobando multiplicidad de lesiones y amputaciones en el cuerpo. El velatorio se realizó en la casa familiar de Piriápolis, que fue custodiada por camiones del Ejército y por efectivos armados.
Mondello había muerto en la emergencia del Hospital Marítimo, donde fue trasladado por efectivos militares encabezados por Dardo Barrios. El cadáver presentaba múltiples hematomas producto de las torturas a las que fue sometido. Su muerte se produce a causa de un paro cardíaco anóxico debido a la aplicación de “submarino seco o húmedo”.
El doctor Moisés Salgado Moreira, luego en democracia dirigente colorado y candidato a la intendencia, fue obligado a realizar la autopsia y en 1986 su testimonio ante la Comisión de Derechos Humanos de Maldonado fue clave para determinar responsabilidades en el crimen. En su declaración, Salgado dijo que “en ese momento no conocía el llamado submarino seco o húmedo, no interpreté todas las lesiones que quedaron consignadas en el protocolo de la autopsia. […] Pensé que el occiso había llegado al paro cardíaco anóxico, por la insuficiencia cardiaca derecha aguda. […] Esta fue la única vez que me vi obligado a autopsiar a un torturado […]”.
En el informe de la autopsia realizada por Salgado, afirma: “Una madrugada de marzo de 1976 fui llamado de parte del juez de turno para realizar una autopsia en el Hospital Marítimo. Alrededor de las tres de la madrugada, bajo una lluvia copiosa, me vinieron a buscar en un jeep del Ejército del Batallón de Ingenieros N.° 4 para llevarme. Al llegar me condujeron a la morgue del mismo. En el subsuelo se encontraba el doctor José Luis Braga y un teniente al mando de seis soldados armados de metralletas y fusiles. Una vez allí se me informó que el occiso había llegado con vida y muerto en el servicio de puerta del Hospital Marítimo, sin aclararme los síntomas ni el tratamiento instituido.
Cuando pedí instrumental para realizar la autopsia, el teniente quiso impedirlo, diciéndome que solo tenía que constatar la muerte y firmar el certificado. Yo le dije que tenía una orden del juez de realizar una autopsia y que eso debía hacer.
El doctor Braga habló con el teniente y éste accedió de mala gana, pero haciendo pasar a los soldados hacia la parte de atrás de la mesa de autopsias, y tuve que realizar la autopsia en presencia del teniente, los seis soldados y Braga. Recuerdo aún que el cadáver ya estaba quedando rígido y frío por lo que tenía de 4 a 6 horas de muerto […].
El cuerpo presentaba más de 200 erosiones equimosis, así como heridas superficiales en cara, tronco y cuatro miembros. Gran hematoma pectoral derecho debido a una contusión importante a ese nivel. Al abrir el cadáver del cuello al pubis y retirar la parrilla costal se comprobó que el hematoma pectoral llegaba a las costillas. En el abdomen había líquido serohemático en la cavidad peritoneal y equimosis en los mesos, posiblemente por traumatismo con contusiones profundas. En el tórax existían, a nivel de ambos pulmones, funciones hemorrágicas subpleurales que podían corresponder a las llamadas manchas de Paltauf que se ven en las asfixias así como también líquido serohemático en la serosa pleural. El corazón presentaba una llamativa dilatación de sus cavidades y agrandamiento del hígado, también distendido”.
Mondello murió a causa de las golpizas y el ahogamiento producido por la práctica del “submarino seco”. El teniente Dardo Barrios fue uno de los torturadores y quien pretendió oponerse a la realización de la autopsia en el Hospital Marítimo.
“Blanco igual comunista”
El documento fiscal elaborado por Perciballe da cuenta de un caso singular. Junto a Mondello fue detenido Washington González. No tenía ninguna participación política, solo era amigo de Eduardo. Al respecto, declaró: “Yo no tenía vinculación alguna con partidos u organizaciones de izquierda, mi familia ha sido blanca y yo también soy del Partido Nacional. Cuando les dije que era blanco, ellos me dijeron que igual era comunista”.
Sobre el trato recibido en el batallón, dijo: “Me torturaron, me provocaron una hernia umbilical que implicó tres operaciones, y me operaron de las dos piernas por las patadas y plantones que recibí. Me sumergían la cabeza en la laguna y me sacaban y reclamaban que hablara, y yo no tenía nada para decir porque no sabía nada y ya les había dicho todo. Luego me vuelven al sótano, donde me aplican corriente eléctrica con los cables en los pies, entre los dedos de los pies, en los genitales, en la boca...”.
