La escritura despierta
“La escritura fue algo que quedó dormido muy dentro mío, soportado por una sed increíble de lectura. Fue en ese momento inesperado, cuando desde ese ómnibus, tuve que presenciar el robo que relato en el cuento. La pasividad increíble del guarda-conductor y el salto inesperado del salvador de ese pobre anciano y su mujer, pasaron frente a mis ojos”, escribió Funes en la introducción al libro.
“También fue real, el esperar a que abrieran las puertas de ese ómnibus, junto a otras personas que querían ayudar, pero nunca sucedió. Como una bomba atómica, una necesidad de relatar explotó por segunda vez. Pero ahora no tenía un cuaderno, solo un celular como block de notas; no pude parar hasta describir toda la escena en esa pequeña pantalla. Con esos primeros apuntes llegué a casa y lo volqué a mi computadora, haciendo un sencillo ejercicio de ‘qué pasas si…’”.
Gustavo es comunicador social y tiene una extensa experiencia en medios locales, tanto en radio (Nuevo Tiempo, CX30 Radio Nacional) como en publicaciones impresas (revista Posdata, La República).
Luego de formar parte de varios proyectos comunicativos se alejó de los medios, pero, confiesa con orgullo, siempre quedó atrapado por la lectura y la escritura siguió como pasión en busca de un detonante, es hecho aparentemente fortuito que activara la urgencia de salir a la caza de la palabra que enhebra relatos.
Historias al límite
“Perversión”, relata el autor, es una forma de llevar algo que podría interpretarse como trivial, mundano, a un estado límite, hasta la frontera de lo posible, donde confluyen lo real y lo fantástico con dosis maravillosamente inexplicables.
A través de los relatos de este libro “exploré la fragilidad del ser humano y sus facetas más oscuras; aunque esas historias son inquietantes, narradas con muchos recursos que vienen del cómic -una de mis pasiones-, de las novelas gráficas, que confluyen con lecturas de autores como Edgard Allan Poe, evité en todo momento el golpe sensacionalista. En estas historias lo humano se expone sin vueltas, desnudo, con todas sus luces y sus sombras”.
La idea, sigue Gustavo, “era justamente extremar, extremar, llevar a que el lector piense que está pasando algo y después cambiarle la pisada”.