Verónica Piñeiro resaltó el trabajo que ha hecho la IM para brindar herramientas que fomenten algunas prácticas comunitarias, “como por ejemplo, la clasificación en origen, que se ha extendido mucho a partir de los bolsones que se distribuyeron en los complejos habitacionales o cooperativas de vivienda para separar los materiales valorizables de los residuos mezclados”.
También se ha ido extendiendo la posibilidad de tener composteras en los domicilios o la generación de espacios con composteras comunitarias, como sucede en Villa Dolores o en el Parque Rivera.
“Montevideo Más Verde ha logrado poner al alcance de la ciudadanía los distintos mecanismos que tiene la Intendencia para clasificar en origen y lograr otro relacionamiento con los residuos. De esta manera, ha sido posible recuperar espacios que estaban completamente contaminados o degradados ambientalmente”, explicó.
Piñeiro remarcó que para obtener estos resultados fue necesario un abordaje transversal de la Intendencia con diferentes equipos yendo al mismo tiempo a ver situaciones asociadas a la acumulación de residuos en torno a cursos de agua.
Esto se hizo mediante un trabajo interdisciplinario que fue indispensable para cambiar realidades que tienen orígenes muy diversos.
“En algunos casos, esto tiene que ver con la economía informal y la forma cómo se clasifican residuos que terminan generando descartes sobre los cursos de agua. En otros casos, tiene que ver con actividades comerciales o industriales que generan sitios de disposición informal de residuos”.
Otra causa frecuente, obedecía a que los sistemas de recolección de determinadas zonas no se adaptaban a la realidad del barrio y en estos casos fue necesario trabajar junto al vecindario para generar transformaciones y definir juntos un nuevo método de limpieza.
“En muchos barrios se han transformado los sistemas de recolección manual y el camión o motocarro recorre el vecindario y los vecinos le dan sus residuos, eso pasó en Casabó y en Bajo Valencia. Es algo que requiere mucho involucramiento de la gente y que ha logrado muy buenos resultados”.
“Cuando se identifican los sitios de disposición informal se retiran los residuos y se generan nuevos espacios públicos, plazas, canchas deportivas o zonas con juegos para chiquilines que lograron cambiar por completo la realidad de ese lugar”.
“Este programa logró evitar que esas casi 200 mil toneladas que se recogieron desde 2022 y se siguen recogiendo hasta ahora, no hayan terminado afectando los humedales o contaminando el ecosistema de las playas y del mar”, observó la gerente ambiental y agregó: “Fue realmente impactante desde el punto de vista ambiental lograr sacar del ecosistema esos residuos y darles una disposición final correcta”.