La discusión sigue vigente: ¿la murga tiene que “hacer política”, tiene que jugarse por un mensaje crítico?, ¿la murga “es de izquierda”?, ¿por qué las figuras del gobierno de turno se crispan al escuchar “los palos” que llueven desde los escenarios populares?
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
Sobre este asunto que divide y agita las aguas carnavaleras y políticas, Emilia Díaz, Edú “Pitufo” Lombardo y Romina Repetto hablaron con Caras y Caretas.
***
“Nos moriremos nosotras, los más viejos también, pero dejaremos gente que siga luchando, que siga luchando por una verdad, por una verdad y una justicia que este país necesita para que nunca más haya dictadura” (“Luisa Cuesta”, retirada, Doña Bastarda).
Desde Buenos Aires, atraída por los sonidos de la marcha camión, llego a Montevideo. Me reencuentro con el tablado, el olor a chivito, las familias tomando mate, la bañadera que aparece colmada de promesas detrás del escenario y los coros que erizan la piel. La batería suena, la murga empieza a entonar y es el remembrar de una pasión cultivada a lo largo de los años que abarcó horas de transmisiones, noches de seguimiento de fallos y alguna que otra hinchada.
La lluvia que amenazaba con suspender la jornada no llegó, pero el ruido es ensordecedor. Lo que se escucha es el público del Velódromo que se alza en un aplauso unánime que dura muchos segundos.
Emilia Díaz acaba de pronunciar las palabras de Luisa Cuesta, referente de la lucha por la búsqueda de detenidos-desaparecidos; en los escenarios, Emilia ha llevado a Luisa en sus hombros desde el comienzo de este Carnaval.
“Yo le estoy tomando la mano a ella (Luisa Cuesta) y ella me da la fuerza. Yo me hago responsable y honro tener esta posibilidad de evocarla y que niños y niñas le pregunten a su mamá o a su tía ‘¿quién es esa señora?’, ‘¿qué le pasó?’, ‘¿por qué llora su voz?’. Encontramos un montón de familias yendo al tablado a ver varias veces a la Bastarda para señalar distintos personajes y contar su historia. Es responsabilidad de todos y todas mantener viva esa memoria”, sostiene.
“La gente se divierte un montón con nosotros, nos agradece que digamos cosas que pensaron a lo largo del año o también a lo largo de este ciclo en Latinoamérica de progresismos ahogados bajo de una pata de elefante fascista, que venimos heredando de otros continentes y de otras memorias históricas que no fueron lo suficientemente reparadas; de dictaduras que fueron silenciadas de los libros de historia. Y entre quienes más lucharon porque existieran esas reparaciones muchos están viejitos, se están muriendo, y es hora de que los nietos y las nietas tomemos esa lucha. Ahí conjugo fuertemente con todo el equipo creativo de Doña Bastarda en la posición política de la murga. Nuestros letristas tienen un pasado, un árbol genealógico que les susurra a las espaldas, y no podés sacarte esa herencia sin sentirte traidor; no podés no mirar para ahí, no podés seguir adelante pensando en trofeos que no sirven para nada si hay gente que todavía no encontró su verdad, si todavía no se hizo justicia”.
Emilia agradece la poesía y la dulzura con que Doña Bastarda sostiene sus banderas. Afirma que no lo siente proselitista, sino que es un espectáculo comprometido con nuestro tiempo, un espectáculo necesario.
“Estamos en nuestro derecho como artistas de tomar la posta, de expresar en nuestro arte lo que sentimos, lo que pensamos y lo que creemos que es necesario que la gente escuche. Nosotros pensamos en ser fieles a lo que necesita nuestro tiempo social y político”, agrega.
La murga, para ella, es una posibilidad para criticar a través del humor, la sátira, la poesía y la música. Considera al arte como un medio revolucionario.
