El 15 de junio de 1964 eran 77 quienes, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD por su sigla en inglés), firmaron “la Declaración Conjunta de Setenta y Siete Estados” para promover los intereses económicos colectivos de sus miembros y crear una mayor capacidad de negociación conjunta en las Naciones Unidas.
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Hoy, aunque se sigue llamando Grupo de los 77 (G77), está integrado por 135 países y es la organización intergubernamental más importante de los países en desarrollo en las Naciones Unidas. Según datos del Banco Mundial, las naciones que lo integran han contribuido con hasta el 80 % del crecimiento económico mundial en los últimos 20 años y cuya proporción en el Producto Interno Bruto global ha ascendido en los últimos 40 años del 24 % a más del 40 %.
Los días 15 y 16 de setiembre se dieron cita en La Habana 1.300 participantes de 116 países, entre ellos 31 jefes de Estado y Gobierno, 12 vicepresidentes y representantes de 12 organizaciones y programas de Naciones Unidas, para participar en la cumbre extraordinaria del G77 + China (que no es miembro, a pesar de ser uno de sus principales referentes político-diplomático y contribuyente financiero) cuyo tema fue "el papel de la ciencia, la tecnología y la innovación" en el desarrollo.
Al iniciar el cónclave, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel, cuyo país ostenta la presidencia rotativa del grupo desde enero, pidió un "cambio en las reglas del juego económico internacional", que calificó de "hostiles al progreso" de los países del sur.
"Después de todo este tiempo en el que el norte ha organizado el mundo según sus intereses, ahora le toca al sur cambiar las reglas del juego", afirmó el mandatario, para quien los países en desarrollo son las principales víctimas de una "crisis multidimensional" en el mundo actual, que va desde el "comercio desigual abusivo" hasta el calentamiento global.
Por su parte, el secretario general de la ONU, António Guterres, exhortó a los países en desarrollo a "alzar su voz para luchar por un mundo que funcione para todos" y agregó que las nuevas reglas para las nuevas tecnologías "no pueden ser escritas solo por los ricos y los privilegiados”.
La constante de las intervenciones en el evento fue resaltar la ciencia, tecnología e innovación como aspectos fundamentales para el desarrollo. Sin estos -asegura el grupo- es imposible solventar las asimetrías que siguen marcando el orden mundial. Los participantes acordaron que el 16 de setiembre, fecha de cierre de la cumbre, sea celebrado como el Día de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación en el Sur.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, en uno de los discursos más esperados, señaló "dos grandes transformaciones" en marcha que no pueden ser moldeadas por "un puñado de economías ricas". "La primera es la revolución digital y la segunda es la transición energética. Nuestros países necesitan tener las condiciones necesarias para responder a estos cambios”.
Según la ONU, 10 países representan el 90 % de las patentes y el 70 % de las exportaciones de tecnologías avanzadas de producción digital.
Asimismo, el jefe de la diplomacia mundial llamó a las naciones a construir un mundo que sea más justo para los países en desarrollo y recordó que, si bien muchos de los países del G77 han ayudado a sacar a millones de personas de la pobreza, todavía enfrentan muchas crisis, como el hambre, la inflación, los desastres climáticos y la deuda, y no han recibido suficiente ayuda.
"La voz del G77 + China siempre será esencial en las Naciones Unidas", dijo Guterres. “Y cuento con su grupo, que durante mucho tiempo ha sido defensor del multilateralismo, para dar un paso al frente, utilizar su poder y luchar: defender un sistema arraigado en la igualdad, defender un sistema dispuesto a revertir la injusticia y el abandono de siglos”, agregó el portugués que fuera primer ministro de país de 1995 a 2002.
“La conclusión es clara: el mundo le está fallando a los países en desarrollo”, y debería “crear un futuro más justo” para estos, subrayó el diplomático en una intervención que sorprendió por su tono y contundencia.
En perfecta sintonía con el secretario general fue el discurso de Li Xi, miembro del Comité Permanente del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China y representante especial del presidente chino Xi Jinping, en la Cumbre.
“Siendo el mayor país en desarrollo y un miembro natural del sur global, China está dispuesta a con el G77 para abrir un nuevo capítulo de la Cooperación Sur-Sur en pos de mayor solidaridad y desarrollo, y construir una comunidad de futuro compartido, con vistas a iniciar juntos una nueva era del desarrollo común”, subrayó Li, uno de los siete dirigentes más importantes del Partido Comunista.
