El pasado jueves 20 de julio comenzó el 9° Mundial de Fútbol Femenino, organizado por la FIFA, que se disputará hasta el 20 de agosto en Australia y Nueva Zelanda. Un evento deportivo de primer nivel en el que se enfrentarán las selecciones mayores de varios países. Una competencia con mucho menos difusión que el mundial masculino (conocido por antonomasia como el mundial).
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Este mundial es diferente por varias razones. Es la primera vez que una candidatura conjunta gana la sede de un mundial femenino y que la copa se disputa en el continente oceánico. Es el primer campeonato de fútbol organizado por la FIFA que se realiza en dos confederaciones diferentes: la Federación de Fútbol de Australia es miembro de la Confederación Asiática de Fútbol (AFC), mientras que la Asociación de Fútbol de Nueva Zelanda pertenece a la Confederación de Fútbol de Oceanía (OFC). Además será la primera edición que cuente con la participación de 32 selecciones.
Las realidades del fútbol femenino son muy diferentes de las del masculino. Para tener un mapa fidedigno de la situación en nuestro país la consultora nómade elaboró la investigación Mujeres con cancha: realidades y avances de las mujeres en el fútbol uruguayo, cuyos hallazgos cobran relevancia en el marco de un nuevo Mundial de Fútbol Femenino.
En la actualidad en el fútbol femenino uruguayo se juegan campeonatos de primera, segunda y tercera división, y tres torneos juveniles, sub-19, sub-16 y sub-14. Nueve equipos compitieron en 2022 en el campeonato uruguayo de fútbol femenino en primera división.
De acuerdo con el informe, más de 7 de cada 10 mujeres (72,3%) y más de 9 de cada 10 hombres manifestaron que les gusta el fútbol (91,3%). Sin embargo, la mayoría (55,1%) reconoció no conocer ningún campeonato de fútbol femenino. La respuesta entre varones y mujeres mostró grandes diferencias: el 62,2% de los varones respondió afirmativamente frente a un 29,6% de las mujeres.
Estereotipos de género: deporte e infancia
En el informe la consultora cita a ONU Mujeres para afirmar: "Históricamente los estereotipos de género han determinado el desarrollo personal y profesional de mujeres y varones en relación a las llamadas cualidades naturales de ambos géneros. La designación de estas cualidades edifica estructuras de poder y opresión en detrimento de las mujeres. El deporte es una de las áreas que por excelencia se encuentran impregnadas por estos estereotipos. Bajo el argumento de características físicas y diferencias biológicas, así como intereses de “nene” y de “nena”, o atributos masculinos y femeninos, se han establecido patrones que condicionan el ingreso a determinadas prácticas deportivas".
En entrevistas con jugadoras y árbitras el equipo de investigación recogió testimonios que dan cuenta de las diferentes trayectorias vinculadas con el fútbol, generalmente atravesadas por prejuicios basados en género. Daiana Fernández, árbitra, relató: "Me gustaba el fútbol por mi hermano –cuatro años mayor– que siempre jugaba y yo iba a las canchas con él, a las prácticas y todo. Mi madre no me dejaba jugar por eso de que la mujer no puede jugar al fútbol. Le dije que quería jugar y me dijo que no. En esa semana salió en la tele que había cursos para árbitros y dije ‘yo quiero ser árbitra’ (...). Me dejaban jugar con mi hermano, pero para meterme a un cuadro estaba eso de ‘Ay no, ¿qué van a decir? ¿Qué va a pasar contigo? Te vas a meter en un mundo (...) de hombres’".
La escuela, las plazas, los espacios públicos, de diversión y deportividad "son mayoritariamente habitados y absorbidos por los varones", asegura el informe.
Desde 2005 la Organización Nacional de Fútbol Infantil (ONFI) organiza campeonatos de baby fútbol mixtos. Ese año había solo 41 niñas fichadas, pero para 2015, según datos de Plada Pais y Ramallo Bonvin (2015), el número ascendió a 3.000. El aumento fue significativo, pero el número es mucho menor que el de niños, que para el mismo año eran 60.000.
El baby fútbol mixto permitió que las niñas jueguen y se formen, potenciando sus habilidades y permitiendo que practiquen, pero la trayectoria se suele cortar cuando llegan a la adolescencia porque las oportunidades son mucho menores que en el fútbol masculino.
La situación actual del fútbol femenino
Hay gente que asegura que el fútbol femenino "no es tan bueno como el masculino", por eso "mueve menos plata" y, en consecuencia, menos gente lo sigue. Pero la situación se vuelve un círculo vicioso, una pregunta de qué fue primero. Hay un dato innegable: las mujeres entrenan en condiciones mucho más precarias que los hombres en materia de infraestructura, materiales, transporte, indumentaria.
En algunos clubes las condiciones han mejorado, pero no es el panorama general. En palabras de la jugadora Sofía Olivera: "Rampla, un cuadro multicampeón, de los más ganadores de lo que hay en femenino, entrenaban al costado del Estadio Centenario. No el de hoy, era pasto y nada más, canchitas de tierra. Ahí entrenó el mejor equipo del fútbol femenino hasta el día de hoy, es el mejor equipo, el más ganador".
Estas circunstancias "se ven profundizadas en las categorías B y C de fútbol femenino, donde la realidad es descrita como 'peor y totalmente diferente'", según nómade.