Sobre los responsables de tales apremios, manifestó: “Quienes me torturaron eran los hermanos Barrios, pero también había otros presentes, un tal Fonseca, un tal escolástico Ortega, un cabo Héctor Churi… El teniente Ordeix fue uno de los que me llegó a torturar con el magneto”.
Luego de su pasaje por Ingenieros N.º 4, fue trasladado al Batallón de Caballería N.º 8 con sede en Melo y posteriormente al Penal de Libertad, donde cumplió una pena de 3 años de penitenciaría.
González es una persona muy querida por sus amigos, la mayoría de izquierda, quienes reconocen la mayúscula injusticia que se cometió con él y que le significó un grave problema de salud luego de su salida de Libertad.
Repercusiones
Apenas trascendió la noticia sobre Barrios, Piriapolis se conmovió. RBC, la radio local, le dio destaque a la información y recogieron varios testimonios de gente que conoció a Mondello. Su padre era también fotógrafo y dueño de “Foto Pepe”. Decenas de miles de uruguayos deben tener una foto tomada por Pepe a los niños que paseaban por la rambla en los carritos tirados por chivos o paseando en el trencito de Piria, o simplemente registrando imágenes de verano.
El publicista Claudio Invernizzi, detenido entonces en Piriápolis mientras pintaba una leyenda contra la dictadura y por lo que fue torturado en el 4 y luego estuvo detenido en Melo mucho tiempo, dijo en diciembre de 2019, cuando Dardo Barrios fue detenido en Paraguay: “Acabo de enterarme de que está preso el tipo que me torturó, el que me hizo conocer el olor del miedo, el que vandalizó la carne y el espíritu. El soldado del odio. ¿El que mató a Eduardo? ¿A Gelós Bonilla?”.
Y el miércoles pasado, al enterarse del procesamiento, escribió en su cuenta de X: “Eduardo pertenecía a una familia de fotógrafos de Piriápolis en la que había poetas y músicos que tocaban la guitarra, el acordeón y la mandolina. En la familia del asesino lo que había eran dos torturadores que querían matar la alegría. Medio siglo después, a uno le tocó la pena”.
En tanto y a solicitud de Caras y Caretas, Mario Invernizzi, ex preso político, dos períodos alcalde de Piriápolis, hermano de Claudio y amigo de todos los detenidos en el 76, escribió:
“Hace tiempo que lo sabíamos, pero una cosa es que lo supiéramos unos pocos y otra que ese conocimiento quede avalado por la Justicia con todas las formalidades del proceso.
El hecho de que se haya condenado a uno de los culpables es un paso más hacia la verdad. El hombre no actuó solo, actuó dentro de una institución y los mandos de esa institución en aquel momento son corresponsables.
Alguien puede decir que fue un exceso, pero si a la muerte de Eduardo sumamos la de Chocho, de Gelós Bonilla, de Sansó y posiblemente alguna otra no esclarecida, se ve que los excesos fueron la norma. Y fueron la norma dentro de un plan orquestado para imponer un sistema económico y social plagado de injusticias.
Eduardo luchó contra esas injusticias y por eso lo mataron. Los ideólogos de esa sistematización de la represión y la tortura contra quienes combatieron las injusticias siguen impunes”.
Se cerró el círculo
El médico militar José Luis Braga fue procesado con prisión en agosto del 2023, en el juzgado de 11º turno de Maldonado. Numerosos testimonios indicaron que Braga, que cumplía tareas como médico militar en el Batallón N.° 4, era el que revisaba a los detenidos y decía “a este no” o “a este dale que aguanta”. También lo acusaron de manosear a las detenidas. Fue quien llevó el cuerpo de Mondello al Hospital Marítimo de Maldonado.
En enero del 2020 sorprendió la presencia del abogado Jorge Napoleone en la sede judicial el día en que Barrios había sido trasladado desde Paraguay. El abogado se presentó como defensor de Braga.
Muchos se preguntaron en los 90 cómo Dardo Barrios, que ya era señalado como torturador, había llegado a ser director de infraestructura deportiva en el Campus de Maldonado durante el primer gobierno del nacionalista Domingo Burgueño (1990–1995). El 22 de enero del 2020 quedó claro. Lo recomendó Braga, que lo conocía de sus “andanzas” conjuntas en el Batallón. Braga fue director de Promoción Social del mismo gobierno y Napoleone era secretario general.