“China siempre toma la Cooperación Sur-Sur como una prioridad de su cooperación con el exterior. Esta es nuestra decisión estratégica y de ninguna manera una medida provisional”, y no importa en qué grado de desarrollo se encuentre, China siempre será parte de la familia de los países en desarrollo y un miembro del sur global, aseguró el dirigente chino y secretario de la Comisión Central de Disciplina del PCCh, responsable de la campaña anticorrupción que ha llevado a los tribunales de justicia a decenas de miles de funcionarios del partido y el estado.
De acuerdo a datos oficiales, China ha ofrecido asistencia para el desarrollo a más de 160 países, y en la reciente Cumbre del BRICS en Johannesburgo se comprometió a aportar 4.000 millones de dólares al Fondo para el Desarrollo Global y la Cooperación Sur-Sur.
Además, las instituciones financieras de la segunda economía del mundo establecerán un fondo especial de 10.000 millones de dólares para la implementación de la Iniciativa de Desarrollo Global, propuesta por el presidente Xi Jinping en 2021 en el debate general de la 76ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, con el objetivo declarado de promover la implementación de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible.
“Inmerso en una situación cambiante nunca conocida en una centuria, el mundo actual está viviendo el continuo robustecimiento del poderío de los países en desarrollo, las profundas transformaciones de la correlación de las fuerzas internacionales y el significativo aumento de la Cooperación Sur-Sur tanto en cantidad como en calidad”, afirmó el enviado presidencial.
Desde hace años la República Popular basa su estrategia política internacional en dos elementos claves que fueron mencionados en el discurso de Li Xi y, aún más relevante, en los conceptos y el espíritu de la declaración final de la cumbre cubana: la constatación de que el mundo atraviesa “grandes cambios sin precedentes en los últimos cien años” y la construcción de una "comunidad de futuro compartido para toda la humanidad”, el objetivo primordial de la política exterior de China, no solo a nivel regional, sino mundial.
El concepto -que recupera el precepto confuciano de sociedad armoniosa, respetuosa y solidaria- fue formulado por primera vez en el XVIII Congreso Nacional del Partido Comunista de China, en noviembre de 2012, y luego también legitimado en varias resoluciones de las Naciones Unidas.
Una “comunidad de futuro compartido para toda la humanidad” es una idea sin precedentes para construir una nueva gobernanza global y abandonar el hegemonismo, el proteccionismo, la mentalidad de “mi nación primero” y el poder político de “suma cero”, para reemplazarlo con un “ganar-ganar” que enfatiza lo que los diferentes países del mundo tienen en común y la necesidad de reciprocidad y también de desarrollo conjunto.
Un día antes de la apertura de la cumbre, Beijing dio a conocer -en vistas de la Asamblea General de la ONU que se celebra en estos días- la "Propuesta de la República Popular China sobre la reforma y el desarrollo de la gobernanza global”, donde llama a "la comunidad internacional a actuar de acuerdo con un verdadero multilateralismo, apoyar a la ONU en el papel central de los asuntos internacionales y a seguir desarrollando y mejorando el sistema de gobernanza global”.
El documento reconoce que en los últimos diez años, el concepto de comunidad de futuro, compartido de la humanidad, ha pasado "de la idea a la acción, y de la visión a la realidad”.
La resolución final de la cumbre -en una coincidencia inequívoca con la concepción china- fue un enfático llamado unitario a potenciar la cooperación entre las naciones del sur global y una categórica exigencia de las naciones del bloque a crear un nuevo orden basado en la solidaridad y que contemple las necesidades de los países en desarrollo
“Subrayamos la urgente necesidad de una reforma integral de la arquitectura financiera internacional y de un enfoque más inclusivo y coordinado de la gobernanza mundial, con mayor énfasis en la cooperación entre los países, incluso mediante el aumento de la representación de los países en desarrollo en los órganos mundiales de toma de decisiones y formulación de políticas, lo que contribuirá a mejorar las capacidades de los países en desarrollo para acceder a la ciencia, la tecnología y la innovación y desarrollarlas”, se lee en uno de sus 46 artículos.
Según la estrategia de seguridad nacional formulada por el secretario de Estado, Antony Blinken, para Estados Unidos “China es el único país con el poder económico, diplomático, militar y tecnológico para desafiar seriamente al sistema internacional estable y abierto -todas las reglas, valores y relaciones que hacen que el mundo funcione como queremos-”.
Washington se equivoca, la cumbre cubana demostró que China no es el único país que se propone cambiar el orden mundial construido a imagen y semejanza de Estados Unidos. Son China + 135 países del mundo (para ser precisos son China más 136, porque la reunión aprobó la solicitud de reingreso al Grupo, presentada por México).