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Cultura | biblioteca | libros | participación ciudadana

Biblioteca Morosoli

Una biblioteca popular, autónoma y comunitaria

La Biblioteca Juan José Morosoli tiene nueva sede en la Plaza Seregni, tras 30 años de trabajo de vecinas y vecinos para sostener este proyecto comunitario.

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Graziela González formó parte de un grupo de personas que tuvieron "la misma visión y vocación" para impulsar el proyecto de una biblioteca popular en 1993. González es maestra, licenciada en educación y una de las fundadoras de la biblioteca popular Juan José Morosoli, junto con Susana Stilo y Nelly Couste. La biblioteca nació en el marco de la creación de los concejos vecinales y el concepto de participación ciudadana que impulsó Tabaré Vázquez en su primer período como intendente de Montevideo.

En septiembre de 2022 la biblioteca Morosoli se mudó a una nueva sede (proyecto del arquitecto Carlos Pascual), en la plaza Líber Seregni, tras décadas de trabajo de vecinas y vecinos de la zona de Cordón Norte y el concejo vecinal 2 que sostuvieron la utopía con esfuerzo, dedicación y alegría.

"A mí me pendió la idea porque me interesan mucho los libros", relató González a Caras y Caretas, "no teníamos local, teníamos la idea y empezamos a reunirnos, hasta que se consigue una habitación vacía del centro comunal, sin luz, la usaban para dejar materiales. La limpiamos, pusimos luz y empezamos a trabajar por la biblioteca".

El nombre lo sugirió Élida Martínez, oriunda de Minas, y les pareció "acertado porque todos los docentes hemos trabajado con Morosoli, es un escritor que a través de una literatura sencilla pero profunda transmite valores, dignifica a los humildes; son personajes que hacen lo que hacen bien y con alegría, aportan a la sociedad. Nosotros hicimos todo lo que pudimos con alegría y recibimos el mensaje que transmite la literatura de Morosoli".

Sobre los inicios González aseguró que empezaron "prácticamente sin nada, con nuestros libros y lo que conseguimos en editoriales abrimos la biblioteca. Cuando yo me fui después de 17 años teníamos 17.000 libros clasificados. La biblioteca tuvo una gran repercusión porque logramos que el barrio nos apoyara, que la gente nos apoyara; hacíamos charlas con escritores, lográbamos hacer festejo de la biblioteca cada fin de año".

Clarisa Tutor, presidenta del Concejo Vecinal 2, integrante del departamento de cultura de ese ente y parte del grupo de Amigos de la Biblioteca Morosoli desde hace décadas, dijo a Caras y Caretas que en los inicios los vecinos y vecinas se fueron acercando a la biblioteca y que "la comisión de cultura del concejo vecinal siempre estuvo integrada al trabajo en la biblioteca, sintiéndonos parte". A través del trabajo articulado entre la sociedad civil y el gobierno local la biblioteca se mantuvo funcionando y creció con los años.

Tutor destacó la importancia de la política de participación ciudadana, que convirtió al barrio en un agente activo, que distinguió del trabajo voluntario: "Participación ciudadana es democracia participativa, que tengamos responsabilidad, que tengamos que poner mente y cuerpo, decidir, pensar, crear. La democracia participativa tiene que estar organizada".

González, por su parte, destacó las actividades que realizaron desde la biblioteca "gestionadas por vecinos, con aportes de vecinos que se sumaban a las tareas", como viajes con lectoras y lectores, paseos por pequeñas bibliotecas de Montevideo, charlas con escritores. Recordó que a veces iban niños y adolescentes a clasificar libros, y que un señor mayor una vez les preguntó cómo podía ayudar, le dijeron que había que recuperar libros de gente que se los había llevado y no los había devuelto y él se dedicó a caminar por Montevideo buscando y rescatando libros.

La biblioteca popular funcionaba así, a pulmón. "Yo me traía los libros a casa para leerlos, para ver si tenían valor literario, para saber dónde los ponía. Tenías que saber qué decía el libro", recordó una de las fundadoras. Trabajo que hacían, además, sin computadora. "Trabajábamos mucho con niños y adolescentes, que venían a que los ayudáramos a preparar exámenes".

