Radicada en México desde 2007, la artista chilena Mon Laferte lanzó en los primeros días del mes de abril su último álbum de estudio, Seis, que desborda en expresividad melodramática a la mexicana a través de un repertorio surtido de buenas canciones. Cumbia, mariachi, estilo norteño, corrido, bolero, hasta el inoxidable melódico internacional -una suerte de reliquia del kitsch musical- se entrelazan en el playlist para contar historias sociales, de denuncia, de amor, con un lenguaje muy femenino.
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
Estas canciones fueron compuestas y grabadas durante el confinamiento obligado por la pandemia del covid-19, en la casa que tiene Mon Laferte en Tepotzlán, y contó con la participación de varios artistas invitados como los íconos pop Alejandro Fernández y Gloria Trevi, o los notables Mujeres del Viento Florido (Banda Femenil Regional) y La Arrolladora Banda El Limón de René Camacho. Fue coproducido por Laferte y los músicos Manú Jalil (México) y Sebastián Aracena (Chile).
El explícito homenaje a Chavela Vargas y la composición de un personaje vocal cargado de melodrama, intenso hasta el desborde y despojado de prejuicios estéticos son las notas distintivas de este trabajo. Es una reivindicación de la sensibilidad popular que suele ser vista de reojo, con menosprecio por parte de la corrección bienpensante, pero que tiene un calado profundo en inmensas porciones de la cultura popular, y que se ha convertido en un catalizador de emociones, de experiencias personales y amorosas (un macrotópico que ha oficiado de motor creativo en la trama histórica de la canción popular).
En ese plan, Mon Laferte derrocha técnica y soltura para desgarrar y emocionar con canciones como “Que se sepa nuestro amor”, a dúo con Alejandro Fernández, “Canción feliz” (con un coqueteo a la bossa nova), “Amado mío”, “Se me va a quemar el corazón”, o en el viaje hiperdramático con Gloria Trevi en “La mujer”; y compone tono, clima y bronca para cantar los versos más comprometidos con su militancia feminista o las interminables injusticias sociales (la excelente “Se va la vida”, “Esta morra no se vende”, el swing cumbiero en “La democracia”).
Hemisferio impar
Andrés Bedó y Eduardo Nogareda están en otro hemisferio, quizás improbable, o, mejor dicho, un hemisferio impar. Ambos usan la palabra y el sonido para componer música, para hacer lugar al hecho poético. No importa con qué métricas, con qué rimas, con qué soluciones armónicas, con qué formas de dibujar lo melódico. Lo poético, dicen Nogareda y Bedó, es algo que está más allá de la forma. No se constriñe a un género. No necesita de lo académico para explicar lo inexplicable. La poesía, insisten, es algo que envuelve y se entrevera con cualquier arte. Puede ser la pintura, la fotografía, la música, la escritura narrativa o en verso. Quizás sea una esencia, diría Nogareda, lo indefinible. Y seguiría: la poesía existe en la naturaleza física y en la naturaleza interna, en la psicológica; es una mirada, una conciencia.
La poesía (o lo poético) también podría se un disco que, acertadamente, tenga como título Tres zapatos. Lo impar que recupera la historia de una vieja canción, “Tres zapatos”, que Nogareda compuso con el recordado Manuel Picón. Lo impar que los tiene a ellos, a Bedó y a Nogareda, como protagonistas. Un disco de poesías y músicas que no tienen géneros, con creaciones que funden lenguajes, juegan con la riqueza de la traducción libre de un lenguaje a otro, la puesta en materia (música, palabra) de ideas, de imágenes inefables que se engarzan, que se complementan, que crean ambientes, que se comentan, pero siempre con la imaginación como razón primera y última.
Este disco, editado a través del sello Perro Andaluz, recoge las vidas que ha tenido el proyecto Tres zapatos, que viene recorriendo escenarios desde hace cuatro o cinco años, que se gestó y creció con la idea de hacer arte fuera del tiempo apurado que nos constriñe. Tres zapatos requiere otra escucha, la que se detiene en el juego de imágenes, el vuelo a los confines de la imaginación, en esos bordes difusos a los que no llega la razón y en los que hay que habitar sin relojes, ni posteos ni urgencias. Podría ser un disco de voz y piano. Pero es mucho más que voz y piano, mucho más que el relatorio exhaustivo de los virtuosos méritos de sus intérpretes y creadores. Es poesía.
Parpadea la luz
A dos años de la separación de Santé Les Amis, Diego Traverso, cantante y guitarrista de la banda, inició su carrera como solista con el reciente lanzamiento de El silencio del agua. Un proyecto personal que muestra un dominio de los elementos del electropop y la canción roquera alternativa para catalizar un lenguaje de gran unidad expresiva y estética, desmarcado de las muecas poperas o de los collages de “piques” aprendidos. El disco transita con igual soltura y oficio compositivo-interpretativo los lenguajes más bailables, las canciones con ciertos juegos más poéticos y hasta misteriosos, conformando un repertorio que se luce con una impecable producción del sonido.
El vinilo tiene que salir
Ya lo sabemos: la vuelta de Jaime Roos a los escenarios cayó en mala época. La pandemia del coronavirus se encargó de postergarla varias veces desde el año pasado y en 2021 todo sigue entre signos de interrogación. Su obra, sin embargo, resiste cualquier virus y al paso del tiempo.
Meticuloso e inteligente en el tratamiento de sus trabajos fonográficos, Roos le ha dado varias vueltas de tuerca a sus obras y muestra de ello es la calidad de los originales y también de las reediciones en distintos formatos. Además de su integral remasterizada en disco compacto, ha lanzado estos títulos a través de las plataformas internáuticas y en discos de vinilo. En este último caso, el año pasado le tocó el turno a tres de los más destacados de su carrera: Siempre son las cuatro (1982), Mediocampo (1984) y Mujer de sal junto a un hombre vuelto carbón (1985) cofirmado con Estela Magnone. Y este primer tramo de 2021, el sello Montevideo Music Group (MMG) lanzó en vinilo Fuera de ambiente (2006), que es su último disco de estudio. Una obra clave en su discografía, que muestra en su plena madurez a uno de los principales creadores de la canción popular uruguaya, con composiciones notables como “Tema del hombre solo”, “Catalina” o “Postales para Mario”.
Cantos para la nueva tierra
En poco más de 15 años como pieza angular del reconocido proyecto de música para niños Encanto al Alma, la artista Leticia Passeggi ha construido un lenguaje musical de singular sensibilidad. Este año, en un inquieto camino de búsquedas expresivas y técnicas, Leticia lanzó el disco Cantos para la nueva tierra firmado como solista. Un proyecto de canciones propias que contó con la experiente producción artística de Pollo Píriz, quien también colaboró con los arreglos y en la ejecución de bajos, percusión y guitarras. Este nuevo repertorio dedicado a un público joven y adulto construye una visión poética y esperanzada sobre la vida y su trama de experiencias simples, cotidianas, conectadas con la naturaleza. Tanto la envolvente interpretación vocal de Leticia como el tratamiento del arreglo instrumental refuerzan este enfoque expresivo y musical, jugándose a texturas transparentes, timbres acústicos, una mixtura de giros y marcas estilísticas de géneros de anclaje local, siempre con el canto como elemento central.