Quizás la noticia debería desarrollarse en solo una línea de texto: el Cuarteto Montevideano se presentará el jueves 28 de julio, a las 21 horas, en la sala Hugo Balzo del Auditorio Nacional del Sodre. Una foto como la que acompaña esta publicación sería un suficiente: allí se ve, en un montaje sobre fondo rojo oscuro, a Leo Carbajal, Albana Barrocas, Hugo Fattoruso y a Edú Pitufo Lombardo.
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Sin embargo, un editor de sección, previendo las encendidas reacciones de las redes sociales, pondría el grito en el techo. ¿Quiénes son? ¿Qué música hacen? ¿Cómo se definiría este género? ¿Sería jazz, como figura en algunas fichas de cartelera? ¿Qué tienen de montevideanas las músicas que tocan? ¿Por qué hay que dedicarles una nota? Y la pregunta del millón: ¿por qué hay que escucharlos?
Y aquí comienza el gran desafío. ¿Cómo se describe la música de este colectivo?, ¿por qué suena a Montevideo?
Ríos de tinta han corrido a lo largo de la historia de Occidente intentando "explicar" la música y a la vez naufragando en las metáforas y despliegues de incomprensibles neologismos. Y esto no sería más que unas gotas de tinta que se suman a semejante derroche.
Aquí caben dos opciones. Una, ir al infalible supermercado de YouTube, hacer una búsqueda con el nombre Cuarteto Montevideano y audiovisionar uno de los resultados:
La otra opción sería rastrear las historias personales de cada uno de los integrantes. Es verdad, lo más sencillo sería comenzar por Hugo Fattoruso: esa no falla. Pero, atención, con los otros nombres pasa algo parecido.
Es que los integrantes de este Cuarteto Montevideano portan una larga historia con las músicas populares, y cada uno tiene varios de los ingredientes de ese sonido que inmediatamente conecta con Montevideo. Si escuchó el video de "Herencia de Cuareim", ya tendrá la mejor explicación.
Ese sonido (el "sonido montevideano") no resiste muchas categorizaciones. Es murga, candombe, tango, milonga, rock, jazz y más. Y es todo eso revuelto en un impreciso número de mezclas, combinaciones, amalgamas, fusiones, mixturas, o como quiera llamarle.
Nada, sin embargo, sustituye a la experiencia auditiva. Ellos suenan a Montevideo. Y Montevideo suena con (y como) ellos. Cada fraseo, cada llevada en la guitarra o en el bajo, cada pasaje de acordes, cada entonación, cada pique swingueado en el hi-hat de la batería, remite a una experiencia de la ciudad y conecta con historias que se remontan a las primeras etapas del candombe beat, a Eduardo Mateo, al Kinto, a Totem, a Opa, hasta llegar a Jaime Roos, a Mauricio Ubal, a Jorginho Gularte, al Principe Gustavo Pena, a Martín Buscaglia.
Claro, así la historia del Cuarteto Montevideano comienza a tener otro perfil.
Los cuatro se reunieron por primera vez en 2019, en el Auditorio del Sodre. Y pinto seguir tocando. Grabaron un Montevideo Music Session, y después redoblaron la apuesta y grabaron un primer disco como banda, Cuateto Montevideano, que editó Montevideo Music Group en 2021. Este fonograma incluye canciones como "Goldenwings", "Rocanrol", "Estampas", "Murga Madre", "Salpicadito", "Herencia de Cuareim", "Cuarteto Montevideano – Viento Norte", "Corre niña", entre otras.
El propio Hugo Fattoruso ha reconocido que quien se jugó las fichas para que este cuarteto comenzara a andar fue Federico Marinari, de Montevideo Music Group, y los cuatro se prendieron para dar forma a un proyecto centrado en la canción, en el ensamble que se nutre de las artes y técnicas de cada uno, para recuperar, como se dijo, un sonido claramente identificable con Montevideo, pero que resiste -por suerte- el corsé de las etiquetas.
Y esto es lo que se escuchará este jueves: el swing montevideano en una sala ideal para el formato que le saca el mejor jugo a los cuatro integrantes: el concierto en vivo.