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Cultura | Martín Jorge | Banda Sinfónica de Montevideo | De Tchaikovsky y Zitarrosa a la zarzuela

Con el director de la Banda Sinfónica de Montevideo

Martín Jorge: "Un elenco público es una inversión, no es un gasto"

La Banda Sinfónica de Montevideo, bajo la dirección de Martín Jorge, presentará una programa dedicado a revisitar momentos clave en la historia de la zarzuela.

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De Tchaikovsky y Zitarrosa a la zarzuela

Esta temporada, repasó Martín Jorge, “fue realmente muy buena; fue un año demandante, con mucho trabajo, como debe ser para los elencos públicos”.

El puntapié inicial del año, además, tuvo un desafío inédito tanto para la Banda como para la Filarmónica de Montevideo, con el concierto sinfónico en la rambla del Cerro con el que se celebraron los 300 años de Montevideo.

Así es. Ese espectáculo fue todo un desafío y tuvo una carga simbólica, de sentido, muy profunda. Primero, porque hubo una decisión política de comenzar así estas celebraciones por los 300 años de Montevideo. Se podría haber empezado de muchas maneras… una maratón, un concierto de tango… pero se decidió que fuera un concierto de música sinfónica, reuniendo a la Banda con la Filarmónica. Con el maestro Martín García, que es el director de la Filarmónica, pusimos el énfasis en visitar el corazón musical de los uruguayos y en la música sinfónica. Ahora, me preguntarás qué tiene que ver esta música con Uruguay. Y tiene mucho que ver: es buena música que se ha escuchado en este país durante toda su historia. Entonces, en el programa tenían que estar Shostakóvich, Strauss, Verdi, Tchaikovsky, pero también tenían que estar Zitarrosa, Ginastera, Lamarque Pons, García Vigil y Matos Rodríguez.

Y la respuesta del público fue rotunda.

Claro, reunimos ahí, en la rambla del Cerro, frente al Parque Vaz Ferreira, 15 mil personas que disfrutaron de un espectáculo que estudiamos mucho, en el que trabajamos con un año y medio de antelación.

¿Hay antecedentes de un concierto de estas características, con dos conjuntos sinfónicos en un mismo escenario?

Buscamos referencias, claro. Pero algo con estas características no encontramos. Sí dimos con experiencias de funciones de banda con orquesta sinfónica, pero en dos megaescenarios, con dos elencos de más de 70 músicos cada uno tocando en forma alternada, es algo totalmente inédito. Entonces, reconozco, íbamos como por un camino a ciegas. La experiencia, su preparación y el resultado fue un gran statement, una gran declaración: por algo esta música sigue funcionando, por algo seguimos haciendo estas obras y por algo estas obras siguen conmoviendo. Escuchar la “Obertura festiva” de Shostakóvich en la falda del Cerro hizo que la gente ovacionara y gritara como que si hubiésemos terminado de tocar una canción de Rada. Y entonces yo creo que eso marcó un buen comienzo del año.

¿Cómo siguió el resto de la temporada de la Banda Sinfónica?

Fue un año donde aparte de las tradicionales salidas a los barrios se volvió a traer solistas, compositores y directores internacionales al Teatro Solís. Por ejemplo, uno de los últimos conciertos que hicimos en la sala principal del teatro fue Circus Maximus. El título es el de una de las obras del programa, del compositor John Corigliano, que fue un estreno para Uruguay. Y se hizo el estreno mundial de “Todos solos”, una obra comisionada por la Banda a la compositora uruguaya Sofía Scheps.

Y la Banda contó con una directora invitada muy especial.

Por supuesto, la maestra Zoe Zeniodi, que es la nueva directora de la Orquesta Filarmónica del Teatro Colón y una figura de referencia a nivel internacional. Haberla convencido para que viniera fue muy gratificante, porque ya la consideramos como una amiga de la Banda. Es una figura en ascenso que vio que en este elenco podía confiar, ya que el programa tenía muchísimas exigencias, era algo que nunca se había tocado en Uruguay ni en la región. Marcó como ese camino que tratamos de hacer de la temporada más sinfónica dentro del Teatro Solís, con todos los conciertos prácticamente agotados. También con la participación de otras figuras internacionales, como Johan De Meij, compositor y director holandés, especialista en música de banda sinfónica holandés… es como el Beethoven actual de la música para banda sinfónica.

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¿Qué evaluación haces del programa de conciertos en los barrios?