“Para mí el humor es una herramienta preciosa para la crítica. Es una de las herramientas privilegiadas, así como el Carnaval en general. El Carnaval históricamente da vuelta los privilegios. El rey siempre tuvo a los payasos de la corte, pero el Carnaval es el momento en el que el payaso es el rey y las mujeres afro, esclavizadas, son las damas que se visten con las ropas de sus amas y juegan a ser ricas, poderosas… Entonces, ya de por sí el Carnaval es una fiesta en la que todos los que estamos en un lugar de cierta subordinación deberíamos pasar al lugar de privilegio. El humor de Carnaval es, o debería serlo, algo que no tiene en cuenta el peaje que te hace silenciar algunas cosas en función de algunos intereses. El Carnaval es el periodo en el que el bufón se saca el bozal y puede decir todo lo que quiera, que no va a peligrar su vida. No es ese el caso, claro, porque no va a peligrar nuestra vida, aunque el premio y las menciones capaz sí”, se ríe. “Entonces, los conjuntos que se animan a sortear ese obstáculo merecen mi respeto por la osadía de hacer y de reverenciar el espíritu de esta fiesta”, concluye.
***
“Despierta la ciudad con la noticia típica. Se trata de la muerte de un sujeto anónimo. Parece que esta vez tampoco ha sido el único. La gente lo comenta de manera apática. Sin nombre y apellido, sólo es estadística. Y así mueren los pibes cual si fuesen números” (cuplé “Los pibes sin futuro”, La Gran Muñeca).
“La murga siempre ha criticado. Lo que pasa es que han sucedido cosas a nivel gubernamental muy saladas, y siguen pasando. Eso amerita que cada vez que se vaya a una rueda nueva en el Teatro de Verano se modifique o aparezca algo nuevo sobre las cosas que ocurren durante esas propias semanas o la semana anterior”.
Quien habla es Edú “Pitufo” Lombardo, director, arreglador y uno de los letristas de La Gran Muñeca. En su espectáculo de 2024, titulado “Futuros”, la murga pone en escena, entre otros, a un candidato presidencial, encarnado por Aldo Martínez, un mensaje de Astesiano “desde la cárcel” al presidente y el cuplé “Los pibes sin futuro”. Este último, con letra de Emiliano Tuala y arreglos del “Pitufo”, recibió elogios de referentes de la izquierda y de distintos sectores sociales. “Recibimos muchos mensajes de agradecimiento, muchas veces personales o en la página del grupo. No solamente con esa temática (los pibes sin futuro), sino también con el tema de la educación”, sostiene el Pitufo.
La murga, enfatiza, “siempre es una herramienta para decir, más en épocas de dictadura, obviamente, pero siempre fue una herramienta de comunicación, a través del canto y a través del lenguaje”.
Y hay una obligación, un compromiso: “Decir las cosas que vemos, a nuestra manera, con nuestra mirada”. Esto, agrega, es una posición que atraviesa generaciones, y todos, los más jóvenes, los más veteranos, “hablamos de cosas que se ven, pero en los medios de comunicación siempre está deformada la información”.
La murga, entonces, ¿tiene un sesgo de izquierda, algo que ha sido muy criticado por quienes, justamente, han sido objetos de la crítica? “La murga siempre criticó al político de turno. El Carnaval es una tradición en Uruguay y hay otras tradiciones también. Hay una nota que vi en televisión a Milita Alfaro, donde ella decía que el Carnaval está más inclinado hacia el batllismo que hacia el Partido Nacional. El Partido Nacional se vincula más con otras tradiciones que con el Carnaval, con una doma o con el gaucho, con otro tipo de figuras. Sin embargo, el batllismo no. Y coincido plenamente en eso”.
Agrega, además, que las críticas no son solamente al Partido Nacional, sino que ha habido en otros años a otros partidos también. “La murga siempre fue política. Es una obra política, que reúne muchos ingredientes, pero donde lo político siempre estuvo, y siempre se criticó al gobierno de turno”.
