Según el análisis de Nómade, la preocupación por la salud mental se ha consolidado como un tema estructural en la agenda social, impulsada por las secuelas de la pandemia, la inestabilidad laboral y el estrés urbano.
“Este dato es particularmente relevante porque coloca un problema históricamente invisible entre los cinco primeros lugares de la lista”, subraya el informe.
Diferencias por edad, género y territorio
El estudio también identifica marcadas diferencias según edad, sexo y residencia:
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Las personas mayores de 60 años son las más preocupadas por la inseguridad (40,8 %), seguidas por el grupo de 35 a 59 años (36,2 %). En los jóvenes de 18 a 34 años, en cambio, la cifra baja al 24,3 %.
En Montevideo, la inseguridad alcanza un nivel de preocupación superior al del interior (37,2 % frente a 31,5 %).
El desempleo, por su parte, se percibe con más fuerza en el interior del país (17 %) que en la capital (5,5 %).
La salud mental preocupa más a las mujeres (14 %) que a los hombres (4,3 %).
Asimismo, se registran diferencias por orientación política: entre quienes votaron a Álvaro Delgado la inseguridad aparece como el principal problema (41,9 %), mientras que entre los votantes de Yamandú Orsi ese porcentaje desciende a 26,9 %.
Una tendencia sostenida desde 2024
La inseguridad mantiene su posición como principal preocupación desde 2024, con una tendencia ascendente. En mediciones previas, el indicador no superaba el 30 %, lo que —según el informe— podría estar asociado a hechos recientes de violencia urbana y mayor exposición mediática de los delitos.
“El desempleo continúa estable en segundo lugar, mostrando su persistencia como una preocupación estructural”, señala el relevamiento.