Otro aspecto desigual es el de la paga. Las árbitras/os y asistentes del fútbol femenino de primera división ganan lo mismo que sus colegas de fútbol masculino de categorías inferiores.
Las mujeres entrevistadas por el equipo de investigación entienden que la profesionalización del fútbol femenino depende de tres componentes fundamentales: un salario acorde, recursos materiales y humanos suficientes, y la deportividad adecuada.
Valeria Colman, jugadora, lo explicó así: "Hay dos maneras de ver la palabra profesionalización. Una que es con un sueldo, sos profesional porque te pagan. Y también cuál es el valor que tiene ser profesional. El masculino tiene un mínimo de sueldo, si cobrás menos de eso ya no sos profesional. Hay otra manera de verlo, sobre todo en el fútbol femenino que está en desarrollo, que es el ámbito en el que te movés, en el que practicás, qué recursos materiales y humanos tenés. Para mi ser profesional en el fútbol hoy, va más por los recursos que tenés (...) Ya cuando la igualdad de condiciones sea mejor para todos, se va a poder hablar de ser profesional con un dinero".
El informe asegura que solo un equipo de primera división (Nacional) ofrece contratos de trabajo formales a todas sus jugadoras. Los demás otorgan contratos a una parte del plantel y el resto solo cobra viáticos, pagan únicamente viáticos o no ofrecen retribución alguna. Sumado a esto, el nivel del salario no permite a ninguna jugadora vivir del fútbol y los montos no fueron sometidos a acuerdos con mínimos establecidos por cantidad de horas, tareas o desempeño.
Ciclo menstrual, embarazo, maternidad
"Son cada vez más los equipos de fútbol femenino profesional –a nivel de clubes y selecciones– que incorporan el conocimiento sobre el ciclo menstrual de sus jugadoras para poder calendarizar sus entrenamientos y diseñar rutinas particulares que maximicen el rendimiento tanto individual como colectivo", dicen en la investigación, sin embargo, en Uruguay eso no sucede en ningún club.
Cada fase del ciclo menstrual implica diferencias a niveles hormonales, producción de fuerza, chances de lesión. Sincronizar los entrenamientos con el ciclo es una manera de cuidar a las jugadoras y, a la vez, maximizar el rendimiento.
Además de esta falta de preparación específica, "las propias jugadoras denuncian enfrentarse a situaciones de destrato al sufrir cólicos menstruales o similares, producto del tabú y la invisibilización de las que suelen ser víctimas estos malestares y todo lo relacionado al periodo menstrual".
Por otra parte, el embarazo no está contemplado en el fútbol femenino en Uruguay. Las jugadoras, incluso si cuentan con un contrato formal de empleo en un club, no tienen garantías económicas ni laborales para atravesar el embarazo.
En el caso de las árbitras sí está contemplado el embarazo, pero, si vuelven a trabajar en primera división masculina, deben rendir nuevamente una prueba que no contempla las particularidades de su situación, ya que su modelo es completamente androcéntrico.
Mujeres deportistas y medios de comunicación
El fútbol femenino "es víctima de una indiscutible invisibilidad en los medios de comunicación", aseguran desde nómade. En la actualidad, y tras un largo proceso de negociación, las fechas de primera división femenina son transmitidas por AUF TV y DirecTV. Hay "escaso reconocimiento" producido por la falta de inversión.
La transmisión de los partidos supone la aparición de sponsors y permite a las jugadoras negociar derechos, es decir, fomenta la inversión. De nuevo, un círculo vicioso del que nadie se hace cargo.
Hay tres barreras que interfieren en la percepción del fútbol femenino como espectáculo digno de ser consumido, de acuerdo con las protagonistas: las diferencias en el juego en comparación al fútbol masculino, el conocimiento de la población sobre el deporte femenino, y la convocatoria o el público presente en los partidos.
El mayor prejuicio es que las mujeres son débiles y, por ende, el fútbol que juegan no es fútbol. Un estereotipo de género absurdo que a veces aparece incluso en gente que no vio ningún partido de fútbol femenino.
Las jugadoras sí reconocen una diferencia con el fútbol masculino, que no tiene que ver con la fuerza ni con la jugabilidad: trabajo más colaborativo y en equipo, frente a la "individualidad"del fútbol jugado por varones.
Sin embargo, reconocen un trabajo más colaborativo y en equipo, frente a la “individualidad” presente en el fútbol masculino.
Violencia en el fútbol
"La violencia sexista en el fútbol, manifiesta y explícita, ha condicionado la forma de habitar el deporte por parte de las mujeres, a pesar de que paradójicamente ha sido invisibilizada", sentencia el informe, "desde la calle hasta los estudios de grabación, en las canciones de cancha y en los dichos populares, todos los ámbitos vinculados al mundo del fútbol han sido escenario de destratos sufridos por jugadoras, árbitras, asistentes, hinchas, comunicadoras, noteras, entre otras".
Dentro de la cancha la violencia que reciben las jugadoras es mayormente verbal. Al haber menos público en las hinchadas es fácil reconocer el origen de las agresiones, pero eso no las impide.
"En los medios de comunicación la violencia ejercida por el público se ve agravada por el anonimato. De parte de la audiencia y los televidentes, las comunicadoras narran anécdotas de vulnerabilidad en forma de juicios y cuestionamientos, hasta acoso. Los relatos siempre tienen una concordancia: estas situaciones no son compartidas por sus colegas varones".