Con goles de Romelu Lukaku y Kai Havertz, Chelsea se impuso 2-1 ante Palmeiras (había igualado transitoriamente de penal Raphael Veiga) en la final del Mundial de Clubes disputada en el estadio Mohammed Bin Zayed de Abu Dabi.
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Sobre el final, reinó la polémica: el árbitro australiano Christopher Beath sancionó una pena máxima para los ingleses al minuto 116, a instancias del VAR.
El VAR volvió a ser protagonista de un partido de fútbol y el principal ayudante de Chelsea en su obtención del título frente a Palmeiras para estirar la racha de los equipos europeos en las finales del prestigioso certamen.
Palmeiras protestó, pero ya era demasiado tarde: Havertz se paró frente al arco y, pese a los intentos de Weverton por distraer al delantero, soltó un zurdazo fenomenal contra las redes para encuadrar el 2-1 y posteriormente coronarse campeones. Un campeonato más que finalizó con polémica.