Entrevista a Carmen Beramendi, militante, política, precandidata a la presidencia del Frente Amplio.
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Carmen, ¿cómo enfrentás la precandidatura?
Entusiasmada con el desafío que me he planteado. Me propuso un comité de base, luego lo respaldó por unanimidad la coordinadora del Cerro. Por mi vida y mi trayectoria en el movimiento sindical fue conmovedor el apoyo por unanimidad. El Cerro es una zona particularmente querida.
Me habían planteado en etapas anteriores candidatearme, siempre había sido un no rotundo. Esta vez mujeres de distintos sectores me habían planteado por qué no me sumaba y había dicho que no. El comité de base fue determinante. Todos somos precandidatos. Hay un acuerdo importante de sectores con gran peso que apoyan la candidatura de Pereira.
El comité me argumentó que querían ser propulsores de una propuesta y les gustaría que fuera conmigo, que estaban cansados de acuerdos copulares. Noto en el recorrido en múltiples lados que hay descontento con la forma en que se resuelven las cosas en el FA. Hay una idea que me motiva mucho que es cómo correr en una fuerza transformadora de izquierda viva los límites. Cómo proyectar sueños de más largo aliento, como nos pasó cuando abrazamos las ideas de revolución, había un horizonte que nos alentaban en trasformaciones que iban más allá de un periodo de gobierno. Recuperar el sentido de lo que hacemos, la utopía.
Pongo el eje en factores centrales. Uno es el tema de la desigualdad. Uruguay avanzó, redujo un poquito la desigualdad, pero en relación a la riqueza le entró poco. Me parece que allí hay una cuestión muy importante en términos de garantizar la vida de los uruguayos en condiciones básicas y que se elija cómo vivir. Cuestiones de ingresos económicos y culturales, cómo vemos la pobreza y que integremos la pobreza cultural.
El gobierno ha impuesto un programa concentrado en la LUC, invirtió poco. El país es más desigual que antes de la pandemia. Hubo gente que salió muchísimo más rica. Los salarios cayeron. Hay un tema central.
Las desigualdades tienen otras dimensiones. Vengo de formación marxistas. Las cuestiones de clase son determinantes, nos costó mucho visualizar qué otras dimensiones no son subsidiarias. He debatido esto hace muchos años en la izquierda. Desigualdades de género, étnico-raciales, por discapacidades, orientación sexual, identidad de género, territoriales. No comprendíamos que se retroalimentan entre sí y ninguna es superior. Se entrelazan. Le llamamos interseccionalidad. Construyen un sujeto distinto.
Hay cuestiones simbólicas muy fuertes que permean el debate.
Uruguay con indicadores de violencia hacia las mujeres y los suicidios de adolescentes es pobre a nivel cultural. No me refiero solo a lo artístico, también entendida por cómo nos alimentamos, el consumismo.
Tenemos una serie de debes.
Propusiste que la presidencia del FA fuese paritaria. ¿Cómo han sido las reacciones estos días?
La propuesta de la paridad es el resultado de una lucha histórica de las mujeres uruguayas. El FA se definió antipatriarcal y eso supone un compromiso. Estamos intentando que se haga efectiva la paridad. La resolución del plenario no es paritaria. La cultura patriarcal hace que en los lugares de representación se nos aparezca liderazgo asociado a caudillismo.
Paridad significa condiciones similares en la disputa de poder en lo público y en lo privado. La paridad tiene que ver con la repartición equitativa del trabajo doméstico.
La división sexual del trabajo doméstico es funcional al capitalismo.
Varios compañeros varones me dijeron que el FA no está preparado para esto. ¿Qué FA? El otro argumento que es el reglamentario, nosotros vamos con disposiciones transitorias que cuando hay voluntad política se resuelven.
Uruguay tiene un movimiento feminista potente que reclama ser sujetas en la política con los mismos derechos en términos de oportunidades y resultados. El FA puede salir de esta etapa con una expresión paritaria que sintetice al candidato con más adhesión que es Pereira y me parece entusiasmante y puede haber también una expresión de lucha en el feminismo. Hay identificación de hombre y mujeres jóvenes.
¿De qué maneras desde la presidencia del FA se puede generar articulación entre los sectores más antiguos y los espacios nuevos del partido?
Ha sido una fuerza política viva, intensa. Es la más democrática, pero tiene déficits democráticos importantes. El relacionamiento con los sectores sociales no puede ser solo en lo que es funcional a la política. La fuerza política tiene que ser capaz de articular con el movimiento social que muchas veces va por delante.
Lo sintetizaría en la frase de que ojalá podamos socializar más la política y politizar más la sociedad.
La izquierda ha avanzado a su ritmo en estos temas
Es difícil en la izquierda, no escapa. Tiene una construcción de los liderazgos en clave masculina. Hay avances, hay diputadas que es increíble en rol que ocupan hoy. Generamos cambios pero eso también está generando una reacción.
Yo me encuentro todos los días con gente que te dice que hay cuestiones más importantes que el género. Yo hablo de diez temas y menciono el género y me dicen que nombro solo el género. ¿Por qué se produce esa reacción? No lo veo así en los comités de base, pero cuando vas a las coordinadoras y vas escalando en el FA es complejo.
Hay avances, ojalá fueran más en profundidad. Uruguay se caracteriza por acumulación y valoro eso, pero hay una internalización escasamente. Todos hablan. Todavía está muy matrizado en la izquierda uruguaya. Ellos determinan y eligen a las mujeres. Está bravo. Es hora de que reconozcan que la actoría política de las mujeres tienen que tener su lugar.