Dice que “Cantar candombe es un acto físico”, y que es “una conversación con la tierra, con mis ancestros y con el barrio”. También dice que “no hay manera de entender el candombe sin bailarlo”, porque “todo empieza en el cuerpo y en el tambor”. Cuando habla de composición, menciona el instante como un punto de contacto: “No hay fórmula, hay presencia. Hay que estar ahí, escuchar lo que la canción quiere decir”. Y sobre la escena actual sostiene que “La música uruguaya está creciendo hacia adentro, reconociéndose a sí misma”.
Julieta Rada canta y compone con la potencia de quien transforma la memoria en movimiento presente. El tambor late como signo de pregunta y cada melodía abre un nuevo horizonte posible, donde la honestidad con uno mismo suena como la clave, y el diálogo en calma con los otros propone la armonía.
Compartimos en esta nota algunos de los fragmentos de la entrevista realizada en el episodio #20 de Atardecer naranja. Todos los jueves a las 18 hs, por los canales de Caras y Caretas TV, conversaciones con artistas y personas vinculadas a la cultura.
Embed - Atardecer Naranja #20. Julieta Rada
Entre el presente y la tradición
En otra entrevista planteaste que el candombe es complejo, que es difícil de llegar hasta para los propios uruguayos. ¿Cuál es la complejidad musical y social del candombe? ¿Por qué no es simple? ¿Cuál es para vos la complejidad que tiene en ese encuentro con el público?
Es difícil responder eso. Creo que desde lo social viene porque tal vez los uruguayos a veces aprueban más lo que viene de afuera que lo que viene de adentro, a diferencia de Brasil. Los brasileros son re de cuidar su folclore y su música, vas a Brasil y siempre suena música brasilera. Acá capaz que llegás y prendés la radio y no suena música uruguaya. El candombe es un género que viene de los negros, entonces quizás también hay una cuota de racismo, de que lo identifican con una cuestión medio terraja. Me parece que también pasa un poco con la murga, pero menos, la murga es un poco más popular que el candombe. No sé bien por qué se da. Tengo esas teorías pero no están comprobadas.
Dijiste que desde tu primer disco, Afrozen, ya la premisa era hacer un disco para bailar pero que tenga candombe, fusionar lo moderno con lo antiguo, lo tradicional. Y que el segundo, Corazón diamante, tenía algo de eso pero también más misticismo. ¿Cómo es el vínculo con tu vínculo con la tradición?
Mi vínculo con la tradición creo que viene de parte de mi padre, supongo que es él quien me inculcó un poco la tradición uruguaya. Yo llegué acá en el año 95 porque antes vivíamos en México. Llegábamos acá y mi padre iba todos los domingos a tocar los tambores. Vi su pasión, su alegría cuando iba todos los domingos a tocar. Él volvía feliz. Y también ir al estadio, ir a ver a Peñarol. Son otras cosas que me inculcó mi padre. Ahí empezó mi vínculo de niña con el país. Porque también pensá que como yo venía de México, me crié con otras cosas al principio. Pero cuando llegué acá me fui haciendo uruguaya.
¿Qué tiene de místico o de espiritual para vos ese proceso en la composición en que algunas cosas se hibridan y se mezclan?
Me parece que el hecho de componer en sí tiene el misticismo. De que vos quieras hacer una canción y te baje una info. Me parece que ahí ya está la mística. Que no sabés si lo que vas a bajar está bueno o está malo. Pero bueno, uno también tiene que tener el ejercicio de elaborar sobre esa idea y no tirarla.
¿Sentís que traés algo de México todavía? Tienen un vínculo con la muerte y una forma de celebrar re particular.
Me gusta México. Está bueno el vínculo con la muerte que tienen. De hecho, ahora que pienso, la canción de mi padre “Muriendo de plena”, la compuso en México. Es una canción que habla de una manera bastante feliz de la muerte. Y nada, amo México. Lo que más me quedó es la comida. La comida mexicana es de mis comidas preferidas. Necesito comer picante, siempre.
En tu descripción de Spotify decís que tu proyecto trata de mantener las raíces de música afro-uruguaya combinada con otros estilos de música negra. ¿Cómo pensás el disco “Bosque” en términos creativos y de composición dentro de ese proyecto? ¿Cómo elegís y componés los temas para que puedan ser un testimonio de tu presente en cada momento?
Bosque es el más popero, es el menos jazzero.
