Julio Perdigón, es un hombre de hablar pausado, de sonrisa generosa y palabra reflexiva. Con el paso del tiempo se ha transformado en una voz referencial, que vincula las políticas de formación y empleo que surgen de un instituto generador de oportunidades, con el movimiento sindical que -además de pelear por salario y condiciones de trabajo- construye cotidianamente una agenda acorde a los cambios de este tiempo.
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Nacido en el límite entre Villa Española y la Curva de Maroñas, Julio fue el primer hijo de Ana María, una mamá adolescente que lo tuvo a los 14 años, y de Luciano Perdigón, changador del Mercado Modelo que con el tiempo se transformó en “lechuza”, en el particular vínculo dentro de ese espacio de comercialización de frutas y verduras.
Alumno destacado de la escuela n.° 117 de Camino Corrales, pegadito a la histórica FUNSA y del liceo 30, soñó brillar en las canchas de fútbol con la camiseta de Danubio, pero se tuvo que conformar con jugar a las maquinitas en la sede social y de grande decidió vivir a dos cuadras del club. Amor y pertenencia al barrio que lo marcó para siempre. Todavía recuerda las pisadas del Polillita Da Silva, las gambetas del Pompa Borges, la prestancia de Carlos Berrueta, la clase de Ildo Enrique Maneiro y la magia del “principito” Rubén Sosa. Julio se enamoró del sentir del barrio, la forma en la que la FUNSA atravesaba con sus obreros y su construcción sindical tantas historias de vida que nacieron y crecieron con códigos de honor, de barrio y latido de vereda. “Los obreros nos regalaban pelotas de goma y cuando podían las tiraban por arriba de los muros de la escuela para que nosotros jugáramos”. Todo está guardado en la memoria.
Nacido en 1962, Julio transitó su adolescencia bajo dictadura y se fue transformando en sindicalista casi sin darse cuenta, charlando con otros trabajadores en sus changas en la carnicería del barrio, en la fábrica de estabilizadores de voltaje Amper y en una fábrica de cerámicas. Luego llegó el tiempo de la guerra de Malvinas, los editoriales de Germán Araújo en la 30 y el movimiento sindical pujante que se reencontraba entre abrazos con las generaciones de dirigentes perseguidos, encarcelados o exiliados. Años de aprendizaje. Perdigón fue -en distintos momentos de su vida- dirigente del SUNCA y de la UNTMRA. Ocupó fábricas, realizó unos cuantos paros, discutió con empresarios, con ministros, persuadió a obreros que no tenían formación política para que leyeran y se informaran, ya que siempre entendió que los sindicalistas tenían que estudiar. Detestó siempre que se estigmatizara como “carneros” a quienes no querían parar. “Hay que persuadir, explicar, convencer, nunca desacreditar al otro por más que piense distinto. Y hoy somos incluso menos tolerantes que antes con el que piensa distinto”, reflexiona. Trabajó en la obra del Punta Carretas Shopping, cuando aún estaban los túneles de la fuga de los tupamaros y, posteriormente, fue a trabajar en UPM (ex-Botnia). Fue delegado en la mesa de los Consejos de Salario cuando la histórica huelga de la construcción de 1993 que duró 83 días, y dice que su compañera es la mujer más paciente de la tierra.
Desde que es director de INEFOP teje y construye desde un cargo de gestión, pensando en la igualdad de oportunidades. Cabe recordar que el INEFOP en 15 años de vida institucional ha logrado que más de 580.000 personas hayan accedido a soluciones de formación. Y de manera tripartita, trabajadores, empresarios y el Estado hemos invertido más de USD 220 millones en formación. En estos años, INEFOP desplegó una variada gama de oportunidades y proyectos como Uruguay Certifica, Habilidades Digitales, Proyectos Inclusivos, Programa Idiomas, Culminación de Ciclos Educativos, Formadas para Transformar, Prevención de Acoso Laboral, entre tantos. Asimismo, el Instituto Cuesta Duarte ha venido desarrollando conjuntamente con el INEFOP proyectos en materia de Sistemas Constructivos No Tradicionales, Desarrollo y Productividad, entre otros.
Julio Perdigón ocupa el cargo de director del INEFOP en representación de los trabajadores desde el año 2015. Sostiene que el movimiento sindical debe atribuir importancia al instituto no solo por la responsabilidad que conlleva, sino también por las oportunidades de formación y capacitación que se generan para los trabajadores.
Está convencido de que la formación proporciona libertad al trabajador que adquiere conocimientos. “Incluso el trabajador que no está afiliado a un sindicato puede elegir dónde trabajar siempre y cuando tenga una habilidad específica. En consecuencia, ese trabajador obtiene una mayor libertad. Aquel trabajador que no tiene un oficio está condenado a quedarse y soportar cualquier cosa”. En tal sentido, planteó que en las plataformas de los sindicatos “puede y debe estar presente el derecho a la formación de los trabajadores, porque ya no alcanza con pelear por mejor salario y condiciones de trabajo”.
“Hoy en día el cambio se está produciendo gracias a las nuevas tecnologías. Aunque se perderán empleos, especialmente aquellos que son repetitivos, también se crearán otros. Por esta razón es imperativo preparar a los trabajadores para que no queden excluidos del mundo del trabajo”, enfatizó.
