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Sociedad

Antonio Ladra: «La guerra a las drogas es una guerra contra los pobres, las mujeres y los niños»

Con motivo de la presentación del libro Uruguay en la mira del narco, del periodista Antonio Ladra, y con las imágenes frescas de la incautación de droga en un contenedor salido de Uruguay en Holanda, parece oportuno conocer del propio autor a qué conclusiones le ha permitido arribar la investigación sobre el narcotráfico en Uruguay.

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Para Ladra el sistema político uruguayo y la sociedad en su conjunto subestiman el poder de la presencia del narcotráfico en el país, sigue sin definir el debate sobre la prohibición y la guerra a las drogas como una politica pública, y cree que la regularización de la marihuana es un buen ejemplo de un rumbo a seguir, cambiando el paradigma anterior. Analiza que las actuales autoridades desmantelaron al equipo policial mas experimentado por un problema ideológico, lo que agrava la situación.

 

¿Segundo libro sobre el tema?

Sí, el primer libro es de 2014 sobre narcotraficantes uruguayos y una operación emblemática como fue la Operación Campanita, una operación que demostró la presencia de carteles colombianos y el lavado de dinero. Describe a los narcos uruguayos de primera generación como Lilio Maurilio Martínez, Omar Clavijo y Washington Bocha Rissoto, el procesamiento de la jueza Anabella Damasco y eso me llevó a investigar el tema de los grandes carteles.

Empece a hablar con Julio Guarteche, quién inicio la lucha contra los grandes carteles, convirtiéndose en el policía mas importante de los últimos 30 años en Uruguay, por ser el más influyente e hice una especie de biografía y su gestión.

El fue un factor importante en echar aceite entre la policía y la izquierda.

Y finalizo la investigación con los hijos y nietos , la segunda y tercera generación de narcos donde los jóvenes ven un modelo a seguir.

 

¿Consideras que el periodismo nacional no había prestado suficiente atención al tema mas allá de la crónica policial?

Nos estábamos quedando con los titulares y no se avanzaba en la comprender la complejidad del fenómeno.

El fenómeno del narcotráfico toca muchas aristas como la social, pero también esta el lavado de dinero porque para exista un narcotráfico que mueve cantidad de gente necesita mucho dinero y ese surge del lavado.

Las organizaciones han usado Uruguay como lugar de pasaje pero también han dejado mercadería en la medida que Uruguay también es un mercado.

El libro es una reflexión también sobre la guerra contra el narcotráfico que yo creo ha fracasado a nivel mundial, que ha terminado siendo una guerra funcional a Estados Unidos, uno de los mayores consumidores del mundo y ha decidido atacar los lugares donde se produce la droga, y aplica primero el Plan Colombia y luego el plan Medellín donde invierten millones de dólares, pero nunca logró frenar nada de eso, al punto que al día de hoy la producción de coca es la mas grande en la historia.

A Estados Unidos la coca le sale por las orejas; Colombia produce el 70% de la coca que se produce en el mundo, pero han aparecido otros jugadores, Perú, Bolivia y Ecuador, y además como atacaban en el norte, las organizaciones se trasladaron hacia el sur y se enquistaron en el norte Argentino, en Rosario, pero también acá en Uruguay.

Lo que pasó ahora es que confiscaron 800 kilos de droga; es un éxito relativo pues es el indicio de algo mucho más complejo.

 

La presencia de “cocinas” en Uruguay.

Claro y esto desde la época de los 90 se venía alertando que Uruguay no se iba a salvar y todo el sistema político no le prestó la suficiente atención al problema.

Se pensó que era solo un problema de represión, pero también es un tema donde se debe acudir con otros organismos del Estado como salud, el Mides, etc.

Ese ha sido el gran problema incluso a nivel de toda la sociedad que ha pensado que Uruguay iba a ser excepcional como pasó con la pandemia que se pensaba no iba a pasar nada, tenemos la rambla tomamos mate, nos dimos la BCG y no pasaba nada y así pasó con el narcotráfico, se pensaba que nunca llegaría en toda su dimensión, pero fatalmente llegó como el ajuste de cuentas, el sicariato y en algún momento van a matar a algún juez, o alguna autoridad o a algún periodista; bueno ya hubo el intento de magnicidio contra Guarteche, el fiscal Díaz, Jorge Vázquez o la fiscal Ferrero. Fatalmente va a llegar.