***
“Fuiste tú. Si bien había ganas de golpe antes del 60. Soplaban las derechas rancias, nazis y violentas. Y un montón de liberales ya tenían ideas para implementarlas con el gobierno que fuera. Aunque a los poderosos el golpe les vino hermoso, fuiste tú” (cuplé “Fuiste tú”, Mi Vieja Mula).
“Para mí la murga es un medio para poder decir cosas importantes. Y participar de este Carnaval te da un montón de difusión con la que llegás a un montón de barrios, a un montón de personas, donde te estás parando en un escenario y estás diciendo cosas que esas personas están absorbiendo. ¡Qué mal utilizada esa oportunidad si no la aprovechás para decir cosas importantes!”, sostiene Romina Repetto, directora escénica de Mi Vieja Mula, la cual hace unos años atrás decidió explícitamente incorporar a una directora mujer a su plantel.
Romina, que no había tenido una infancia marcada por la murga, a sus 19 años conoció el Encuentro de Murga Joven, de donde surgieron sus deseos por comenzar a participar. Así, dio con un conjunto que estaba buscando gente para integrar su plantel y nunca más le pasó de no salir en murga.
Recuerda que cuando la propusieron como directora, rol que no había ejercido nunca, tuvo un momento de pensar “capaz que si digo que no, terminan llamando a un varón”, y reflexiona sobre la importancia de ocupar esos espacios para visibilizar “que se puede”.
“Siento como una militancia haberlo sostenido estos años y realmente me he enfocado en tratar de impulsar a más mujeres a que se animen. Y ni que hablar, que es algo que me conmueve, cuando me bajo del tablado y se acerca una niña a decirme ‘cuando sea grande quiero ser directora como vos’. Ahí es donde yo digo ‘misión cumplida’. No soy la única directora en este Carnaval, pero sabemos que las niñas de hoy en día, que quizás sólo tienen acceso al Carnaval de DAECPU, que es el que tiene mayor difusión, ya vieron que es una posibilidad. Saben que es posible que haya una mujer dirigiendo una murga, o cantando en la murga o tocando un instrumento. Eso me llena de alegría”.
Explica, además, que Mi Vieja Mula es una murga que nace en el Encuentro de Murga Joven en el año 2012 y, como muchas murgas jóvenes, son conjuntos que tienen muy naturalizada la participación de la mujer, “a diferencia de lo que pasa en el concurso de DAECPU”, dice. “Sí es cierto que cuando me incorporo yo, en 2019, buscaban incorporar a una mujer que ocupe el lugar de directora, entendiendo que había muy poquitas”.
Consultada sobre la recepción del público, afirma: “La respuesta de la gente es muy buena, hay mucha gente que recibe muy bien que haya tantas mujeres en escena. Pero además muchos nos agradecen por estar ocupando ese espacio. A mi compañera de la batería también le agradecen, porque es un rol muy masculinizado. Sin embargo, hay una porción del público a la que le sigue haciendo ruido que haya tantas mujeres en escena y que cree que el sonido se ve accidentado por la estridencia de nuestro registro”.
Además de ser disruptiva en su conformación dentro del Concurso Oficial, Mi Vieja Mula decide tocar muchos temas incómodos. Así fue, por ejemplo, en 2022, cuando abordaron directamente el tema Varones Carnaval, o este año con el cuplé de los dos demonios, una apuesta a contar y criticar, ya no desde la murga, sino desde personajes (los abogados del diablo).
“Mi Vieja Mula, por cómo se piensa y cómo está conformada, es un hecho político en sí mismo. Pero yo si no voy a decir cosas que me parecen importantes no me enciendo, me parece que no tiene sentido. Así como el humor me parece un medio, decir cosas realmente importantes y ponerlas sobre la mesa es lo que siento como un motor. Tenemos esa posibilidad, que considero un privilegio. Entonces hay que usarlo lo mejor posible”, finaliza.