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Cultura y espectáculos Teatro Victoria | historia | sala

Tarea cumplida

Teatro Victoria: una historia con final feliz

.Actrices, actores, escuelas de teatro, músicos, espectadores, amigos y familiares, todos en comunión se solidarizaron para que el Victoria siga adelante.

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Caras y Caretas Diario

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El Teatro Victoria fue construido a comienzos del siglo XX por la comunidad británica en nuestro país, en homenaje a la reina Victoria. Funcionó poco tiempo como sala teatral, lo utilizó una logia masónica, volvió a cerrar y fue ocupado por personas en situación de calle. Hace más de 30 años fue recuperado por un grupo de actores. Por exigencias de la Dirección Nacional de Bomberos, pidió ayuda para seguir adelante. Caras y Caretas conversó con la actriz Pelusa Vidal, quien cuenta una historia con final feliz.

Esta historia comenzó un siglo antes, cuando los terrenos ubicados en las calles Río Negro esquina Uruguay formaban parte de los ‘Ejidos de las Chacras’, que comenzaban en la Puerta de la Ciudadela y morían a la altura de la actual calle Ejido.

En las primeras décadas del siglo XIX, estos terrenos pertenecieron a Francisco Farías, quien en 1835 vendió varias parcelas al almirante inglés Guillermo Parker. Su nieta Sofia Parker vendió en 1883 a una inglés de apellido Grenfell y este dos años después a otro compatriota suyo, Ricardo Haymes. En 1902 los terrenos son adquiridos por la Victoria Hall Society, que era presidida por Walter Bering, ministro de su majestad británica.

El 26 de agosto de ese año, esta sociedad firma un contrato con el prestigioso arquitecto John Adams para que construya allí un conservatorio musical. La obra se realiza en tiempo récord. El edificio se inaugura el 14 de noviembre de 1902, con la presencia de lo más selecto de la colonia británica ubicada en platea y palcos.

Esta obra fue un aporte a la cultura local y al mismo tiempo un homenaje a la reina Victoria, fallecida en 1901 tras más de 63 años de reinado. Adams fue sin duda la personalidad británica más destacada en la arquitectura nacional. Edificios como la antigua tienda London París (inicialmente sede de la aseguradora Standard Life), la Embajada Británica o el Hospital Británico dan cuenta de ello. El Victoria Hall -tal era originalmente el nombre del teatro- se ubica en un terreno estrecho y profundo y se alinea con las construcciones de su cuadra, que han resistido estoicas y valientes el paso del tiempo. Entre ellas, la casa del mismísimo Adams, mirando al sur y esquina con la calle Uruguay, el Palacio Marexiano, hoy también monumento histórico.

Su monumental estructura neoclásica transparenta las dos plantas del interior. Tanto planta baja como alta se componen de tres portadas en arco de medio punto. El portal principal es flanqueado por columnas jónicas y coronado por un frontón curvo en el que luce una rica representación escultórica del escudo británico.

Esta fachada gris, que impacta ante nosotros más allá del paso del tiempo, conserva un estilo distintivo que sorprende pese a los avatares que le ha tocado vivir y sobrevivir. Sus portones de madera, hoy pintados de azul eléctrico, nos hablan de los múltiples cambios. que ha tenido a lo largo de su vida. En un costado en la parte superior unas letras macizas mayúsculas y desgastadas, que se ven desde lejos y forman la palabra ‘teatro’ en forma vertical. Nos cuentan que ha sido mudo testigo desde 1950 de la suerte del Victoria, que fueron regalo del Grupo de Teatro Universitario y del Teatro del Pueblo, que forman parte de la historia azarosa del mismo.

Una calurosa tarde de esta semana traspasamos el portón de madera que nos flanquea la actriz Pelusa Vidal, y conversamos largo y tendido a la vez que nos hizo de guía y nos mostró un teatro silencioso pero con ganas de seguir peleando.

Lo primero que vimos, al ingresar, es un generoso foyer que ha sufrido varias reformas y su piso actual no es el original. Se destaca una importante escalera de mármol que conduce a la tertulia y al costado una antigua escalera en caracol que nos permitirá, de la mano de Pelusa, recorrer el Victoria en su totalidad.

Ingresamos a una sala silenciosa con una platea de butacas negras, ubicada en el arco del viejo proscenio que crece hacia arriba. El escenario está al nivel del suelo, donde antiguamente se encontraba la platea. Un capítulo aparte merece el viejo techo que se conserva milagrosamente intacto con arcos en madera de lapacho y el recuerdo de una maravillosa araña que fue reconstruida a través de fotos de la época. La vieja tertulia sobrevivió a los años de deterioro y ahí está como recuerdo de una belle-époque.

Pelusa Vidal en la década del sesenta cursaba liceo en el Bauzá. Fue gracias a un inquieto profesor de literatura que conoce el teatro Solís para ver Peribáñez y el Comendador de Ocaña. Allí comenzó su deslumbramiento ya que era la primera vez que iba al teatro. “Escuchar la voz de Estela Medina y Alberto Candeau definieron mi futuro”, recuerda hoy a lo largo de la charla. Después vino el Club de Teatro, sus 20 años en el Circular y su amor a primera vista por el teatro Victoria.

Cuando le preguntamos qué significa para ella el teatro Victoria, nos dice sin dudarlo: “Unos cuántos años de mi vida dedicados a pelear por este noble edificio, para evitar que cierre y lograr su mantenimiento. Hemos intentado desde el inicio de nuestra lucha mejorar su infraestructura, compartirlo con el medio teatral, estrenar lo que pueda como actriz y todo esto desde hace 21 años. Con cabeza de teatro independiente y con el orgullo e luchar contra viento y marea para que siga funcionando”.

A principios de agosto, comencé a ver en las redes un pedido de auxilio que me sorprendió. Alertada además por una joven actriz que trataba de armar un grupo con sus amigas de apoyo al teatro Victoria, tomé conocimiento del problema. Pelusa nos contó que bomberos les exigía una cantidad de reformas con un costo superior a los $ 350.000 para poder seguir adelante. Los jóvenes y la solidaridad hicieron el resto. Se abrió una cuenta, se juntaron los fondos necesarios y ya comenzaron las obras.

Pelusa nos cuenta que recibieron una respuesta inmediata a la solicitud de ayuda. Actrices, actores, escuelas de teatro, músicos, espectadores, amigos y familiares, todos en comunión para que el Victoria siga adelante. Hay teatro Victoria para rato. Tarea cumplida.

Textos: Rosana Cheirasco

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