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Cultura y espectáculos Adriana Hernández | Mientras Bailamos | lanzamiento

El 4 de diciembre en Sala Ducon

Entrevista a Adriana Hernández. La música que florece entre la memoria, la ironía y lo que aún nos duele

Adriana Hernández presentará su lanzamiento "Mientras Bailamos" en vivo el 4 de diciembre en Sala Ducon

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La primavera montevideana tiene un modo propio de anunciar lo que está por nacer. No hace ruido: se insinúa. Un olor fresco, un cambio lento en la luz, una claridad que despierta las cosas que ya estaban germinando en silencio. En ese clima florece Mientras Bailamos, el primer disco de Adriana Hernández, una artista que no llegó a la música por impulso sino por destino: la música la fue buscando hasta encontrarla preparada, vulnerable y lúcida. Por este motivo, nos reunimos virtualmente y ahondar más en profundidad en su propuesta.

Adriana construyó su camino entre la escritura, la fotografía, la psicología y la voz. En cada disciplina fue guardando una sensibilidad que ahora, finalmente, encuentra su cauce en la canción. “Creo que siempre fue la música, solo que no me animaba”, dice con una sinceridad que desarma. “Antes contaba historias con fotos o palabras. Ahora necesitaba contarlas cantando.”

Ese pasaje, casi ritual, fue acompañado por la guía de Garo Arakelian, “un poeta increíble”, como lo describe, y por el trabajo mano a mano con Gonzalo Deniz (Franny Glass), cuya música la acompaña “desde hace muchísimos años” y cuya escucha sensible moldeó las canciones hasta convertirlas en un universo propio.

Memoria, duelo y la pregunta que no se deja responder

La columna vertebral de Mientras Bailamos es la pérdida. No como tragedia explícita, no como dramatización, sino como una forma de mirar la vida con más profundidad. Adriana vuelve a una idea de Borges que la marcó profundamente: “Solo lo que hemos perdido es verdaderamente nuestro.”

“Ese poema me persigue —confiesa—. Y este disco también se escribió desde ahí.”

La muerte reciente de su padre abrió un espacio donde se mezclaron las memorias infantiles, los duelos adultos, las preguntas sin respuesta.

“Hay una canción que se pregunta si será verdad que al final de la historia existe un lugar donde podamos encontrarnos con nuestros muertos. Me emocionó escribirla. Y me emociona cada vez que la canto.”

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La voz: un instrumento que eligió la sinceridad antes que la destreza

“Mi forma de cantar tiene una cosa sencilla y sincera”, dice. “No hago firuletes, no me sale forzar algo que no soy.”

La formación vocal con Lucía Romero, a quien admira profundamente, transformó su manera de entender la respiración emocional de una canción. “Lucía me cambió la manera de cantar. La admiro profundamente.”

Esa decisión estética —abrazar la vulnerabilidad y dejar de lado el virtuosismo vacío— es parte del efecto emocional de su música. La gente le escribe después de los recitales, le dice que las canciones se les quedan pegadas, que sienten que la letra les habla.

“Para mí eso vale oro: que alguien quiera salir a andar en bicicleta escuchando algo mío.”

El pop como un espejo irónico de lo que duele

Aunque sus canciones tengan estructuras pop, Adriana lo dice sin rodeos: “El contenido no es pop: el contenido es humano.”

Su música dialoga con The Smiths, The Cure, Foster the People, pero también con artistas uruguayos a los que admira: Fernando Cabrera, Sylvia Meyer, Patricia Turnes, Pedro Dalton, Ernesto Tabárez de Eté y los Problems, y la propia Lucía Romero.

De ellos aprende el peso de la palabra, la importancia de la poesía como articulación de lo íntimo. Adriana trabaja esa línea con ironía, algo poco frecuente entre mujeres de la música uruguaya.

“Yo no sé si es porque se espera de las mujeres algo más luminoso —reflexiona—, pero a mí la ironía me sale sola.”

Esa ironía aparece incluso en sus canciones más alegres: “Tengo una canción súper alegre que habla de que la casa se derrumba de a pedazos. Me rio porque es la más pop del disco.”

La arquitecta de su propio sonido

Aunque no domina los instrumentos, domina la visión.

“Me gusta pensarme como la directora artística de mi proyecto.”

“Trabajo con gente que toca mejor que yo —cuenta entre risas— pero les digo exactamente qué quiero, cómo quiero que suene.”

Es minuciosa, detallista, exigente. Desarma arreglos enteros si lo que escucha no coincide con lo que imaginó en su cabeza.

“Compuse cosas que una trompeta no puede tocar, porque en un teclado MIDI todo es posible”, recuerda. “Ahí aprendí muchísimo.”

Garo Arakelian y Franny Glass fueron fundamentales en esa formación. De Gonzalo aprendió el funcionamiento interno de una canción: “El verso es un plano y el estribillo otro. Ese cambio de voz le da dinamismo.”

Mientras Bailamos: un álbum para detener el tiempo

El disco, grabado con músicos de excelencia, mezcla pop, folk e indie con una sensibilidad íntima.

“Mi música busca hacer visible la memoria afectiva”, escribe en su misión artística. “Propone habitar la contradicción entre la ingenuidad y la conciencia.”

Esa contradicción es el pulso del álbum: lo dulce y lo triste, lo luminoso y lo roto, lo recordado y lo perdido.

La presentación en vivo: una promesa

Adriana presentará Mientras Bailamos el jueves 4 de diciembre en Sala Ducon. ( Venta de entradas en este link).

“Estamos ensayando desde hace meses —cuenta—. Quiero dar un show de buena calidad. No porque recién esté empezando la gente tiene que bancarse algo mal hecho.”

La acompaña una banda sólida como columna rítmica central. “Me gustaría que se emocionen. Siento que doy algo muy íntimo, con sus luces y sus sombras.”

El futuro: dos EP y una certeza íntima

Adriana ya tiene preparados dos EP:

• uno melancólico, nacido del duelo,

• otro más pop, lleno de sintetizadores.

Y una convicción luminosa: “Creo que tengo algo para decir.”

Ese algo ya empezó a florecer.

Colaboradores del álbum

Producción artística: Gonzalo Deniz y Adriana Hernández

Ingeniería de mezcla: Emiliano Ferreira

Grabación y master: Guillermo Berta

Guitarras: Emiliano Ferreira, Gonzalo Deniz, Matías González Marichal

Bajos: Emiliano Ferreira, Guillermo Berta

Teclados: Ignacio Oguez

Baterías: Guillermo Berta

Violines: Nicolás Echeverría

Trompetas: Lucía Romero

Sintetizadores y voces: Adriana Hernández

Coros en “Todo lo que tengo”: Matías González Marichal