Raúl, el Flaco Castro presenta Tintabrava y el Bandón Murguero en la Sala Zitarrosa del 3 al 25 de febrero. Nos propone una recorrida por las últimas cinco décadas del cancionero popular, al que aportó y donde crecieron y volaron tantas canciones y tanta música. Es una invitación a ser parte y celebrar la música, junto a Tintabrava el hombre que quiere hacer cantar al mundo con sus versos. Caras y Caretas conversó con el Flaco Castro una nochecita montevideana en la Zitarrosa.
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La historia de Tintabrava es también la nuestra. Es el Uruguay de los 60, el fútbol, los Beatles, el barrio y la murga. Es la militancia estudiantil y los veranos, en un balneario cerquita nomás, Solymar. Es el territorio de la niñez, los grandes amigos y los primeros amores. Pero es esencialmente la Cara pintada arriba de un tablado y el pisar el pedregullo del disfrute inigualable en el Teatro de Verano.
Cuenta la leyenda que Tintabrava surgió de casualidad, nomás, una tardecita de febrero donde el viento sube del mar y acaricia la esquina de Ciudadela y Soriano. Ese día el boliche bosteza la tarde. Adentro los integrantes de Falta y Resto esperan con ansiedad al letrista. Eran años difíciles de dictadura y un rato antes, Raúl, el Flaco para sus amigos había cruzado al local donde funciona la comisión de censura a la vuelta del Teatro Solís. Había ido a buscar los textos que podían o no cantar. Esta vez el Flaco, cosa rara en él, había presentado todo en tiempo y forma. Dos murgueros de ley Hugo y Ovidio, solidarios, decidieron acompañarlo a la cita.
La respuesta no fue la esperada, o sí, que se yo. La cosa estaba difícil y la censura no perdonó. Volvieron al boliche muy desanimados, las caras lo decían todo. Fue así que un parroquiano del boliche, el Milonga, rompió el silencio general y le dijo “que querés Flaco cómo no te van a censurar si andas con las Tinta Brava”. A los dos días, ya repuesto del cimbronazo llevó la letra corregida y zafaron.
Ya con los textos aprobados el Flaco fue a registrarlos a Agadu, entre papeleo y papeleo así como de casualidad surge la pregunta definitoria: ¿seudónimo? Los letristas de carnaval se ponen siempre un seudónimo a la hora de registrarlas. Casi sin pensarlo apareció en el primer plano de su memoria la cara del entrañable Milonga y respondí seguro y con voz fuerte. Tintabrava…
Nos cuenta el Flaco que Tinta Brava y el Bandón Murguero es una invitación a ser parte y celebrar la música, con la misma emoción de siempre en cada estrofa. Este espectáculo que nació en una reunión con sus amigos de siempre, los del Maeso, con quienes comparte la vida hace mas de 50 años, le tiraron la idea y se pusieron la camiseta para sacarla adelante. Busca poner en valor la canción popular uruguaya, esas canciones de la esperanza que un día se volvieron himnos populares anónimos.
Es también un homenaje, nos dice, a los artistas que hicieron grandes esas letras de Tintabrava. Pretende a su vez, nos cuenta el Flaco, ser un homenaje de Tintabrava a todas y todos nuestros músicos populares. El Choncho, Julián, Jaime, Pitufo, y todos los artistas que alguna vez se subieron al tablado y vivirán allí para siempre.
Tintabrava y el Bandón Murguero “es también un espectáculo único de murga de cámara -dice Raúl Castro- por sus nuevas formas de acompañar y arreglar las canciones. Estará acompañado por un Staff de jóvenes artistas. Andrés Lazaroff, Sebastián Rey, Diego Rodríguez, Verónica Rumbo, Lucía Hazi, Bruno Bukoviner, Leandro Castro, Johanna Duarte y la presencia esencial de Orlando Mono da Costa y la inteligente puesta en escena de Nacho Cardozo.
Tintabrava y el Bandón Murguero es un repaso a 50 años de la historia del Tablado y la Música Popular que nos invita a disfrutar la fusión de música a de cámara con platillo bombo y redoblante y escuchar la voz solista de la joven Johana Duarte que se las trae.
Amigo lindo del alma, como canta Mateo, es la mejor definición que encuentra el Flaco para hablar del Orlando Da Costa, el que se transforma primero en el Mono y para muchos es el Viruta. Ese borracho entrañable, el mejor escrachador que tuvo el Río de la Plata, que de tan anarco que era, nació en un boliche del puerto.
Con el paso de los años se han convertido en inseparables, un flaco de la Mendiola y un botija del Cerro, que nos han regalado diferentes personajes siempre con austera dinámica de cómicos de Vodevil de los años 40 apoyados en el canto de la Falta. En este espectáculo el Mono hace de las suyas y nos regala un delicioso arquero de cuarta al que le clavan en el ángulo un imparable penal.
Este emoción que trasmite Tintabrava hilo conductor del espectáculo, paradito en el medio del escenario cual maestro de ceremonia nos dice mucho de ese hombre que quiere hacer cantar al mundo con sus versos y de ese Flaco Castro que se despidió diciéndonos, extraño el tablado, yo no me voy a ir sin subirme otra vez a un tablado con la Falta o sin la Falta pero con el corazón.