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Columnas de opinión | Fernando Marguery | inseguridad |

Pasen y vean al payaso

Bienvenidos al circo de Fernando Marguery

Fernando Marguery manipula datos, miente, inventa, pero apenas si llega a ser un mínimo bufón en el circo de la realidad.

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Caras y Caretas Diario

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El presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, se presentó una vez más en el programa Esta boca es mía. El panelista Fernando Marguery criticó a su partido por haber dejado un 16% de pobreza infantil al final de su gobierno. Bien; hay que aceptar la crítica; pero el panelista omitió la cifra que no le conviene y es la que tenemos luego de tan solo tres años de gobierno derechista: la pobreza entre los menores de seis años subió de 18,6% en 2021 a 19,7% en 2022.

La herencia que Tabaré Vázquez heredó de Jorge Batlle (quien gobernó buena parte de su administración en sociedad con los blancos) fue 40% de pobreza y 60% si se trataba de pobreza infantil. Para 2019 la pobreza era de 8,8%, según datos del INE. En 2005 la indigencia era de 5% y en 2019 era de 0,6%.

Y sí, la pobreza infantil bajó de 60% en 2005 a 16% en 2019; pero ha ido en aumento desde que gobierna el herrerismo. Para ser precisos, el lacallismo generó 42.000 nuevos pobres, según datos oficiales, para fines de 2022. Claro, Marguery no quiere enterarse de ese dato.

La pobreza en general, que en 2019 estaba en el 8,8%, pasó a 9,9% en 2022.

Luego de tres años con una tasa promedio de crecimiento del PIB de 3% (4,9 en 2022) el resultado es que tenemos 42.000 personas más en la pobreza con respecto a 2019, según el informe anual del Instituto Nacional de Estadística. Hay 350.000 personas por debajo de la línea de pobreza y ha aumentado la cantidad de personas que viven en la calle. Los trabajadores y jubilados han perdido poder de compra y también se ha incrementado de manera espectacular la corrupción.

Otra de las críticas del menos inteligente de los panelistas del programa tuvo que ver con la inseguridad. Es cierto; desde hace décadas la criminalidad viene aumentando en casi toda la región. El caso de El Salvador merece un estudio aparte, ya que, si bien el gobierno ha puesto a las pandillas en jaque, la violación de derechos humanos por parte de policías y militares también implica criminalidad. Como sea, la fórmula de Lacalle Pou para bajar la tasa de homicidios fue genial: bastaba con duplicar la cantidad de “muertes dudosas”. ¿Cómo no se les ocurrió al Pepe y a Tabaré? Las muertes dudosas en 2019 fueron 105; en 2022 llegaron a 200, poco menos del doble. Así es fácil.

La verdad es que en 2022 se registró un 25% más de homicidios que en 2021. “Tengo un plan”, decía el caricaturesco Heber. De la totalidad, solo se aclaró el 51%.

En cuanto a hurtos y rapiñas, los primeros crecieron un 8% en el interior, salvo en Canelones. Veamos el incremento en otros departamentos: Tacuarembó (69%), Soriano (48%), Río Negro (45,5%), Maldonado (11,5%), Colonia (11,5) y Flores (17%). Veamos las rapiñas, que, también a excepción de Montevideo y Canelones, se incrementaron en un 10%. Tacuarembó (69%), Rivera (20%), Salto (17%), Colonia (25%), Florida (40%) y Soriano (74%).

Eso se define con una sola palabra: fracaso. Marguery no mencionó estas cifras; no porque las desconozca, es porque no le conviene.

La cantidad impresionante de hechos de corrupción protagonizados por las figuras más notables de la coalición gobernante también es criminalidad; pero en los datos del Ministerio del Interior, los delitos cometidos por los bandidos de cuello blanco no se contemplan. Pedofilia, acoso sexual, nepotismo, abuso de funciones, creación de cargos para acomodar políticos, espionaje, presiones a la prensa, licitaciones sospechosas, privatizaciones irregulares, beneficios inmorales a empresas privadas en perjuicio de las estatales, decretos para beneficio exclusivo de empresas colaboradoras en la campaña electoral y despilfarro de dineros públicos son solo algunas de las múltiples conductas repudiables con que este gobierno pasará a la historia.

Los que criticaban al Frente Amplio se encontraron con que no era tan fácil solucionar ciertos problemas. Volviendo a las cifras, con este gobierno alcanzamos el récord histórico de homicidios en las cárceles. Claro; eso, a la derecha, no le importa.

Los casos de abuso policial, desde que asumió el actual presidente, ya son incontables; sin embargo, y con el grado más alto de cinismo, derechistas como Marguery continúan preguntando dónde están los abusos que pronosticábamos para el caso de que la LUC fuera aprobada.