Paralelamente a esos conciertos en el Solís, mantuvimos, cuidamos y crecimos con la actividad descentralizada, llegando a distintos barrios. Así aportamos contenido a la red de salas públicas que antes no existía en Montevideo, que conecta, por ejemplo, la Sala Lazaroff, el Centro Cultural Artesano, el Florencio Sánchez del Cerro, más otros espacios como Crece y Sacude. A esto hay que sumar esa tradición de llegar a las comunidades de vecinos, al salón comunal, a las cooperativas, gimnasios, plazas de deportes. En este sentido nos trazamos nuevos desafíos: darle continuidad a lo que ya veníamos haciendo hace muchos años y hacer un ida y vuelta con muchísima gente. Hay lugares donde nosotros vamos todos los años; es el caso de una cooperativa de Peñarol, que son divinos, pero este año no fuimos y ya nos reclamaron. En estos lugares nos esperan con la cena, preparan las pascualinas, las tortas y no nos dejan ir sin probar algo. Bueno, y eso es lo que logramos con la Banda, ese momento de convivencia. Entonces este año empezamos con un programa piloto que era al revés. Ahora nosotros los invitamos a venir al Solís, a nuestra casa. Mucha gente disfruta de los programas que presentamos en este escenario, ya que cuando vamos a los barrios llevamos los mismos conciertos que se escuchan aquí. Y es increíble apreciar la atención con que los siguen. Pero es un público que no circula en la centralidad de las salas por distintas razones que estamos tratando de estudiar. Bueno, quizás la gente no circula por estas salas céntricas porque nunca la invitamos. Así nos contactamos con los grupos de vecinas y vecinos, porque ya están organizados, y les planteamos esta invitación a ver un concierto distinto. También trabajamos muy profundamente en escuelas primarias; hicimos más de 20 conciertos en escuelas primarias, sobre todo en el cinturón de Montevideo. Y en esas experiencias descubrimos muchísimas escuelas cuasirurales, te diría. En las escuelas primarias públicas llegamos con un programa de música sinfónica que se hacía a la tarde, a la hora de la merienda, en conjunto con la Filarmónica también. Esto nos dio la oportunidad de compartir con maestras que nos decían: “Esto es único para estos niños, hoy y para el resto de sus vidas”; y eran escuelas de contextos muy vulnerables, incluso muy peligrosos, pero la llegada de distintos ensambles de la Banda al barrio cambiaba todo y a nosotros también. Y hay otras tantas experiencias, otros proyectos, como el que se armó para las vacaciones de julio, que detallarlos nos llevaría muchísimo tiempo.

Ya en este último tramo del año, la Banda presentará dos programas especiales: uno dedicado a la zarzuela, el 22 y 23 de este mes, y el segundo, los días 27 y 28, dedicado al pop, al rock y otras expresiones populares.

El programa dedicado a la zarzuela es como un cierre de año en la propuesta lírica del Teatro Solís y en particular de la Banda, y es un proyecto musical que se viene haciendo desde 2017. Y este año, en lugar de presentar una zarzuela, nos jugamos a algo que todavía no habíamos hecho: una gala lírica, ese formato de concierto en el que tenés solistas más la Banda, pero sin puesta en escena. Así propondremos como los highlights, los momentos clásicos, claves y muy conocidos de muchísimas zarzuelas, sobre todo de zarzuelas españolas y que abarcan casi cien años en la historia de este género. Revisitaremos desde momentos de El barberillo de Lavapiés, con libreto de Luis Mariano de Larra y música de Francisco Asenjo Barbieri; se pasará por las expresiones del llamado género chico de finales del siglo XIX y principios del siglo XX a la gran zarzuela o a la zarzuela más dramática, con creadores como Sorozábal, Moreno Torroba, con los que llegaremos casi hasta los años 50, más o menos, del siglo pasado. O sea, habrá como 100 años de zarzuela. En todos estos momentos de highlight tendremos un ensamble de cuatro solistas soprano, mezzo, tenor, barítono, como se espera en una gala lírica. Serán con dos argentinos, Gastón Oliveira y Jaquelina Livieri, que se combinan con un plantel uruguayo joven: Carolina Rotela y Sebastián Klastornick, que son dos cantantes de una nueva generación ya profesional, ya formada, que han tenido y que han trabajado mucho en esta casa, con roles coprotagónicos en distintas producciones. Y como esto requiere menos preparación y menos tiempo de escenario, también agregamos un segundo concierto, una segunda propuesta musical que es el fin de año en el rock y el pop de los años noventa, un repertorio que ya se volvió tradicional para el proyecto que tiene la Banda para la Noche de la Nostalgia y que este año fue muy exitoso.

