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Cultura | Vera Sienra | sentir | arte

La voz y la poesía en presente

Vera Sienra, el sentir perdurable

El domingo 4 de junio Vera Sienra se presentará en la Sala Zitarrosa con su espectáculo "En presente", en el que repasará canciones de todas sus décadas.

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Llegar a la casa de Vera Sienra es adentrarse en un bosque de cuento de hadas en medio de la ciudad. Unos metros más atrás, apenas, Punta Carretas se levanta con todo el poder explosivo de su cemento. Pero desde el refugio poblado de plantas y pájaros eso no se ve. Ni se escucha. El espacio resistió los cambios urbanísticos y se transformó en un refugio a pocos metros de la rambla, ruidosa y atestada a las tres de la tarde.

Dentro, la casa es igual de acogedora. La estufa a leña está prendida, hay cuadros en casi todas las paredes y ventanas iluminadas por el sol. Vera (75) está sentada a la mesa enrollando cigarrillos de artemisa. La charla la traslada a un sillón cercano al fuego.

Aprendió pintura, canto y guitarra de manera autodidacta. Su carrera incluye once discos, una decena de exposiciones en Uruguay y en el exterior, columnas y programas de radio, participaciones en televisión y poemarios.

Vera creció en un hogar de puertas abiertas, rodeada e influenciada por artistas de diversas índoles. "Los otros me importaron siempre. Me sentía contentísima de que los otros quisieran estar conmigo, hubiera sido una niña muy triste si no hubiera tenido esa oportunidad", relata.

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La naturaleza salvaje de su casa, la misma en la que vive ahora, marcó su espíritu: "Este lugar era muy atractivo. Nuestro jardín tenía unas partecitas así de pastito cortado y lo demás era una selva, pasaba un cañaveral por acá. Tenías la costa. Hoy yo me levanto de mañana, miro hacia afuera y el ánimo se prepara a decir 'yo tengo que estar bien, hay buen sol, los pajaritos'. La naturaleza es clave para componer, para estar en paz".

Este predio y este barrio son para ella referentes. Punta Carretas "tiene mucho misterio", relata, "por la simbología que tiene: faro, cárcel, parroquia, astillero había cuando era chica, pescadores, chalanas, el museo Zorrilla, cosas que la infancia no puede olvidar de ninguna manera. La naturaleza te habla de sus misterios si estás atenta".

Vera mira con atención, con certeza. Posa sus ojos en los de sus interlocutores antes de hablar. A veces, cuando las palabras parecen brotar desde lo más hondo, susurra. Es cálida, se reclina hacia adelante con el ímpetu de su discurso.

Corrientes

"Cierta magia de lo transparente/da en el agua/fluyen/fluyen los sentimientos" canta Vera en un miniconcierto íntimo. Así comienza "Fluyen sentimientos", una canción que compuso sentada en un muelle que visita desde niña, influida por el brillo del sol sobre esa combinación de río y mar. La necesidad de conservar esa melodía la levantó y la llevó hasta su casa tarareando. "Eso fue el agua, el agua es algo maravilloso", reconoce.

—La forma más hermosa de la muerte, según Benedetti.

—Eternidad, amplitud, inmensidad. Hoy te dice una cosa, mañana otra, pasado, otra. Siento gran respeto por el mar.

VERA SIENRA - ''Fluyen Sentimientos'' (HD) - Autores En Vivo // Ciclo 4

Como mar en constante movimiento, Vera se ha acercado y alejado de la esfera pública. "Tuve que tener una convicción interior para salir, porque no hay intereses de otra clase. Tenés que ver si sentís que se justifica que vas a moverte. Mi necesidad de cantar fue esa. Dije '¿cuánto me queda para poder cantar, cuántos años voy a tener para despedirme, para estar con los otros, para colaborar un poco en una visión más humanista de la vida?' Sentir, sentir, sentir, hacer un tránsito por los sentimientos. Era bueno para mí y para los otros", explica.

Durante catorce años estuvo, para los otros, en silencio. "Fue mi hija", dice, interceptando enseguida la pregunta, "fue un cambio muy grande y por ser madre veterana fue la contención que le hice a mi hija dejar lo demás, ni lo pensé".

—¿Seguiste creando en el mundo íntimo?

—Los primeros años no; toda mi creación estaba ahí y todo lo creativo estaba en el estar con ella. Después de cinco o seis años sí, más pintando, más silencioso el asunto.

—¿Son diferentes tus procesos para pintar y para escribir?

