Por Ricardo Pose
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“La suerte de los trabajadores de la salud es la suerte de toda la población”, comienza diciendo con convicción Jorge Bermúdez, para quien resulta imposible separar la situación sanitaria de la social, atender a la gente en su prevención contra el contagio y su infección del COVID-19, al mismo tiempo que se le aseguran las condiciones mínimas indispensables, para poder sostener el aislamiento.
¿Cómo valoras las medidas sanitarias tomadas hasta el momento como trabajador de la salud?
Nosotros hace tiempo que venimos reclamando al Ministerio de Salud Pública y a su ministro la existencia de una política unificada en materia de salud. Cada institución privada define sus propias medidas, y lo que falta es esa visión más general que con respecto a los trabajadores de la salud, personal médico y no médico, se podría resumir en “cuidar a los que te cuidan”.
Hasta el momento no conocemos un protocolo que rija por igual para todos los trabajadores de la salud pública y privada, y nos llama la atención porque desde el 3 de marzo se sabía que el COVID-19 estaba presente en la región.
La población de riesgo son las personas mayores de 65 años, los diabéticos, los inmunodeprimidos y también los trabajadores de la salud, por lo que había tiempo para establecer una coordinación y un protocolo unificado. Todos sabemos cuáles son las medidas sanitarias para llevar adelante nuestro trabajo, pero no puede quedar, en el caso de la salud privada, a criterio de cada empresa, y, además, hay que definir cuáles serán las medidas de cobertura para los trabajadores que sean infectados.
¿Qué opinión te merece el tema de la cuarentena generalizada?
Hay un aspecto junto a la situación sanitaria que es la definición de qué país queremos y qué país hay; aun sin cuarentena generalizada declarada, ya hay sectores de nuestra población para los cuales el “quedate en casa” es un drama. En algunas ramas laborales que no pueden implementar el teletrabajo, el trabajador debe seguir concurriendo a trabajar o es enviado a seguro de paro. Pero hay otra enorme cantidad de gente que hace changas o trabaja por la cuenta, o los desocupados, para los cuales el gobierno debe definir políticas de cobertura, y eso también es una política coordinada de salud que reclamamos en el Comité de Crisis que integramos con el PIT-CNT, el Ministerio de Trabajo, el Ministerio de Salud Pública, el Sindicato Médico, y las Federaciones de Funcionarios de Salud Pública y los de la salud privada.
El gobierno no parece dispuesto a postergar el aumento de las tarifas públicas.
Por eso es importante definir qué país queremos. ¡No hay país mañana, si no hay país hoy, hoy es cuando!
En estos pocos días desde que asumió el gobierno y se empezaron a tomar medidas contra el coronavirus, hemos podido ver la especulación del mercado con respecto a los precios de insumos básicos como el alcohol en gel y los tapabocas.
Hemos reclamado al gobierno que fije un precio máximo, un tope para cortar con la especulación, a lo cual hay que sumarle otras medidas urgentes, como por ejemplo postergar, por no decir no cobrar, las tarifas públicas. Porque la gente para poder sostener la cuarentena general tiene que tener luz, agua, servicio de telefonía, sin la angustia de que en abril le va a caer el mazazo.
El gobierno tiene que definir el congelamiento de precios y una canasta básica, en una situación que implica una economía de guerra.
¿Es este el país que los integrantes del actual gobierno pensaban encontrar y las medidas que proponemos van en el sentido de su orientación económica? No, claro que no. Estas medidas necesarias no van en el sentido de los intereses del sector financiero y los agroexportadores, pero para tener país mañana, para poder reactivar la economía y el empleo una vez que pase la pandemia, porque la pandemia va a pasar, necesitamos tener país hoy.
Quiero aprovechar esta fecha [se refiere al día en que le realizamos la entrevista, 19 de marzo], día en que fue liberado el general Líber Seregni, para recordar que en el discurso pronunciado desde su casa, sin un solo gesto de rencor, habló de la construcción de la patria de futuro.
Nosotros, con el PIT-CNT, estamos dispuestos a ir junto con este gobierno hacia la construcción de un gran diálogo y acuerdo nacional, a la altura de lo que las circunstancias exigen.
Pero, por las declaraciones del presidente Luis Lacalle y la ministra Arbeleche, el gobierno parece sostener su orientación general, más allá de esta crisis.
El movimiento sindical no dudó en plantear sus discrepancias e incluso movilizarse en los gobiernos pasados del Frente Amplio, incluso entendiendo que esos gobiernos eran beneficiosos para los intereses de los trabajadores, y tampoco vamos a dudar en apoyar, en discrepar y en movilizarnos con este gobierno.
En materia de salud, venimos reclamando el control por parte del gobierno de las instituciones privadas de prestación de salud, controles que faltaron y que ocasionaron todo tipo de dificultades en materia de atención por la falta de inversión en recursos humanos, de material médico o infraestructura.
Al día de hoy, no tenemos muy claro, como pasó en otros países, dónde se van a instalar tiendas de campaña si llegara el caso, y con qué personal van a contar.
Eso lo tiene que definir el gobierno, y, para el gobierno, la definición de una política pública de salud no pasa por brindar un informe diario para los medios a las 19:00 horas, teniendo a la población colgada del televisor.
Es indudable que la atención está centrada en esta pandemia, al punto que hasta los delitos desaparecieron de los grandes medios de comunicación, pero delitos siguen existiendo.
La gente necesita que se le resuelva, para hacer frente a esta crisis, el tema del pan; si no, la gente con hambre igual va a salir a la calle. No vaticinamos ni deseamos una situación como la del 2002, pero hay que pensar; hay gente que me dice: “No es el momento de hablar de política”.
Yo creo, por el contrario, que en tiempos de crisis es cuando más hay que hablar de política. Acá hay que resolver el tema de la salud y el pan, si no, no vamos a tener país mañana. La salud debe, de una buena vez, dejar de ser vista como una mercancía.
Hay que combatir la pandemia antes de que llegue el invierno, donde aparecen las otras enfermedades respiratorias, pero también hay que permitirle a la gente poder vivir, con dignidad.