Eso es lo que intenta aportar el libro yendo un poco más a fondo, cosa que a veces no permite el trabajo de un informativo, de una revista. Yo tuve tiempo de indagar, de leer expedientes, hablar con gente.

 

Se hace mucho foco en el narcomenudeo, pero la droga que se encontró en Holanda no la llevaban en un caballo con sulky.

El tema de las bocas es un problema sin dudas; en Montevideo hay arriba de 2.000 bocas funcionando, es muy difícil de cerrarlas, tiene una dinámica que para mucha gente es su “fuente de trabajo” y para el ciudadano común genera una sensación de inseguridad muy grande, pero es un aspecto del problema.

Uno de los barrios mas complicados que es el Marconi, donde recién ahora volvió a pasar el 405, donde convive gente que recién salió de la cárcel con sus códigos , convive con gente de trabajo y recién al principio del gobierno de Mujica se le hizo una plaza, un lugar de socialización que es fundamental; bueno, el barrio nunca lo tuvo, y por suerte la gente se apropió del lugar. Luego vino el Plan 7 zonas, un muy buen plan atendiendo los problemas sociales, pero se quedó sin dinero y se dejo de hacer.

En Holanda sí, agarraron cuatro toneladas, pero pasaron veinte que es la medida a nivel mundial que se sabe que está pasando.

Estas organizaciones mueven droga, pero también mueven mucha plata y generan capacidades que los Estados no tienen o les cuesta adaptarse a esos cambios que las organizaciones realizan.

Acá se logro desarticular la rama de las FARC vinculada a la droga que compró una estancia en Salto, pero acá estuvo el cartel del Chapo Guzmán, del “Señor de los cielos”, los Jalisco nueva generación de los Cuinis, la mafia de los serbios y de los croatas, la mafia italiana; no lo lograron y se instalaron en Argentina donde están documentandos los pactos entre la Policía y los narcotraficantes.

Acá no pasó porque hubo una depuración de la Policía que la inició Roberto Rivero en el gobierno de Lacalle Herrera, donde se formó un equipo que afrontó el combate al narcotráfico, continuó en el gobierno de Sanguinetti, en el de Batlle, donde la política se mete y lo saca a Rivero, pero entra Guarteche siguiendo el trabajo de ese equipo en un combate anticorrupción muy importante, con mayor trabajo de inteligencia e incorporación de mejor tecnología que se lleva a cabo durante los tres gobiernos del Frente Amplio.

Luego llega este gobierno y elimina toda esa sabiduría acumulada, volaron a todos esos funcionarios policiales y volvieron quienes habían sido desplazados como Navas, que luego lo quitó Heber, un tipo cercano a la dictadura que estuvo dando clases en la Escuela de Policía, toda esa parte de la Policía vinculada a la corrupción volvieron a ocupar sus puestos y tenemos sobre todo en el interior, situaciones que coliden con la corrupción y que sin ir más lejos estuvo denunciado pro el sindicato policial.

Hay un problema que no es solo del narcotráfico sino de toda la sociedad, por una gestión que eliminó una política de Estado, pensando Larrañaga, o le soplaron en el oído que los policías que estaban eran todos del Frente Amplio, y si por algo se caracterizaba este equipo, era que no había un factor político en el medio.

Cuando a Guarteche lo nombran director nacional de la Policía, en un diálogo que tiene con Vázquez, le dice: “Yo le agradezco que piense en mí, pero debo aclararle, soy mormón, nunca los voté ni los voy a votar y si yo hubiera estado cuando usted estaba clandestino lo hubiera llevado preso”.

Esa es la pauta de que había un política de gestión, no político partidaria.

No digo que tuviera que seguir Layera que era un cargo de confianza politica, pero había otros policías formados.

 

Los “Guarteche boys”.

Sí, como les decía Daisy Tourné, pero formar policías así cuesta mucho y ese es un problema grande.

Yo veo con vergüenza ajena que muchos de los que criticaban a Bonomi hoy se defienden con los argumentos de Bonomi, y el Frente Amplio pide la cabeza de Heber, cuando creo que el sistema político debe ser más maduro ante el problema; nos va la vida como sociedad.

 

En lo que planteas como un rumbo posible, ¿se podría tomar el antecedente en la regularización del cannabis?