Entiendo mejor los discos cuando ya los saqué, y los escuché. En el momento yo no pienso muchas cosas, hago lo que me sale y lo que puedo.
Pero ahora me pongo a escuchar mi disco Bosque y digo, “ah, esto me hace acordar a esta época que yo venía medio bajoneada”, por ejemplo. Eso es lo que me pasa con los discos. Una vez que los escucho ya hechos puedo entenderlos. Muchas veces me gusta el proceso y otras veces paso muy mal. Generalmente paso muy mal. Me deprimo, se me va la autoestima, me pasa de todo. Y después cuando salen, ahí es como que remonto. Y de hecho hay una canción que se llama “Bosque”, que es la primera, que habla como de ese proceso. De lo que yo siento como de ese sube y baja que tiene el proceso creativo. Te pones muy para adentro y después sale la obra y ahí es como que florecés vos también.
¿Cómo pensás la expresividad al cantar en tus procesos creativos? ¿Y cuánto descubriste sola y cuánto con otros maestros y maestras como Carmen Pi?
Carmen Pi fue mi primera maestra de canto y yo la amo. Aprendí mucho, me dio mucha seguridad en mis comienzos y siempre aprendo de las personas que me enseñan y que se acercan en el camino. Soy muy de compartir, me gusta trabajar con colegas y yo aprendo mucho de los demás. Lo que sí aprendo sola, de alguna manera, es a cantar, a manejar mi propio instrumento. Obviamente con ayuda, porque así como te digo que estudié con Carmen, hoy en día estudio con otra profe que se llama Marisol Gómez Alarcón y ella me entrena la voz. Pero también hay una parte de que uno tiene que buscar uno mismo. O sea, si vos vas a estudiar bajo con un profesor, te mandan los ejercicios, pero si no los hacés vos en tu casa, no vas a progresar. Entonces uno también tiene que encontrar cómo funciona el instrumento.
La técnica te tiene que favorecer. Si estudias una buena técnica, lo que va a hacer es fortalecer tu instrumento, vas a tener más herramientas para después tener más recursos para cantar. Creo que no hacerlo es como un prejuicio de los cantantes que no quieran estudiar.
En otra entrevista planteaste también que hacer candombe es lo que te corresponde en relación con tus orígenes y este momento de tu presente.
Yo digo muchas cosas, pero después no sé si estoy tan de acuerdo.
Me resultó fuerte la palabra corresponde, o sea, suena como un poco a herencia o incluso como a mandato. Pero sin duda también es un disco que está hecho desde el deseo.
Sí, está hecho desde el deseo. Entiendo desde qué lugar lo dije. Hay algo que me cuadra con hacer candombe porque vengo de una familia musical donde mi padre es un ícono del género. Entonces siento que no estoy tan alejada. A veces yo me encontraba alejada de ese lugar, como que sentía que tal vez no me correspondía a ese lugar. De ahí venía el planteo. Fueron cuestionamientos personales, por eso digo, me corresponde porque era algo que me estaba diciendo a mí misma.
Me corresponde hacer un disco así, porque vengo de una familia que luchó mucho por lo que es la música afro-uruguaya, por los derechos de los negros y soy parte de esa bandera que quiero alzar. Es un disco que quería hacer hace muchos años, y lo hice con todo el amor. Y estoy muy contenta con todo lo que viene pasando.
La verdad que yo disfruto de las cosas que hago. Me gusta mucho cantar, me gusta mucho producir los discos, eso me gusta. Después hay otras cosas que no me gustan tanto dentro de lo que es sacar un disco, toda la cosa más burocrática, pero bueno, también hay que hacerlo. Y si uno no hace el trabajo completo, después se queda por la mitad. A veces es difícil transitar desde lo más productivo y de ejecución burocrática y después pasar a componer y a elegir la letra. En este disco no lo hice porque las canciones no son mías, ya estaban y fue como otro el trabajo, desde otro lugar. Pero bueno, hay que hacer un poco de todo. Y los músicos somos bastante quedados en general y tenemos que aprender a gestionarnos solos. La autogestión independiente es un viaje, hay mucho trabajo invisible. A veces la gente subestima lo que es el trabajo del músico. No dimensionan lo que es hacer un show y la cantidad de gente que hay y que trabaja para que eso funcione. No es agarrar así la guitarrita y te pones y cantás. Tenés que gestionar un montón de personas, horarios, producciones, traslados. Uno es productor de su propio proyecto, entonces a veces te agotás porque también tenés que estar pensando en los arreglos y la tonalidad, al mismo tiempo de si va a venir gente, si venderás entradas. Se juegan muchas cosas cuando vas a hacer un show.