—Ninguno es para mí racional. Cuando vos empezás a hacer una canción estás muy metida en tu pecho. La pintura te exige mucho más porque necesita que estés, le pongas el color, le armes la cosa, te lleva a un silencio ajeno a los demás. Los demás se tienen que ir. Es muy solitaria y muy exigente. En cambio conmigo la canción nunca fue exigente. Me acercaba, surgía una frase y seguía el resto, todo como una caricia. Crear las canciones es un estado del alma como una caricia.

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El reino del arte

Al escuchar a Vera hablar sobre arte queda claro que tiene una verdad que no es pedante ni ambiciosa, no tiene aires de enseñanza universal: es auténticamente suya.

"Lo más importante no es definir al arte, sino el sentimiento artístico, la sensibilidad artística, que entra por el portal de la naturaleza. La fantasía que se abre, la vida, las formas, todo lo que te sorprende, el color. La cosa, en estas épocas hay que aclararlo bien, es el sentimiento artístico. El arte es tan importante para el que lo disfruta como para el que lo hace. En el fondo del alma es lo mismo", asegura.

A la hora de crear "lo primero es que haya una orientación interior, de ahí nadie te mueve. Vos sos la que dirige la cosa. El arte no está solo para que gocemos de él, es un reino que hay que cuidar, es un mediador entre el cielo y la tierra, entre las épocas. Prefiero la seriedad en el arte, no solamente el goce. Me revienta la caída estrepitosa de la vida artística porque es la caída estrepitosa de la sensibilidad humana".

Vera tuvo la oportunidad de irse de Uruguay cuando obtuvo el primer premio en el Festival Hispanoamericano de la Canción en Venezuela, en 1973, pero decidió volver porque "no le veía sentido a estar en otro lugar", aunque piensa que "tenés que irte si tu camino es vivir del arte, acá somos muchos y es difícil hacer plata a través del arte".

Al repasar su propio camino, que la llevó por diferentes sitios, sobre y debajo del escenario, Vera confiesa: "No puedo ser ejemplo ni de éxitos ni de triunfos ni de asuntos profesionales, fui profesional taller hacia adentro, no me moví taller hacia afuera. Hay que saber hacerlo, hay que preocuparse. Yo nunca tuve carne para hacer eso, ni un manager, ni un productor; no apareció. La vida te va llevando".

Para Vera la honestidad interna es esencial, respetar el impulso creativo que lleva a cada persona por su propio camino. "¿Y si tenés un don y no hacés nada? ¿Qué hiciste con el reino del arte? Es una cuestión interior de consciencia. Y también te podés equivocar, una va por la vida a tientas, todos metemos la pata", dice con seguridad.

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"En presente"

El domingo 4 de junio, a las 19 horas, Vera Sienra tocará en la Sala Zitarrosa canciones de todas sus décadas, la mayoría documentos de un disco que no cantó jamás en público, acompañada por artistas con quienes comparte una "concepción de la vida, un estado del alma que dice que el espíritu es real".

Hay canciones que, por más que hayan pasado los años, tienen "vigencia total" porque "cuando lográs acercarte al sentir perdurable esa canción perdura".

"No me dejes ir" (incluida en Vera, disco de 1972) abre el repertorio "porque en nuestra época la sensibilidad pasa por eso". Vera cierra los ojos y canta: "Por necesidad/por desolación/por felicidad/por la indecisión/por la vida misma/por la misma fe/no me dejes ir/no te dejaré./La inseguridad/la insatisfacción/habrá que dejar esa sensación/por la vida misma/por la misma fe/no me dejes ir/no te dejaré./Otro año/otro invierno/otras ganas de estar/con las cosas queridas/con la casa y el mar/tener nuevos encuentros/con la misma verdad/tener tiempo y descanso de tanto pesar./Otro fuego encendido/otras ganas de hablar/con los otros, conmigo/con la vida y en paz./Aprender cada día/otro año, otra vez/veinticuatro silencios/hasta el amanecer".

No Me Dejes Ir

Las canciones del repertorio "se van cosiendo, hay algo que va llevando a la otra, y se van abriendo los sentimientos". El proceso de armado se da "corazón arriba, como dice Mocchi. De una manera misteriosa hay una línea de destino conductora que te va llevando sin que te des cuenta".

Para este encuentro ensayan cada jueves en "reuniones cardíacas" en las que se pone en juego mucho más que el repaso técnico del material. "Cuando buscás una conversación hay que estar atentos, necesitás que estén en vela, si no no pasa nada", afirma con convicción.

Este concierto, el segundo de un ciclo que comenzó en agosto de 2022, es "un riesgo" que la artista toma con "la esperanza y el deseo de que sea un buen diálogo". Y aunque asegure que "no es lo mismo tener 75 años que 30" a la hora de arriesgarse, al hablar con ella queda claro que su interés por el mundo, por el arte y por los otros está intacto. "Soy una contemporánea hasta que me muera", dice con una sonrisa.

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