Perdigón destacó que hay una herramienta poderosa que los sindicatos deben aprovechar, ya que forman parte de la negociación colectiva, y esa herramienta es el INEFOP. En 15 años, este instituto ha posibilitado que 580 mil personas accedan a soluciones de formación, con una inversión conjunta del Estado, trabajadores y empresarios que asciende a alrededor de 220 millones de dólares.
Asimismo, destacó que el INEFOP no solo se centra en la formación, sino que también aborda las políticas de género a través de cursos y talleres, así como la prevención del acoso laboral, la seguridad en el trabajo y la negociación colectiva.
Remarcó que la educación y el trabajo van de la mano, y el instituto dispone de becas para la finalización del bachillerato o de los ciclos educativos, con el objetivo de que esto no sea un obstáculo para ingresar al mundo laboral.
Otro aspecto que destacó Perdigón se relaciona con la certificación de las competencias laborales. En este sentido, recordó que el programa “Uruguay Certifica” fue establecido en 2017, tras constatar que muchas personas habían adquirido habilidades no en el aula, sino en el ámbito laboral.
“Uruguay Certifica está compuesto por el Ministerio de Trabajo, INEFOP, UTU, las cámaras empresariales y el PIT-CNT. A través de un proceso de evaluación externa, se certifica a las personas en un oficio específico”, explicó.
Agregó que la “formación dual” también tiene como objetivo vincular el mundo de la educación con el trabajo. En este sentido, los jóvenes que estudian pueden realizar sus prácticas en una empresa. “En lugar de llevar a cabo la práctica formativa en un taller, el estudiante la realiza en una empresa, recibiendo un salario, licencia y salario vacacional. El INEFOP financia al tutor en la empresa, al joven y también al profesor del lugar de estudio. Anteriormente, se otorgaban becas a los estudiantes para realizar pasantías, pero carecían de derechos a seguros y salarios, lo que propiciaba el trabajo informal”.
Perdigón subrayó que el INEFOP es tripartito hasta sus últimas consecuencias y, por otro lado, también necesita recibir propuestas de las organizaciones sociales. “Estamos abiertos a recibir propuestas de la sociedad civil que, a partir de los lineamientos estratégicos definidos por el instituto, puedan ayudarnos en aspectos como la capacitación, la productividad, la discapacidad, la vulnerabilidad, entre otros aspectos”.
Trabajadores públicos
Remarcó que el INEFOP solo atiende a la actividad privada y no pública, porque solo tienen derechos los trabajadores que aportan al Fondo de Reconversión Laboral (FRL) que son los privados, y los empleados públicos en muchos lugares no reciben capacitación.
“Desde nuestro punto de vista, el movimiento sindical debería analizar si no hay que incluir como personas de derecho que aporten al FRL a los empleados públicos, porque si no solo depende de la administración pública si tienen o no capacitación”, planteó.
Los trabajadores de la actividad privada aportan un 0,10 % de su salario para el FRL. Es decir, una persona que percibe un sueldo de 50 mil pesos, aporta 50 pesos y adquiere el derecho a la capacitación.
Perdigón subrayó que el INEFOP representa un espacio diferente al del movimiento sindical, donde los actores sociales, principales protagonistas del mundo laboral, encuentran menos diferencias. La meta es que tanto las empresas como los trabajadores experimenten mejoras, ya que la adquisición de conocimientos beneficia tanto a la empresa como al trabajador. Señaló que la parte más vulnerable es el gobierno, ya que en realidad busca sus objetivos particulares, mientras que el instituto debe operar en beneficio de la sociedad, independientemente de los intereses gubernamentales.
“Es crucial la participación del gobierno en el desarrollo de políticas para el mundo laboral, ya que, según sus políticas, puede generar más o menos empleo. Aunque el INEFOP puede proporcionar capacitación, esta tiene un alcance limitado si no hay oportunidades de empleo”, sentenció.
Reducción de la jornada laboral
Por otro lado, Perdigón se refirió a la propuesta del PIT-CNT sobre la reducción de la jornada laboral sin pérdida salarial. Tanto la reducción de la jornada laboral como la productividad no son temas ajenos al INEFOP, y puede contribuir generando información y estudios. “Comparto la posición del movimiento sindical que, de acuerdo con la ley de las 8 horas, la productividad ha venido mejorando y no se ha estancado debido a que los procesos productivos evolucionan, las máquinas son diferentes y los avances tecnológicos no son exclusivos del capital. Esto debería beneficiar a todos los actores del mundo laboral. No es que si el empresario compra la máquina se quede con una mayor productividad. Por otro lado, tiene que ver con el significado del mundo laboral, es decir, con el tiempo que el trabajador dedica a su familia, ya que el trabajo no es un fin en sí mismo. Estamos en un mundo donde la productividad ha mejorado y, por tanto, debemos dedicar más tiempo a los cuidados. Entonces, se da todo para que la reducción de la jornada laboral no sea vista como una pérdida de productividad, sino como un mayor desarrollo humano en el que todos deberíamos estar comprometidos”, puntualizó Perdigón.