Yo creo que fue una politica pública importante. Es interesante recordar que el primero que habló de una política respecto a las drogas fue Jorge Batlle, y si bien Uruguay no puede tomar decisiones sin tomar en cuenta al resto del mundo, tuvo el coraje de hacerlo con respecto a la marihuana y fue una política que no fracasó y es ejemplo a nivel mundial, y se debe seguir avanzando en la marihuana medicinal como en Israel por ejemplo.

Uruguay tiene la academia y necesita el apoyo de la Universidad y el gobierno para tener más espalda.

Los consumidores de marihuana no han crecido en cantidad como se decía, y ademas el consumidor de marihuana ha logrado tener un mejor producto que el prensado paraguayo que sigue ingresando pero en menor medida, y se le ha quitado al mercado del narcotráfico una producción importante, y al ser legal paga impuestos, el Estado recauda. Ha sido positivo y además dispara el debate sobre las prohibiciones como un camino que sigue Estados Unidos; yo creo que el paradigma de la prohibición hay que cambiarlo porque no es una guerra contra las drogas, es un guerra contra los pobres, las mujeres, contra los niños. Los pobres, las mujeres pobres, los niños pobres son la mano de obra de estas organizaciones.

 

Se llevó adelante el intento de registros de los clubes cannábicos por parte del Ministerio del Interior.

Pero eso fue una violación de la propia ley, eso fue querer cambiar las reglas de juego durante el juego y no se saben las razones del planteo. Me da la sensación que fue una cosa mas ideológica de decir “todo lo que se hizo antes esta mal y hay que cambiarlo”.

El Frente Amplio cuando llegó de ese tema no sabía nada y acudió a gente que no era del Frente, como Leonardo Costa, prosecretario de presidencia de Jorge Batlle y le planteó que era lo que había sobre lavado de dinero y fue el que hizo la ley.

Este gobierno llegó con anteojeras y eliminó todo, no coincidiendo incluso con la postura del presidente que siendo diputado planteo un proyecto sobre cultivadores de marihuana.

Uno se pregunta quién manda, ¿el poder político o los centros sociales de la Policía donde están las visiones mas retrógradas?

 

Siguiendo tu razonamiento de que se pensaba que en Uruguay estas cosas no iban a pasar, Chediak planteó en su momento que el lavado de dinero en el país era un problema menor y ha sido la justificación para bajar los controles del Banco Central y las medidas tomadas en la LUC sobre la inclusión financiera y los topes de dinero para circular.

El país se va a dar contra la realidad por que a pesar del doble estándar de Estados Unidos, donde exige ciertos acuerdos para no entrar en la lista gris, pero ellos tienen estados donde el lavado de dinero es cuestión de todos los días. Chediak parte de una mirada equivocada; el cartel de Cali en los 90 lavó cinco mil millones de dólares en Uruguay, Raúl Vivaz, un banquero, lavó miles de millones de dólares y todo lo que hay en otras actividades como los “pases puentes” en el fútbol, las empresas que armaban sociedades anónimas para extranjeros; es un mirada un poco “ingenua” de Chediak. El mundo le va a reclamar a Uruguay tarde o temprano.

 

¿Condenados a convivir con el problema?

En términos latinoamericanos parecemos una especie de isla pero vamos a tener que convivir; el Cuini se vino a vivir hasta con el perro, capos narcos que eligen a Uruguay para venir a vivir con su familia porque encuentran niveles de seguridad que no encuentran ni en Argentina ni en Brasil, entonces Uruguay va a tener menos problemas que el resto del continente, pero a niveles de inseguridad y del narcotráfico vamos a convivir.

Hay que cuidar a nuestra población más vulnerable que es la que encuentra en la venta del menudeo una salida, se los castiga y la cárcel no los redime.

En el 40 semanas una guerra entre bandas se llevó cerca de 50 víctimas en un promedio de edad entre 18 y 19 años, ahí como sociedad nos tapó la ola.

En Uruguay hay instituciones fuertes que hace que estemos muy lejos de un Estado ausente como México donde fue cooptado por el narcotráfico de la Iglesia para abajo todo; acá se va a sumar algún empresario como el sojero, pero no hay condiciones de cooptar en el sistema judicial, en el político y no creo que ni en la Policía.

 

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