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Columnas de opinión | problema | uruguayos | Lacalle Pou

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¿Cuál es el mayor problema de los uruguayos?

El problema de los uruguayos es que saben mucho sobre fútbol y poco sobre la corrupción que se mueve frente a sus narices.

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A poco de iniciado 2023 ya son varias las perlas multicolores que han quedado por el camino; pero detrás de cada una de ellas se encuentra un problema endémico de la mayoría de la sociedad uruguaya. Ese problema es la verdadera causa de estos males que padecemos. Vamos por partes.

La hemiplejia del presidente

Varias personas de otros países reaccionaron positivamente a las palabras de Luis Lacalle Pou durante la cumbre de líderes políticos de países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). ¿Cómo no aplaudir y apoyar a quien dice que los Derechos Humanos deben defenderse en todos los casos, sin importar si coincidimos con el signo ideológico del gobierno acusado? Muy bien; pero veamos lo que hay detrás de las palabras. Lacalle acompañó la declaración contra la intentona bolsonarista golpista; pero acusó a los que tienen una “visión hemipléjica”. “Bien en el arranque de esta declaración, en el punto tres y cuatro, se habla del respeto a la democracia, del respeto a los derechos humanos y del cuidado a las instituciones. Claramente hay países acá que no respetan ni la democracia ni las instituciones ni los derechos humanos. De nuevo, no tengamos una visión hemipléjica de la defensa de la democracia, de los derechos humanos y de las instituciones, según el perfil ideológico”. Paralelamente, son varios los referentes de la coalición gobernante en Uruguay que se han jactado de condenar las violaciones a los derechos humanos de manera independiente a la ideología de quienes atentan contra ellos, criticando a la izquierda por no hacer lo mismo. El grado de hipocresía, tanto del presidente como de estos cortesanos, solo puede equipararse con su cinismo. Si Bolsonaro hubiera logrado que sus seguidores derrocaran a Lula, hoy toda la derecha uruguaya estaría festejando en las calles. Festejaron cuando Hugo Chávez Frías fue derrocado en abril de 2002, aunque la alegría les duró solo 47 horas, que fue lo que el pueblo movilizado tardó en rescatarlo con vida y colocarlo nuevamente al mando en Miraflores. Festejaron cuando Evo Morales fue derrocado y Luis Lacalle Pou legitimó a Jeanine Áñez, en lugar de condenarla. “No me abrazo con dictadores”, dijo nuestro presidente tiempo atrás. Sin embargo, no solo se abrazó con el tirano de Qatar, sino que, luego, le envió una yegua criolla de regalo. Ni antes ni después de su viaje dijo una palabra sobre derechos humanos por este régimen donde las mujeres son esclavas y valen menos que una yegua. Es lógico que algún que otro extranjero que no conozca a Lacalle Pou y a su partido escriba en las redes sociales elogiando su “imparcialidad” frente a este tema; pero tuvimos que explicarles que es el mismo que apoyó al golpista Juan Guaidó y que jamás condena las violaciones de derechos humanos cuando las cometen Estados Unidos o Israel. Tuvimos que explicar que su partido, el Partido Nacional, fue coautor de la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, con la cual se buscó que los represores que secuestraron, torturaron, asesinaron y hasta traficaron bebés durante la dictadura blanqui-colorada-militar quedaran impunes.

Incluso, recientemente, pasamos un papelón internacional cuando Lacalle Pou pretendió enviar como agregado de Defensa en nuestra embajada en Berlín al Capitán de Navío Marcos Saralegui, cuestionado por las organizaciones defensoras de derechos humanos. Alemania rechazó el nombramiento por ser un personaje que reivindica la dictadura. Quienes conocen bien al presidente uruguayo saben que es un actor, tanto o más que Zelenski, el presidente que saltó de una serie de ficción a la presidencia de Ucrania. Lacalle Pou condena la asonada en Brasil porque fracasó. Así de simple. A nuestro presidente le preocupan los derechos humanos solo donde gobierna la izquierda. Donde gobierna la derecha, silba y mira para otro lado. Es más, ha sido con su gobierno que se multiplicaron los casos de abuso policial, presiones a periodistas y sindicatos y se ha llegado al triste récord histórico de homicidios y suicidios en los centros de reclusión. Hablame de hemiplejia.

La hemiplejia del ministro

No le critico a Luis Alberto Heber que hubieran robado su casa, pese a ser ministro del Interior. Ahora, ¿qué dijo él cuando era un legislador de la oposición, el 29 de abril de 2013? Ese día, Heber publicó en Twitter: “Bueno, ahora asaltan a los comisarios y les roban los autos. Si roban a los que supuestamente nos defienden, ¿qué podemos esperar del resto”. Al ministro no lo he criticado por los altos índices de criminalidad; lo critico por la manipulación de cifras, por su soberbia, y, fundamentalmente, por toda la virulencia que dedicó al exministro Eduardo Bonomi, como si solucionar el problema fuera sencillo. Ahora él ocupa el lugar de Bonomi y se tiene que comer sus propias palabras, porque los ríos de sangre no se pueden ocultar. Cuando el exministro frenteamplista señaló que la mayoría de los homicidios se daban por ajustes de cuentas entre bandas de narcos, tanto Heber como Lacalle le dieron con todo; pero ahora, Heber no para de justificarse señalando lo mismo. La gente va olvidando de a poco que fueron Heber y Lacalle Pou quienes entregaron el puerto a Katoen Natie, cuando el primero era ministro de Transporte y Obras Públicas, y muchos aún ignoran que Heber le compró varios insumos a Vertikal Sky, por medio de Lucanar SA, pese a conocer la vinculación de esta con Alejandro Astesiano y pese a que el ministerio de Defensa había suspendido, debido al escándalo, una licitación en que participaba la empresa. La que tampoco suspendió la compra de un drone fue la UTE, pese al pedido de la representante del Frente Amplio en el directorio, Fernanda Cardona. Se entiende. Quien movió todo para concretar la compra del drone fue el gerente de la división Tecnologías de Información y Comunicación de UTE, Raúl Feijo, casualmente, esposo de la presidente del ente, Silvia Emaldi. ¿Por qué Heber e Imaldi insisten en beneficiar al círculo de Astesiano y a una empresa vinculada al espionaje a legisladores de la oposición a efectos de extorsionarlos?

La cuestión de fondo

El problema de los uruguayos es que saben mucho sobre fútbol y poco sobre la corrupción que se mueve frente a sus narices. La mayoría sabe más sobre Shakira que del drone de la UTE. Han leído varias veces la letra de su canción terraja, pero muy poco la Constitución de la República. Saben mucho de lo que hay sobre la cabeza del presidente; pero nada de lo que hay en su interior. En una democracia republicana la información es un derecho; pero también una obligación, porque la ignorancia puede convertirse en un apoyo cómplice a los que abusan del poder. Si la información no es obligatoria, el voto jamás debiera serlo, porque la ignorancia adquiere entonces un peligroso poder. Un ignorante es tan nocivo como un traidor. Lacalle Pou es el fruto de nuestra ignorancia. A joderse, pues.

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