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La virtud de los elencos públicos

En tiempos en que los que han adquirido una fuerza inusitada los discursos que bregan por el desmantelamiento de las competencias del orden de lo público, estatal, la dinámica y vigencia de elencos estables como la Banda Sinfónica, la Filarmónica o la Comedia Nacional devienen pilares de referencia o, acaso también, como formas de resistencia.

En ese sentido, Martín Jorge tiene “un convencimiento absoluto” del valor y la necesidad de este tipo de elencos, los que permiten no solo la consolidación de proyectos artísticos sino la generación de potentes formas de relacionamiento con la sociedad.

“Por supuesto que hay otros modelos de administración de las artes escénicas, las artes que pasan por un teatro”, plantea Jorge. “De hecho, en Estados Unidos esta gestión es privada; en Europa es mixto, dependiendo del lugar. Pero en Latinoamérica es donde predomina la gestión pública”.

En estos modelos de gestión pública, como el que hay en Uruguay, se marcan diferencias conceptuales profundas con los modelos de gestión privada, por ejemplo en un punto clave del orden económico: la diferencia entre inversión y gasto.

Es que los elencos estables son una inversión, no son un gasto. Y es una inversión que trae calidad de vida, como hay otro montón de inversiones que hay que hacer. Claro que esto abre una discusión muy profunda y a la vez extensa en el plano político. ¿Dónde pongo la inversión, en la leche o en las corcheas? O, por ejemplo, otra idea que es bien difícil de combatir o de rebatir: compro un violín de diez mil dólares y toca solo uno, pero compro una pelota de fútbol por muchísimo menos de la mitad y juegan 22 o 25 personas.

Aunque son prácticas sociales bien diferentes, ambas son necesarias.

Son complementarias y son necesarias; son necesarias en la vida en comunidad. Creo que la convivencia ciudadana, o sea, convivir en esta ciudad requiere lugares de encuentro público. Uno es la rambla, otro es el parque; uno es el estadio para el deporte y otro es el teatro. Cierto, el deporte quizás pueda ser más masivo, pero es complementario con las artes: ambas movilizan aspectos esenciales para la vida comunitaria. Ambos tienen un ritual, estructural y estructurante, que aporta muchas cosas al crecimiento individual y social; son espacios de encuentro, aprendizaje, de creación de lazos afectivos. La experiencia de la Banda va en esa línea, tanto en lo que hacemos en el Solís como en los conciertos en la Sala Lazaroff, donde ya hay un grupo importante de gente que pregunta regularmente cuándo vamos a tocar otra vez, o en salas y espacios comunitarios de otros puntos de Montevideo. Y como si fuera en un partido de fútbol, muchos de estos conciertos se hacen con localidades agotadas varios días antes. Son, como te decía antes, también espacios de formación, tanto para el público como para nosotros.

2025: Paul McCartney, Berlioz y más

Para el próximo año, el maestro Martín Jorge adelantó que la Banda Sinfónica de Montevideo tiene muchos proyectos para concretar. “Nuestra idea es seguir profundizando todas estas líneas de trabajo, sobre todo lo que tiene que ver con niñez y juventud. Tendremos espectáculos, conciertos sinfónicos en el Teatro Solís con dos invitados importantes. Uno de ellos es Simone Menezes, reconocida directora brasileña que vendrá en marzo para hacer un programa especial. Otro es Enrique Arturo Diemecke, exdirector de la Filarmónica de Buenos Aires y de la Orquesta del Estado de México, que vendrá en el mes de setiembre para dirigir la única sinfonía para banda de Berlioz, la Gran sinfonía fúnebre y triunfal Op.15, y que hace años que no se interpreta en Uruguay. Estamos trabajando en un gran espectáculo sinfónico coral, aunque todavía no terminamos de acordar los derechos. Se trata del Oratorio de Liverpool de Paul McCartney. Y lo estamos programando para el 14 de octubre, en el Teatro Solís, para celebrar el aniversario de la Banda. A todo esto se sumarán otros proyectos en la temporada lírica, también haremos la zarzuela La verbena de la Paloma, con la Comedia Nacional, otro proyecto con música de cine. Vamos a experimentar con la música para los más jóvenes y haremos un espectáculo específico para bebés, para niños menores de un año, en el mes de noviembre. Y vamos a llevar a adelante un proyecto de una ópera itinerante. Y habrá ópera descentralizada en los barrios, así como en los gimnasios que ya nos dijeron “vengan, vengan, háganlo”.

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