Estás nominada en los Latin Grammy como mejor álbum folclórico. ¿Qué es lo que te está enseñando este disco?
A producir mejor, me parece. A vender mejor lo que yo hago. Que siento que esté ahí nominado el candombe me pone muy feliz, muy orgullosa. Porque es la primera vez que un disco de candombe es nominado. Y encima en esa categoría que es folclore. Que se reconozca el candombe como folclore me parece que está bueno. Y Uruguay es un país chico, somos pocos. Entonces llegar a esas instancias masivas e internacionales no es fácil. Hay mucho trabajo atrás. Me pone muy orgullosa. En este caso soy yo la que está ahí, pero vienen muchísimas personas de atrás que vienen peleándola por el candombe. Y bueno, de hecho justamente traigo un disco que son canciones de Rada, Jaime Roos, Mariana Ingold, Hugo Fattoruso, Pedro Ferreira, Claudio Martínez. Aquellos son referentes del género. Y me quedaron muchos afuera, pero es un trabajo colectivo.
La composición, el territorio y el deseo
¿De dónde te parece que vienen las letras? ¿Y de dónde te parece que vienen las músicas? ¿Es como del mismo lugar?
No sé de qué lugar vienen, creo que de la imaginación. Pero me cuesta muchísimo más las letras que las melodías. Por eso tengo muchas canciones que no le puse letras porque me cuesta. Lo que pasa es que a mí me cuesta más escribir. Como que me siento un poco más insegura en esa área. Y a veces voy procrastinando y después no las escribo. Pero las veces que escribí me puse muy con el culo en la silla, tipo “hay que escribir algo” y ahí es cuando surgen cosas. A veces escribís cosas que no están tan buenas y otras que decís, “wow, no puedo creer que escribí esto”. Como, “¿de dónde salió?” Y no, no sé. Sale de algún lugar que desconozco. Me gustaría poder ingresar más seguido.
Creo que las cuestiones o los trabajos salen del trabajo y de la constancia. Es como tocar un instrumento. Si vos tocas todos los días, cada día tocas mejor. Entonces me parece que el laburo está ahí, en practicar.
Cuando mirás hacia atrás en tu carrera, teniendo en cuenta que todo es proceso, ¿te reconocés o te desconocés?
No me desconozco. Me reconozco y me pone muy orgullosa todo lo que hice. Escucho mis discos y me gustan, no me avergüenzan. Hasta incluso cosas que reconozco que las hice en un momento de mi vida, con cierta edad, con ciertos conocimientos. Entonces no me avergüenza, es parte de mi vida. Y están buenísimos los discos. Muchos están adelantados. Eran del futuro. Afrozen está re adelantado. Pensá que salió en el 2012 y era como re funk, y tenía toda la onda que ahora se escucha, y en ese momento no me dio bola nadie, pero yo la venía haciendo desde el 2012.
Eso también dijiste, que recién después de “Bosque” empezaron a darte bola un poco más y dejaron de juzgarte desde ese lugar de Nepo Baby.
Soy Nepo Baby, no voy a salir de ese lugar. Y el uruguayo es muy prejuicioso. Entonces salir de ahí sería correrme del lugar de ser la hija de Rada, que no me voy a correr porque no me interesa, porque mi padre es mi ídolo y yo lo amo. Voy a ser siempre la hija de Rada. Pero desde ese lugar como laboral, cuesta y costó sus años. Por lo menos 10 años, siento que después de ese tiempo la gente hizo el click.
Y ahora que estás viviendo en Brooklyn también, ¿allá lo vivís desde otro lugar a eso?
Desde otro lugar sí porque es en Brooklyn. Es difícil llegar a una ciudad tan grande, con tanta gente, con tanto talento, y allá no soy la hija de Rada, soy cualquiera. Entonces, hay que pelearla desde otro lado, que está buenísimo porque te da un golpe de realidad. En mi caso, me ayudó a ser un poco más laburadora en el aspecto de buscar las oportunidades. Acá soy bastante quedada porque Uruguay es chico y los trabajos me llegan, me llaman. Allá no me llama nadie, entonces si no voy yo a los boliches a preguntar si puedo tocar, no toco. Me cuesta un montón. No soy la genia de la autogestión. Me ayuda muchísimo mi novio, que ya vivía allá hace muchos años, y me dice, “bueno, metele porque si no, te quedas acá mirando Netflix”.
