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Editorial

Todo lo contrario

Por Juan Raúl Ferreira

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Caras y Caretas Diario

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Mientras en algunas zonas el mundo avanza, en otras retrocede, pero en Uruguay el futuro gobierno ha logrado parar el país. Ni para atrás ni para adelante. El Paro General logrado no es del PIT-CNT, sino de la incertidumbre que han generado las futuras autoridades. Desde el triunfo de la coalición “multicolor” por un escaso un 1,3% de los votantes no se avanza. Llevo ya varios artículos escribiendo sobre esto, y seguimos sin definiciones básicas. Mientras Cuquito se pasea en ojotas y sudorosa, con barba crecida, y va por primera vez en su vida a un almacén para ser fotografiado con fotógrafos de su agencia de imagen mientras compra frutas, la transición se sumerge en un mar de contradicciones. De contradicciones y de incertidumbres.

Mucha gente me ha pedido que aborde temas como lo que va a pasar con la Udelar, pero no lo sabemos porque hasta ahora hay un silencio del gobierno electo. O me piden que escriba sobre el contenido final de la Ley de Urgencia, pero tampoco sabemos nada. ¿Qué es lo que se modificará en la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual? ¿O cómo se enfrentará el problema de la judicialización de la política? ¿La agenda de derechos en que ha avanzado Uruguay se modificará? Hay tantos temas que nos gustaría abordar, pero las señales que se mandan desde el futuro gobierno son malas o contradictorias.

Yo he dicho, y repito, que no recuerdo otro gobierno en el uso pleno de sus facultades legales que haya hecho un esfuerzo como el actual para facilitarle el aterrizaje a sus seguidores. Dejemos de lado algunos desplantes del futuro presidente veraniego, hablando mal de los ministros tras cada reunión. Es el precio para mantener unidos a quienes se dicen Wilsonistas y a quienes lo combatieron, a Talvi con Mieres, o a este con cualquiera. Recientemente habló de “malos modales de Murro”, porque este respetuosamente se había limitado a señalar la contradicción entre decir “los Consejos de Salarios van a seguir como están” y “primero la bipartita y si no hay acuerdo, Consejo de Salarios”. “Sí, pero no”, como dijo Murro.

No deja de ser cierto que muchos de los temas por los que ponían el grito en el cielo ahora dicen que están bien: así, Robert Silva (ex compañero de fórmula de Talvi y futuro integrante del Codicen) aplaude las políticas educativas y dice que se construirá sobre los avances ya logrados. El futuro prosecretario de la Presidencia dice que en materia de juicios al Estado la labor del Gobierno ha sido muy buena.

Entre quienes critican todo y quienes dejaron de criticar, aparecen los planteos insólitos. El futuro del Mides no lo sabemos, aunque lo suponemos. Sí sabemos que se va a mudar al barrio Casavalle para que esté más cerca de los pobres. De algunos pobres, porque estará mucho más lejos del resto de los pobres de todo Montevideo y del resto del país. Nadie dice cuánto costará el traslado de la Unidad Ejecutora. En el Ministerio de Defensa, el futuro ministro Javier García propone vender el avión de la Fuerza Aérea que ya ha salvado seis vidas en poco tiempo. Pero el futuro ministro no ha dicho qué va a hacer con el dinero. La que pesará será la opinión del próximo subsecretario de la Cartera, que como el resto del futuro gobierno mantiene silencio.

La falta de contenido de la transición no deja de llamar la atención a esta altura. Solo hay fotos en chancletas y yo me pregunto: ¿No hay más que eso para mostrar?¿Dónde está el súper equipo de asesores? ¿En el Ministerio de Obras Públicas? Del subsecretario ni preguntemos. ¿En economía? ¿Los famosos expertos en seguridad? ¿Larrañaga va a dejar el Ministerio si no baja los índices de criminalidad, o va a asumir que el tema es más complejo solucionarlo que denunciarlo? ¿Lo pusieron para garantizar la seguridad o para quemarlo políticamente?

El futuro ministro de Ganadería, que visiblemente no es un trabajador, acusa al actual gobierno de todos los males del agro. ¿De todo el agro o del sector social que inocultablemente representa? Hace pocos días el Cr. Astori, agotado de los esfuerzos, criticó la conducción de la transición por parte del presidente electo. “Me cuesta creer que se cometan tantos errores como para vencer a esa solidez financiera que hoy construyó el país, y por eso dejo planteada la duda acerca de si se puede decir que si se aplica este programa incierto, vamos a terminar como Argentina y Brasil”.

Se refería a declaraciones sobre garantizar un paraíso fiscal a los turistas que vengan a radicarse a Uruguay. Lacalle Pou ignora desde la playa que el decreto que propone ya se aprobó en el gobierno de su padre para los diplomáticos extranjeros que se quisieran quedar. Se aprobó y se pagó el costo de la mala imagen que le dimos al planeta entero, porque nos convertimos en un apetecible paraíso fiscal que no obtuvo beneficio alguno. Solo se acogieron al plan de Lacalle padre dos extranjeros. ¿Cómo nadie le avisa? Yo he visto el entusiasmo del apoyo de Juan Andrés Ramírez a la coalición multi tutti. ¿Cómo no le cuenta? Porque en su momento fue de los más fuertes opositores a la medida de Lacalle. El superplan finalmente se derogó.

Gracias a todos los que me han arrimado espontáneamente temas y ejemplos, para la columna, que iremos incluyendo como hicimos en esta. A lo mejor no puedo evitar la ironía al narrar estos hechos. Pero es muy desconsolador ver cómo este buque tiene muchas banderas, pero empieza a hacer agua antes de zarpar.

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