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Cultura | José Delgado | Venezuela | Montevideo

"VEN A ESCUCHAR CANTARES QUE APRENDÍ"

José Delgado: "Deberíamos estar rendidos ante la belleza"

El artista venezolano José Delgado llega a Montevideo para presentar su último disco, "Anterior", y una selección de todo su repertorio.

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Primer lunes de octubre. José Delgado (Caracas, Venezuela; 1980) pasó al menos cuatro armas al ingresar a Uruguay, y nadie, ni los oficiales uniformados ni los inspectores que “todo lo ven”, las detectaron como peligrosas pese a que él no las ocultó en ningún momento.

Unas horas después de que sellaran su ingreso, después de reunir su equipaje, llegar a Montevideo, dar una entrevista en una radio local, José las exhibe con una naturalidad encantadora, sentado en el borde de un escenario, mirando la platea vacía y en penumbra. “Hola, ¿cómo estás?”, saluda José, como si estuviera en el más cómodo sillón de su casa. “Sí, he venido varias veces a Uruguay, unas tres o cuatro veces desde 2009”.

En un legajo imposible del señor José Delgado debería constar que esas armas tienen una letalidad selectiva. Ellas pueden demoler las estratagemas de eso que se suele llamar “el sistema hegemónico”, el que “todo lo puede”, el que todo somete a la disciplina de la uniformidad, el que dice con rigor de sentencia suprema qué es bueno y qué es malo. Pero, al mismo tiempo, ellas pueden encender las esperanzas de que, a pesar de todo, otras artes son posibles si se milita en un concepto -y una experiencia- de la belleza que hunda sus raíces en la trama diversa de lo humano.

Aclaremos: esas no son armas de una sofisticación apabullante, creadas con una tecnología que esté fuera del alcance de cualquier mortal, ni sus usos están amparados por un alambicado aparato filosófico. Esto también debería estar en ese legajo.

La primera que usa es una sonrisa capaz de descongelar glaciares, que funciona como cómplice de otras dos: una voz atenorada, leve, con orgulloso acento venezolano, y una guitarra que desde muy chico se convirtió en una orgánica extensión de sus brazos, de sus manos y de una frondosa “cabeza musical”. Pero cuando dispara la cuarta termina de armarse un combo muy poderoso: un inquieto -y generoso- discurso sobre su vocación por la belleza, las mezclas de sonidos, las sensibilidades que enhebran tradiciones y paisajes del Caribe -de los Caribes, dirá José-, y su convicción de que otras artes son posibles a partir del encuentro con otros talentos.

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Si efectivamente estos apuntes fueran parte de algún documento oficial que detalle sus antecedentes, habría que dejar constancia que José Delgado tampoco monta un personaje ajustado al “cliché latino”, ese que sigue las reglas del marketing del exotismo, o asume la pose de un profeta que prodiga una verdad iluminada.

Ya a primera vista, ahí, en la penumbra de la sala, queda claro que, de ser uruguayo, se podría decir que es “un pibe de barrio”. Pelo, crespo, lentes, barba y bigote al ras de la cara, camisa suelta y con una caribeña trama de colores, un collar de cuentas grandes y de color marrón oscuro, pantalón y championes blanquísimos. Y, claro, pegado a la guitarra, con la que navega, como al descuido, por breves pasajes de sus canciones pero sin perder el hilo de la conversación.

José es de Caracas, tiene cuarenta y pocos años; es cantante, compositor, productor, comunicador, y ahí, en la Sala Camacuá (AEBU), tiene todo amarrado para presentar este domingo (8 de octubre, a las 20 horas), junto a un numeroso plantel de cómplices musicales de Uruguay y Venezuela, su último disco, Anterior -el octavo álbum de su discografía-.

Este concierto, cuenta, se viene preparando desde hace mucho tiempo, con muchas conversaciones e intercambios con los músicos. “Es un sueño que hemos armado entre todos durante varios meses, y en estos días ya los estaremos ensayando en directo”.

El plan sigue una línea muy similar a una presentación que hizo en la sala José Félix Ribas del Teatro Teresa Carreño, en Caracas, que fue afines de mayo de este año. “En ese concierto interpreté canciones de mis discos anteriores, de toda mi carrera, y presenté las de mi último disco, Anterior, que fue realizado con un formato muy simple, muy íntimo: con voz y guitarra. La diferencia es que en aquella oportunidad participaron la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas y otros tantos artistas invitados, como Sandino Primera, Horacio Blanco, Víctor Morales, Luis Fernando Borjas, y más”.

Jose Delgado reel Concierto 'Anterior' Sinfonico

Aquí, en la Sala Camacuá, “contamos también con los arreglos de David Carpio; la dirección musical será del maestro uruguayo Darwin Silva, que estará al piano. También actuará mi gran amigo Fabian Marquisio, con quien tengo una relación muy estrecha en lo musical y en lo humano, y Pablo Riquero, el cuarteto de cuerdas Venuy, la flautista Daniely Benítez, el gran maestro vibrafonista, también compatriota mío, Alberto Vergara, que vive acá, más Federico Righi en bajo, Diego Palmerola en batería, Ale Focco y Ana Cancha de León en las percusiones, y Claudio González en cuatro”.

