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Columna destacada | electoral | Yamandú |

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El proceso electoral: Yamandú arrancó

Buena parte del planeta está en dinámica electoral, tanto en el hemisferio norte como en el del sur; en Uruguay, Yamandú ya está en carrera.

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Las sorpresas

En Gran Bretaña, las primeras tras salirse de la UE, ganan los laboristas por primera vez en 20 años. El margen, uno de los más altos desde la II Guerra Mundial. En Francia, en primera vuelta ganó la ultraderecha de Le Pen. “Vino para quedarse”, decía la prensa. En segunda vuelta entró tercera, detrás de la izquierda y de una coalición de centro armada por el presidente Macron.

En EEUU, un tiro que casi mata a Trump empezó a cambiar las reglas de juego. Dos días después comenzaba la Convención Nacional Republicana en el estado de Milwaukee. Algunos creyeron que la foto de Trump con el rostro ensangrentado y su puño en alto iba a ser ícono de su campaña. Pero su discurso de clausura de la Convención dijo otra cosa: conciliador, victimizado, en tono mesurado. Había cambiado el escenario.

Por otra parte, tras varias negativas del presidente Biden de dar un paso al costado, anunció que sólo en caso de enfermedad lo haría. En cuestión de horas le diagnosticaron covid-19 y su vicepresidenta, Kamala Harris, le sustituyó.

El sistema electoral

Todas las noticias de alrededor del mundo nos traen a diario información electoral. Y es justo en ese marco que comenzamos a adentrarnos en el clima electoral, lentamente. La última reforma electoral, desde mi modesto punto de vista, en el que no comprometo nada más que mi punto de vista, no fue buena. Separa, sí, la votación departamental de las nacionales, pero muy pegada y alarga mucho el proceso. Empieza en junio y termina al año siguiente. Internas, primera vuelta, balotaje en caso de ser necesario y departamentales. Cuatro elecciones en un año. Ningún otro país tiene nada parecido.

Dos caras

La campaña tiene, simplificando un poco, dos caras. Las dos de la misma moneda que es la transparencia e independencia del elector. Una de ellas, la más importante, siempre a mi juicio, es el cara a cara del candidato con la gente. El contacto del aspirante (a presidente, entre otros) con la gente también ha cambiado de modalidad. La primera vez que voté fue en 1971. Allí la gente participaba en actos multitudinarios, realmente impresionantes. Hoy, yo creo que prefiere hablarle al candidato mirándole a los ojos. Darle la mano, escuchar y ser escuchado. ¿Sustituye esto las asambleas? Claro que no. Pero no se puede entender una cosa sin la otra.

Durante la campaña de las internas, en una radio de un departamento del interior me preguntaron: “¿Qué es lo que más le gusta del discurso de Orsi?”. Yo podría haber citado una de las tantas cosas que le oí y me emocionaron, pero tras una pausa dije: “Cuando termina…”. Confieso que al periodista un viejo amigo se le iluminó la cara. Habrá pensado “acá encontré un talón de Aquiles”. Pero la ilusión le duró poco, porque agregué: “Ahí justamente, cuando baja del estrado y se confunde con la gente”.

Y era así. Emocionaba ver cómo le gustaba, tras sus discursos, confundirse con la gente. Escucharla con esa magia de hacer que la gente, que tanto necesita, se sienta escuchada. No todo se arregla con una selfie.

La otra cara de la campaña es contrastar propuestas. Y solo como un modo más de hacerlo, eventualmente debatir con su contrincante. En el esfuerzo por coordinar estos eventuales encuentros, alguno se ha sentido ofendido. El tema no es menor, es de fondo. Ojeda, un joven abogado que ganó las internas del Partido Colorado, está muy preocupado por ello.

¿Opciones similares?

El presidente Lacalle fue electo tras haber llevado a su partido a uno de los niveles más bajos de votación de su historia: 28 %. Entonces se cae la llamada coalición “multicolor”, que luego cambió su nombre por “Republicana”. El Frente Amplio oscila en las encuestas entre un 47 % y un 49 % de los votos en primera vuelta. El partido en el que ganó Ojeda llegó a obtener en elecciones nacionales menos del 10 %.

No parece otra cosa que un engaño a la opinión pública decir que todos los candidatos representan opciones similares. Ni es justo para la campaña del que muy probablemente yo creo que es seguro sea el próximo presidente de los orientales debatir con siete candidatos que se han registrado para competir en las próximas elecciones de noviembre.

Ojeda es uno de los siete. Orsi es el único que pude ganar en primera vuelta y, eventualmente, con Delgado, uno de los dos que puede ir a segunda vuelta. No es un tema de cantidad de tiempo, camino por el que Ojeda quiso encontrar una solución. A veces una respuesta de tres palabras confidentes es más eficaz que una larga que termina no escuchando nadie.

El candidato del Partido Colorado sostuvo que a él no lo podían bajar de un estrado de debate. De sus declaraciones se desprendía que era un capricho del comando de campaña frenteamplista. Pero un encuentro empresarial, “LATAM Energías Renovables”, no creo que por razones políticas, lo bajó de la invitación que le habían cursado.

Son pequeños tropezones de los que seguramente habrán muchos. Pero ya este fin de semana, Yamandú andaría recorriendo un par de departamentos del norte. Esa noticia sí que me gusta, en la cancha y con la gente que es la verdadera protagonista de la consulta de octubre.

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