Desde que gobierna la derecha, otro fenómeno nuevo se suma a la lista de actos criminales: las brigadas de civiles violentos con la casi segura bendición de las fuerzas policiales.

El padre Omar França, de la parroquia Santa Bernardita, denunció en la Seccional 11ª que cuatro hombres bajaron de una camioneta blanca con bates de béisbol en avenida Italia y Caldas y apalearon a un indigente en horas de la madrugada, tratándose del tercer caso en poco tiempo. Varias veces hemos tomado conocimiento de “nenes bien” (de clase media alta o alta) que, usando bates de béisbol atacan a personas en situación de calle. Curiosamente, y aunque Montevideo está plagada de cámaras de vigilancia, la Policía no captura a los responsables. Veamos qué sucede ahora que ha sido la fiscal quien ha pedido su revisión. Las víctimas no se atreven a denunciar porque, para el Ministerio del Interior, las personas en situación de calle son indeseables cuasi delincuentes.

“El procedimiento es siempre igual”, señaló el padre en un mensaje de alerta y pedido de ayuda a la comunidad. “La forma de llevar a cabo esta fechoría violentísima es siempre la misma”. “Lamentablemente han llegado a Uruguay estas brigadas”.

El 16 de agosto de 2022 la pluma magistral de nuestro compañero Ricardo Pose señalaba: “Recorren las calles en autos 0 km, equipados, al menos, con bates de béisbol. Salen a ‘cazar’, como el cuarteto de la película La naranja mecánica, “pastabaseros”, negros e inmigrantes pobres y gente en situación de calle. No pertenecen a una estructura orgánica única; fruto de su propia intolerancia, encuentran en el discurso de connotados dirigentes políticos del gobierno el aval para su acción directa”.

No es la LUC directamente; es su espíritu. Es el mensaje de odio clasista generado por la oligarquía. Odian a los sindicatos, a los pobres, a las madres solteras, a los fiscales (menos a los obedientes, como Fossati), a los maestros y profesores que enseñan a pensar, a los periodistas que no pueden comprar… Odian a Óscar Andrade, por no haberse enriquecido con la política. Odian a todos los que se enfrentaron a la dictadura. Odian a los que defienden a los más débiles. Odian a las ollas populares. Odian a Carolina, porque pese a todos los insultos y calumnias no han logrado que baje al nivel de las cloacas en que ellos habitan. La critican por no condenar al gobierno cubano; pero, que yo sepa, Carolina no le regaló una yegua al presidente de Cuba, como sí hizo Lacalle Pou con el tirano de Qatar.

Odian a los legisladores que devuelven viáticos, pese a la “ley Gandini”. Odian a los agnósticos, ateos y a los verdaderos cristianos, porque no son manipulables.

A los defensores del gobierno no les importa lo ocurrido en noviembre de 2021, en barrio Peñarol, cuando un hombre de 72 años asesinó a su vecino al confundirlo con un ladrón. El joven, de 28 años, se encontraba arreglando unos cables en el límite de los techos de sus respectivas viviendas.

No les importa lo sucedido en Pinares, Maldonado, en 2022, cuando varios energúmenos golpearon, persiguieron, atropellaron, intentaron secuestrar y amenazaron de muerte a un joven porque tenía lo que Gandini y Zubía catalogan como “apariencia delictiva”, cuando, en realidad, era el hijo de un profesor que había arrendado una casa en la misma calle de los gorilas.

No les importa lo sucedido hace pocos días, también en Maldonado, donde un grupo de argentinos que viven en Ocean Park apalearon a Gabriel Pérez, un vecino sin antecedentes al que acusaron de ser ladrón. Poco después, el cuñado de uno de los cuatro agresores se presentó en el destacamento de Sauce de Portezuelo y también lo denunció, ratificando que es una persona violenta que sale con sus amigos a hacer justicia por mano propia. Sobre el ataque del 6 de julio contra Gabriel Pérez, señaló: “Mientras lo golpeaba le preguntaba si yo lo había mandado u organizado el hurto que sufrió un amigo de ellos, de nombre David”. El argentino denunciante manifestó temer por su vida.

Estos hechos, y muchísimos más, son resultados de la prédica derechista y la LUC; pero para Heber y Marguery, “no ha pasado nada”.

No aguanté todo el programa porque, al ver cómo se interrumpía a Fernando Pereira una y otra vez, me cansé. Duele ver a un payaso contratado por un canal de televisión para provocar a quien acepta ser entrevistado de buena fe. Irrita por ser de dudosa ética y de muy mal gusto. Por otra parte, creo que es menos nocivo para la salud mental mirar un programa de Laura Bosso (y reírse cuando ordena “¡que pase el desgraciado¡”) que oír a Marguery manipulando incautos desde uno de los medios de comunicación más poderosos.

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