En la primera parte, “tocaré, sí, las canciones de Anterior y luego seleccionamos varias piezas de mi historia musical -la selección será distinta a la del concierto que hicimos en Caracas- con todos estos artistas que respeto y aprecio tanto. Los arreglos, además, ya están armados, los fuimos trabajando desde hace bastante tiempo, pero cada músico también aportó lo suyo, sus improntas. Será una forma de aterrizar un sueño amasado durante mucho tiempo entre todos”.

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El secreto de José -ese que se prometió revelar en el título de estas líneas- es que su arte no tiene un misterio inescrutable. O, mejor dicho, el misterio queda para el juego de la sensibilidad durante la experiencia de la recepción de sus canciones. Lo demás es totalmente transparente; sus claves se revelan al escuchar sus canciones, en los detalles de las fichas técnicas, en sus relatos, en sus videos.

Y una de esas claves está en el juego colectivo. José pone la firma en su proyecto como solista, pero a la cancha entran muchos jugadores para armar una trama de voces, de técnicas instrumentales, de colores paridos en patrias estilísticas diferentes.

Esta apuesta a lo colectivo, recuerda, viene de la formación musical en el núcleo familiar. “Mi formación musical se inició en casa, en el juego con los instrumentos, las canciones, lo que se escuchaba en la radio. Así como estaba una pelota, estaban en casa los instrumentos musicales, los de la música tradicional venezolana, que en su mayor parte se hace de forma grupal. Y en esas tradiciones también juega el sancocho, que es la sopa, las comidas, los cuentos, las leyendas. Todo eso vibra en mi corazón y es lo que busco siempre cuando estoy haciendo música. Mi música se nutre de ahí, también de lo que sonaba en la radio, lo que sonaba en mi barrio de Caracas, eso que escuchaba siempre cuando iba a la escuela, que iba desde la salsa erótica al vallenato. Todo eso dialogaba con la música de raíz que se escuchaba y se cantaba en casa, con mis padres, con mis tíos. Te cuento, mis abuelos venían del interior y traían su cultura, sus historias; eso del sancocho con un cuatro y cantando siempre se daba en mi casa. Yo aprendí de la música colectiva, de las parrandas, de las gaitas, toda esa música venezolana que se hace en grupo. Ese fue mi despertar musical. Y todo eso late en mis oídos, en mi corazón”.

Al abrevar en ese mapa de sonidos y saberes tan disímiles, sin embargo, la música de José queda -saludablemente- muy lejos del pastiche o de la postal para turistas gringos. No es el “sonido latino” impostado, uniformado. Es que la idea, subraya, es recuperar la densa diversidad del Caribe: “En el Caribe se padece esa visión del turismo, el que está pensado para venderle a los gringos, para decirles que vayan ahorita a ver los culos de las morenas. En nuestras tierras suceden muchas cosas, y no es un solo Caribe, son muchos, con una infinidad de tradiciones musicales, culturales”.

También, insiste, esto le da las armas para resistir las clasificaciones, las etiquetas. “Hubo un tiempo que me generó angustia y confusión esa insistencia de los medios, por ejemplo, por pedirme definiciones. ‘¿Qué música haces?’, ‘Tienes que definirte’. Pero en un momento me dije, bueno, es que yo soy toda esta cosa mezclada. Esa mezcla soy yo”. Así, dice, sus canciones son un cruce de lenguajes, un ensamble de tradiciones. Y son preguntas: son formas de interrogar a la vida, a la realidad, para generar alguna fisura que cuestione el estado de cosas. “A mí me gusta estar en ese filito, interrogando, mezclando. Por eso en mis discos hay salsas, joropos, hasta baladas, hasta canciones con elementos del blues. No hay cosas puras, todo se está contaminando, mezclando. El ser humano siempre ha estado entre troca y troca, pues de cambio en cambio. Pero en el mercado musical ves que todo es igualito, uniforme. Y hay que emanciparse de eso, buscar la raíz y la riqueza cultural que sostiene y alimenta a esas raíces. Las etiquetas no importan. Lo que importa es el encuentro, el intercambio, y la búsqueda de una identidad”.

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Al repasar casi dos décadas de trayectoria musical, José recuerda que un paso importante fue asumir otras facetas del quehacer musical, como la producción y la comunicación. No es fácil, pero, reconoce, hay que encarar estos otros proyectos para que ese cuerpo de creaciones tenga difusión, para que llegue a la gente, y, a la vez, conecte con otras formas de crear, de hacer música. Así, hacia el año 2010, creó junto a su hermano, Jesús, la productora independiente Producciones A Pedal y Bomba, con la que sigue trabajando, abriendo el juego para trabajar con otros artistas de su país, para editar discos, para iniciar proyectos más allá de las fronteras venezolanas, como este concierto que dará en la Sala Camacuá, en Montevideo, este domingo. Así también inició un proyecto radial, que ahora está en la plataforma YouTube, a través del cual los artistas pueden hablar de sus proyectos, difundir sus creaciones, y trascender el mero dato de una cartelera.

Para José un proyecto artístico involucra todas las dimensiones de la vida. En esa apuesta se cruzan la vida familiar, los amores, las luchas, las artes, los saberes, las acciones. Allí está la búsqueda -y el compromiso- con una belleza que trasciende “lo bonito”, dice. “La belleza es algo más, es también el dolor, las heridas que forjan. En la belleza también están las cosas que te arrebatan, que te pasan por encima. Todos deberíamos estar rendidos ante la belleza”.

José Delgado & Marta Gómez - Si me miras tú
CALLEJEANDO José Delgado + Sandino + Magú + Víctor Morles + tuky Ilustrado

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