Para que una biblioteca sea un espacio vivo "la tenés que convertir en un centro cultural donde vayan los niños, vayan escritores", dijo González, para quien "el libro es insustituible". La Morosoli "tiene una historia muy rica, dejamos mucho, recibimos mucho, fue un ida y vuelta".

Señaló también que ahora que la biblioteca va a estar atendida por un bibliotecólogo, con horario fijo, con determinadas tareas, "tienen que trabajar para que sea popular". ¿Qué hace a una biblioteca popular? "Cumplir una función en la comunidad; atender a los distintos sectores, las inquietudes de la gente y promover actividades. Tiene que tener gente que trabaje con la gente. Hay una cantidad de actividades que se pueden y deben hacer para que siga siendo popular. Proponer, que los vecinos propongan. Que trascienda, que la gente la sienta suya, que dé y reciba".

Una vez, recordó la fundadora, vino una persona tras décadas en el exilio que tenía que realizar un trabajo sobre iniciativas sociales. Llegó al centro comunal y le dijeron "ahí abajo hay una señora con una biblioteca que hace lo que quiere". González contó esta anécdota y se rio. "Esa fue la mejor definición. Nosotros no le pedimos permiso a nadie, organizábamos las actividades y marchaban. La comisión de cultura del centro vecinal siempre nos apoyó, cuando teníamos alguna cosa especial hablábamos con Gonzalo Carámbula, a medida que íbamos trabajando organizábamos actividades".

En ese entonces la biblioteca funcionaba en un subsuelo. Tutor repasó la historia: la primera sede fue en Eduardo Víctor Haedo 2046; a los quince años la tuvieron que mudar al subsuelo de la casa de salubridad, que estaba en el mismo predio; años más tarde nuevamente la movieron, esa vez a un local sobre la calle Requena, "reducido, con muchísimos problemas edilicios, goteras, se cayó el techo arriba de los libros en 2021".

En 2011 había planes de que la biblioteca se mudara a la Casa del Vecino, en la plaza Seregni, pero el plan no se concretó. Cuando inició la administración de la alcaldesa Silvana Pissano en el municipio B, uno de los primeros planteos que le hicieron desde el concejo vecinal, contó Tutor, fue la necesidad de concretar el proyecto de la biblioteca en la Seregni. En septiembre de este año se inauguró la nueva sede, que está integrada al espacio "al lado de los ombúes donde hay una leyenda de Líber Seregni con un fragmento de una carta que él le escribió a su compañera estando en prisión, donde le dice que se siente como un ombú que se renueva y tiene fuerza", en palabras de Tutor.

Cultura comunitaria en los barrios

Pissano dio un discurso durante la inauguración de la nueva sede de la biblioteca popular Morosoli en el que se preguntó "¿qué es una biblioteca sino el lugar donde empezamos el viaje hacia otros mundos? Los libros nos hacen vivir la otredad, habitar otras pieles, indignarnos, comprender, nos enseñan a ser más empáticos".

La alcaldesa del municipio B habló de "ensanchar el poder, me refiero por ejemplo al modelo de gestión asociada con que llevaremos adelante este espacio, entre el Municipio, el Concejo Vecinal 2 y la comunidad de la Biblioteca. Esta es una definición muy importante para mi, el punto más alto de nuestra forma de hacer política es transferir poder, respetar la autonomía, poner en valor el lugar de la comunidad a la hora de hacer ciudad y de tomar decisiones sobre el entorno".

Se refirió a la biblioteca como "un nuevo foco de la cultura comunitaria en los barrios" para el que deseó "diálogo, escucha, encuentro".

Desde el municipio informaron a Caras y Caretas que el proyecto será, en el inicio, una biblioteca, pero se proyecta que se convierta en un espacio cultural para vecinas y vecinos en el que se realicen presentaciones de libros, tertulias y encuentros.

La Biblioteca Popular Juan José Morosoli (Eduardo Víctor Hadero y Joaquín Requena) abre sus puertas al público de lunes a viernes de 14 a 18 horas.

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