Discutir con las instituciones que sancionan los cánones en los distintos campos musicales parece una batalla perdida. "Ellas", las instituciones, ostentan el "poder" y lo saben usar para que cada uno de los simples mortales "sepa" qué escuchar, qué está bien y qué esta ¿mal?, y, por supuesto, de dónde tienen que venir las obras que están "bien" y que merecen todo el reconocimiento. Y en esa función, así como lo hacen las instituciones académicas en otros campos del arte, quienes "mandan" en el vasto universo de las músicas populares contemporáneas son los grandes medios que, aliados con la industria, se esmeran en colocar como referencias del canon a los proyectos artísticos de las principales potencias económicas y de irradiación cultural. Por eso si alguna vez se cuela en una de sus listas de privilegiados algún disco o algún artista de un país pequeño y periférico como Uruguay, todos salimos a festejar. Entonces, ¡gracias Rolling Stone por acordarte de Uruguay!
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Toda la cháchara anterior viene a cuento de que poco después que la revista Billboard dictaminara cuáles son los 50 mejores cantantes de rock "de todos los tiempos", la Rolling Stone se puso las pilas e hizo lo propio con los mejores discos roqueros de universo latinoamericano producidos en las últimas seis décadas.
Y el "agradecimiento" viene porque en esa lista de 50 fonogramas se colaron (por obra y caridad del discurso hegemónico del rock) algunos discos uruguayos.
Aunque algunos de esos títulos suelen ser reconocidos como de referencia ineludible por algunos artistas de la región, para medios de estas características sólo calificaban como cita exótica o, directamente, no merecían mención alguna.
En el fondo de la tabla, con el número 50, está nada más ni nada menos que el legendario La conferencia secreta del Toto's Bar, de 1968, de Los Shakers, que integraron los hermanos Hugo y Osvaldo Fattoruso, Carlos Vila y Roberto Capobianco.
Con el número 33 salió favorecido Ese fuerte viento que sopla, de 2002, que uno de los álbumes de referencia en la discografía de No Te Va Gustar.
Un poco más arriba, en el puesto número 31, está una obra fundamental para las músicas populares uruguayas: Mateo solo bien se lame, de 1972, del señor del tiempo Eduardo Mateo.
Y otro poquito más arriba, la poderosa banda Tótem, pieza angular en la historia del candombe beat, figura con su disco debut: Tótem (1971).
En el "top five" de los 50 mejores están las obras de los principales centros de difusión musical del continente: Argentina, Brasil, Colombia y México:
1. Re (1994), de Café Tacvba (México)
2. Bocanada (1999), de Gustavo Cerati (Argentina)
3. La pipa de la paz (1996), de Aterciopelados (Colombia)
4. Clube da esquina (1972), de Milton Nascimento (Brasil)
5. Fabulosos calavera (1997), de Fabulosos Cadillacs (Argentina)