Que 6 mil de los 60 mil jubilados de las AFAPs cobran en promedio $126 de jubilación.
Que otros 6 mil de los 60 mil cobran en promedio $700 de jubilación.
Que otros 6 mil de los 60 mil cobran en promedio $1.200 de jubilación.
Que otros 6 mil de los 60 mil cobran en promedio $2.200 de jubilación.
Que el 90 % de los trabajadores que reciben renta vitalicia de una AFAP cobra menos de $5.000.
Que la coalición habilitó por ley que las AFAPs puedan descontar comisiones de los ahorros cuando el trabajador está desocupado, medida que no estaba contemplada en la legislación original del sistema de 1996.
Que las AFAPs, por ley vigente desde diciembre, no le reconocen la bonificación a las maestras.
Que entre el Gobierno de Luis Alberto Lacalle y el de Luis Lacalle Pou, han condenado a los trabajadores uruguayos a tener jubilaciones de miseria.
Los conservadores intentan alarmarnos diciendo que esto hará colapsar nuestra economía. Con el mismo fervor con que nos dijeron en los 90s que las AFAPs salvarían al BPS (el tiempo demostró que fue una mentira brutal y cuasidelictiva), ahora nos dicen que si no apoyamos la reforma lacallista quedaremos fundidos y endeudados.
Como ya hemos señalado en notas precedentes, si la reforma popular triunfa, obligará al próximo presidente a recortar privilegios desmedidos, tanto en el sector público como privado. Con eso alcanza y sobra. La guita está ahí.
Cuando el exministro de Defensa y falso pediatra Javier García tiró a la basura 25 millones de dólares para comprar dos Hércules destinados a chatarra en España, nadie se preguntó de dónde sacaríamos la plata, y eso que, en realidad, considerando repuestos, mantenimiento, reparaciones, inspecciones, etcétera, nos terminaron costando bastante más.
Cuando hace pocos días se compraron seis aviones de guerra Tucano a Brasil por 100 millones de dólares, nadie se preguntó de dónde sacaríamos la plata. Cuando gastamos unos veinte millones de dólares para solventar los lujos faraónicos de Luis Lacalle Pou mientras se alojó en la residencia de Suárez y Reyes, nadie se preguntó de dónde sacaríamos la plata.
Cuando hubo que asistir a la Caja Militar con un promedio de 450 millones de dólares anuales, nadie se preguntó de dónde sacaríamos la plata.
Y tampoco se preguntó cuando íbamos al salvataje de los grandes productores rurales y bancos por diversos motivos.
Ah, pero cuando se trata de igualar una jubilación de 17.000 pesos a $22.268, que es el Salario Mínimo Nacional actualmente, los economistas saltan como sapos quemados con agua hirviendo.
Ellos no se alarmaron cuando en junio de 2021 se duplicaron las comisiones cobradas por las aseguradoras. Dicen que habrá que subir el IVA; pero como pregunta Andrade: “¿Por qué el IVA? ¿Por qué en lugar de subir el IVA no dejamos de exonerar los 700 millones de dólares del impuesto al patrimonio, para financiar la seguridad social?”.
Óscar Andrade expone lo que cada trabajador debería preguntarse con respecto a las AFAPs: “¿Está bien que yo le dé la mitad de mis aportes al sistema privado cuando si me enfermo o quedo sin trabajo es el BPS el que me paga el seguro de paro; y que voy a tener un hijo y es el BPS el que me da la Asignación Familiar; y tengo un vecino con discapacidad y es el BPS el que le da la prestación? ¿Y tengo un hijo con enfermedades raras y es el BPS el que tiene el Crenadecer para atender como centro de referencia? ¿O preciso una prótesis y es el BPS…?”.
Actualmente, alrededor de 1.400.000 trabajadores están realizando aportes al Banco de Previsión Social (BPS). En contraste, hay aproximadamente 800.000 jubilados y pensionistas. ¡Claro que tenemos problemas y costará plata una solución! Más, como dice Andrade, este no es un problema económico; es político, pero sobre todo ético.
¿Está bien, es ético, que cientos de miles de personas que se rompieron el alma trabajando para hacer crecer a este país, estén cobrando jubilaciones de miseria mientras que las familias más poderosas y dueñas del Uruguay se benefician con subsidios, exoneraciones y privilegios desmedidos?
¿Está bien, es ético que los agroexportadores aporten mucho menos que un empresario, que ya aporta la mitad que sus trabajadores?
Firmé y firmaría mil veces para acompañar esta lucha del movimiento social, porque en definitiva (y casi parafraseando a Óscar) la misma Seguridad Social y el concepto de ayuda mutua son hijas de la ética proletaria y la lucha obrera.
“El Boca” agregó una reflexión tan sencilla como brutal: “La plataforma de la reforma es bastante modesta”, “no resolverá todos los problemas”. “Los sectores del poder siempre intentan que los más vulnerables no conquisten nada”.
En el 95 tuvimos una dura y perversa reforma de la Seguridad Social; pero no logramos que la mayoría de los trabajadores reaccionara contra esta estafa histórica que se estaba imponiendo. Como dice Óscar: “Cuando un recorte se anuncia para dentro de 10, 20 o 30 años, nadie protesta. Perdimos en el Parlamento y ni siquiera juntamos las firmas para enfrentar este atropello. 8 de cada 10 trabajadores de la construcción llegaban a los 65 sin tener 35 años de aportes para jubilarse. En los hechos, en casi todas las áreas, había que cumplir 70 para jubilarse por edad avanzada. ¿Cómo vive un paisano con eso? Problema de él. La mayoría tomó conciencia de la gravedad de todo esto cuando le tocó en carne propia”.
Nos quieren vender que la sociedad no es una comunidad compartida, sino que están los que llegan y los que la quedan. Siempre que hay un ajuste el poder lo presenta como inevitable. Este es el único plato de lentejas… O, como decía Macri: “Hay que sincerar la economía”. No hay otra posibilidad. Así te lavan la cabeza.
Andrade continuó reflexionando: Actualmente, dos de cada tres trabajadores no llegan a fin de mes. No es lo mismo un empresario que logró reunir un capital, se retira y tiene que esperar 5 años para jubilarse, que un trabajador que siempre vive al día. Termina de trabajar y tras la primera quincena ya tiene un problema.
La reforma simplemente recupera lo que se tenía antes de la reforma de 2023.
Esta reforma lacallista corrió la edad a 65; pero también los años de aportes. A los 65 le dan el mínimo y debe seguir hasta los 70. Un trabajador con 65 años que cobraba $50.000 y el promedio fue de 45.000, se jubilará cobrando 18.000.
Finalmente, los economistas conservadores tendrían que analizar el impacto positivo que la reforma provocaría al movilizar al mercado interno. Sin embargo, quienes están esclavizados con paradigmas y concepciones teóricas, tienen gran dificultad para comprender la realidad; o, como remata Óscar: “Parece que no hay abuelos que ayudan a comprar los materiales de los nietos cuando comienzan las clases”.
Tenemos más argumentos y estos son solo un adelanto; pero sostengo que es importantísimo que demos rango constitucional a ciertos derechos básicos para evitar que gobiernos antipopulares barran el piso con ellos.
Aprobar la reforma propuesta por el movimiento social es, simplemente, un acto legítimo de defensa propia y una sacudida ejemplarizante a los dioses del Olimpo.
Así marchamos hacia octubre: con el arriba nervioso y el abajo que se mueve.