Contaste que soñabas ser bailarina, y que tuviste un accidente, una hernia de disco y te hizo pensar que no ibas a poder llegar al lugar que querías, y algo de eso devino en tu carrera en la música.
Sí. Yo estudiaba ballet clásico. Mi sueño era ser bailarina. Creo que mi referente era Michael Jackson y yo quería bailar así. Y entonces me decían “para bailar así tenés que estudiar clásico”, y bueno, estudié clásico. Y después me vino esa hernia. Yo era muy exigente. Y sigo siendo muy exigente. Entonces cuando vi que por la hernia no podía estar al nivel que pretendía, abandoné. “Si no voy a ser lo mejor, no voy a estar”.
¿Seguís con ese nivel de autoexigencia?
Sí, soy así. Un poco lo mejoré y gracias a la terapia puedo vivir mejor sin sufrir tanto. Pero ese mindset está ahí en algún lugar.
¿Hay algo de la voz que baila para vos también?
Sí, la voz baila. Pero hay que tener técnica para poder bailar. Hay que estudiar clásico. Esa sería la respuesta. Hay que estudiar.
Desde el amor y no desde el discurso
Hablaste de que tus procesos creativos tienen mucho de escucha, de aceptación. ¿Cómo hacés dialogar la aceptación y el reconocimiento de lo afro en un contexto donde la discriminación sigue existiendo?
Mirá, yo todo lo hago desde el amor y desde lo que deseo en el momento. Por supuesto, la música afro estuvo siempre presente en lo que es mi carrera musical, porque es lo que más me gusta. Lo que sería el funk, el R&B, el jazz y prácticamente todos los ritmos de la música, que la mayoría vienen de la música negra. Y nada, me reconozco ahí desde lo emotivo. No soy muy de ponerme muchas ideas ideológicas en lo que estoy componiendo. Es como que yo hago lo que me sale. No es que digo voy a hacer una canción que hable sobre los derechos. No me sale eso, no lo logro hacer. Capaz que sí desde otro lugar como más implícito. Pero no es que escriba letras desde ese lugar. Ya me parece resistencia estar haciendo un disco de candombe que hable sobre la música en general. Pienso en “Llamando”, que nombra referentes de la música uruguaya. Justo esa canción es la que más habla de los derechos de los negros y habla del Medio Mundo y todo eso. Pero hay otras que no dicen cosas tan deep. Y ya el hecho en sí mismo de cantarlo y estar haciendo algo de candombe me parece un acto de resistencia.
Eso es medio del tao y del zen. Algunas cosas me quedan.
No hay que decir las cosas que estás haciendo. Yo no tengo que decir que soy una mujer independiente que hace música y no tengo que escribir todo eso. Porque eso ya está dicho. Entonces no construyo mis canciones desde el discurso, porque el discurso ya está dicho. El que lo entendió lo entendió y el que no lo entendió no lo entendió.
Si en tu próximo disco pudieras invitar a componer contigo a tres artistas, pero de cualquier tiempo, ¿a quién invitarías?
Creo que me gusta Paul McCartney. Lo invitaría. Y a Stevie Wonder. Y a Mateo. Todos varones, uy, qué mal. Pasa que con mis ídolas no me animo a cantar con ellas. Mariah Carey, Whitney Houston, no sé si me animo a cantar con esas bestias. Pero yo soy re-pop y me encanta la música pop. Y de hecho este disco de candombe tiene mucho del pop. Porque también mi objetivo era que sea internacional el candombe. Entonces algo de esa cuota popera había que meterle. Y yo la amo a Mariah Carey. Y para mí es una de las compositoras y cantantes más increíbles.
¿Para vos qué es crecer y qué es envejecer? ¿Cuál es la diferencia?
Crecer, siento que crezco todos los días. Con lo cotidiano, con cómo manejarse en la vida, con aprender con la música. Yo crecí mucho. Con los discos crecí muchísimo. Siento que cada disco me hizo evolucionar como persona. Envejecer, no sé, porque no me gusta. Lo vinculo con algo más del deterioro. Dejar de estar físicamente óptimo. Pero capaz que está mal asociar la vejez con eso. Quizás también la vejez viene con un montón de información. Pero bueno, hay como una cosa instalada de que la vejez es mala. Y en realidad no es mala. Respeto mucho a la vejez, y también le tengo miedo, por supuesto.