Hoy quiero escribir sobre un tema de actualidad. Un tema de esta semana, de hoy, y a la vez un adelanto del carnaval. Podría ser… La inminente convocatoria de la Justicia a Bustillo y Heber. O, quizás, que Penadés esté preso, haciendo vida de preso. O a lo mejor que Heber no renunciará, aunque la Justicia ya falló contra gente de su confianza. O más actual aún, siguen cayendo jerarcas del Ministerio del Interior. ¿A lo mejor hablamos de la desilusión de Lacalle con los chinos?
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Puede ser de algo de más impacto. Los nombramientos en Salto Grande sobre los que el presidente no puede “hacer nada por que es un organismo binacional”. O sobre el interior profundo, del norte artiguense, donde el intendente bagayea gasoil para su camioneta. Suena como una broma, pero digámoslo más en serio… no tienen derecho a generar tanta noticia amarilla en tan poco tiempo.
¿Hay recuerdo de un momento como este? Se suele decir que desde que retornó la democracia no se ha vivido algo igual. Pero si hacemos un poco de memoria, la desgastada institucionalidad previa al Golpe no atravesó tantas crisis juntas. No estamos discutiendo proyectos de país. Estamos siempre viendo cómo el ministro del Interior desmiente que haya hecho las cosas mal. Para luego decir que las hace bien, ya no queda espacio.
Otra de las noticias que acaparan los titulares de los exageradamente estirados noticieros de la tarde puede ser el anuncio del canciller de que visita a algún gobierno que perdió las elecciones. El subsecretario del Interior declara que no haberle dado el pasaporte a Marset hubiera sido “abuso de funciones”. Una cónsul, en cambio, declara en Fiscalía que mientras que un pasaporte normal se tramita en 5 o 6 días, el del jefe narco se expidió en el día.
El ministro del Interior, indagado por la Justicia como el canciller, dice que “en Uruguay no hay orden de captura contra Marset”. (¿?) Estamos hablando de uno de los tres hombres más buscados por Interpol (y la DEA de EE. UU. con la que el Gobierno dice tener excelente relación). Se le requiere “por presuntamente transportar, al menos, 16 toneladas de cocaína entre Paraguay y Europa a través de Uruguay”. Heber dice que no sabe.
El desenlace del caso Penadés llegó a límites inesperados. Pero el presidente dice que hay que esperar a que haya sentencia definitiva para que no se presuma su inocencia. Habla de “si supuestamente, en sentencia firme se probara que…”, entonces se sentiría engañado. Yo creo que una condición esencial para ser dirigente, más aún si se ocupa la primera magistratura es, precisamente, saber en quién se puede confiar y en quién no.
Pero hemos establecido el precedente, desconocido hasta por Lacalle Pou de que, si la Justicia no declara culpabilidad en sentencia firme, la gente es confiable… No sé cómo definirlo: patético.
Antes de terminar el año habrá más ingredientes para el salpicón. El presidente se va a la China. Y, además, vuelve. Alguien debería preguntarle a qué va. Tanto estupor que siente por los países de partido único… Pero China es un caballito de batalla: quiere firmar un TLC. El problema es que un tratado bilateral no tiene valor si no lo firman ambas partes, y China ya ha dicho que con Uruguay por fuera del Mercosur no negocia.
¿Qué pensarán los chinos? Lo han dicho de todos los modos y en todos los idiomas posibles (incluyendo el castellano y el mandarín). Bustillo fue a China y ahí se lo dijeron por escrito: “NO NOS INTERESA”. Pero siguen con el caballito de batalla.
Hoy quisimos hablar de un tema. El de la semana. El del día. Pero no pude. Primero porque TODOS los temas se repiten una y otra vez. A medida que aparecen nuevos capítulos de la telenovela del Gobierno, no terminan y llega el desenlace del anterior. No son temas, son escándalos, a veces reales, a veces para victimizarse. Y los escándalos no terminan, simplemente se les agrega otro.
El año que viene es año electoral. Habrá internas, nacionales y eventualmente balotaje… En la campaña habrá que hacer un esfuerzo para no pasar el año criticando. Ni siquiera burlándonos, que para ello hay material y sobra. Sobre nuestros hombros estará la responsabilidad de debatir con altura e introducir temas. Los problemas que sufre la gente. Y, sobre todo, sus soluciones.
No agregaremos letra al salpicón del disparate. Haremos el cuplé de las propuestas y escucharemos mucho a la gente. En eso andamos y en ese camino seguiremos.