Agustín Bisio nació el 1° de febrero de 1894 en la novena sección de Rivera, en la quinta familiar de Paso de Castro. Su infancia la vivió a orillas del arroyo Cuñapirú con su familia, de origen genovés. De acuerdo con información que publicó el gobierno de rivera, Bisio fue alumno del Instituto Aramburu y en 1910 recibió el diploma de honor otorgado por el Inspector de Enseñanza Privada por su composición "Días de gloria".
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Estudió Agronomía y en esa época escribió poesía que publicó bajo pseudónimo en los diarios de Montevideo "La Democracia", "El Día" y "La Razón". Abandonó la carrera cuando asumió que su vocación era el arte y volvió a su tierra natal, de la que nunca más se fue. Allí, dijo María Elcira Berrutti (y recogió la IDR) comenzó a anidar en sus versos "las deformaciones de las palabras nuevas mestizas, mezcla de dos lenguas, las apócopes, las raciones, los extraños maridajes, de donde surgía una lengua única, distinta, sólo hablada y escuchada en la frontera". En esto fue pionero: escribió en portuñol, práctica que hoy tiene al artiguense Fabián Severo como referente.
En 1947 obtuvo el premio Remuneración literaria del Ministerio de Instrucción Pública por su libro de poesía Brindis agreste, que incluye su poema más conocido, "Caminitos de tierras coloradas", recoge el Correo Uruguayo en una nota homenaje.
"En Rivera se dedicó también a la escultura, específicamente al tallado de madera, por medio del cual dio forma a objetos típicos y a personajes de su tierra, como por ejemplo la Mãe bemvinda, quien simbolizaba la cultura de los descendientes africanos oriundos de Brasil e instalados en el norte del Uruguay", expone Silvia Gutiérrez, doctora en Letras por la Universidad de São Paulo en su investigación sobre Bisio.
Además, actuó en varios períodos como edil departamental en Rivera y fue el creador del museo Indio, que hoy también se conoce como museo Bisio, cuya colección se encuentra en la escuela 112 de Rivera que lleva su nombre.
Va’ encomenzar el baile
1
Ahí llegó Bento-Músico
con su <<cordiona>> roncadora y vieja,
colgada a media espalda, en una funda
que ya perdió el color, de tan grasienta.
2
Ahí llegó el ciego Honorio
con su guitarra nueva,
metida en una pierna de bombacha,
bien atada a los tientos.
3
Las mozas se acicalan y se empolvan
y una a una en la sala <<se apresientan>>,
sentándose enfiladas contra de las paredes,
<<mesmo qu’en los estantes, las boteyas!>>
y los mozos, allá por los galpones,
se van turnando un peine y un espejo,
y salen con el <<pelo arrelambido,
con mechones rebeldes,
como pelambra de ternero nuevo>>.
4
Formando <<mosquitero>>
se van aglomerando ante la puerta,
y eligen en la fila de muchachas,
la que ha de ser futura compañera.
<<Compremiso mozada!>>
Abran cancha un momento,
que va dentrar Sia Nica
con una palangana llena de agua,
qui hai di arrociar el piso de la sala,
pr’evitar qui alevante <<polvareda>>!
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