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Argentina |

Todo es secreto hasta un día

Documentos de la SIDE: entre el terror y la persecución sistemática

El presidente argentino, Alberto Fernández, hizo entrega a la Secretaría de Derechos Humanos, de las fichas que eran parte de las colecciones de informaciones de inteligencia de la SIDE durante la dictadura. Entre los documentos se encuentran una serie de revelaciones sobre el accionar de la agencia de inteligencia, en particular, se destacan los informes que tenían como objeto de observación a las Madres de Mayo.

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El pasado jueves, el presidente argentino, Alberto Fernández, hizo entrega a la Secretaría de Derechos Humanos, de las fichas que eran parte de las colecciones de informaciones de inteligencia de la SIDE durante la dictadura.

Entre los documentos, informó Página 12, se encuentran una serie de revelaciones sobre el accionar de la agencia de inteligencia, en particular, se destacan los informes que tenían como objeto de observación a las Madres de Mayo.

“En el espectro conformado por las OOSS (Organizaciones de Solidaridad) Madres de Plaza de Mayo ha ido adquiriendo –a partir de 1977— una gravitación creciente, hasta alcanzar a final del año 1982, ser considerada la entidad más influyente y conocida merced a una serie de características: han explotado las emociones y sentimientos asociados a la imagen de la madre desamparada y perseguida por los poderes del Estado”, concluye un Informe Especial de la Agencia de Inteligencia referido a las Madres y que tiene como fecha de elaboración febrero de 1983.

Las carpetas entregadas, afirma el medio de prensa argentino, son apenas una parte de la información contenida en el archivo histórico de la SIDE y que hoy, gracias a la gestión de Cristina Caamaño en la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) está siendo recuperado y analizado.

“El archivo está formado por más de 250 mil fichas de antecedentes microfilmadas que están guardadas en tres muebles de chapa con estantes móviles y más de 700 cajas de documentos” consigna Página 12 y agrega que actualmente se estarían “relevando los legajos de los agentes, los libros de las juntas de calificaciones, los escalafones, castigos, licencias, enfermedades y destinos, las órdenes del día (públicas, reservadas o secretas) y las resoluciones internas de la agencia”.

El archivo de la AFI, contiene información desde la creación del organismo en 1946 hasta diciembre de 1985, fecha en que se dictara sentencia en el llamado juicio de las juntas.

La información allí colectada, pudiera servir no sólo como prueba en las causas que investigan delitos de la época, sino que, revelan, además, de forma documentada, las tácticas y modalidades de acción, adoptadas en el trabajo de penetración de la agencia de Inteligencia en las organizaciones sociales, políticas, gremiales y de derechos humanos y del espionaje y seguimiento a cientos de miles de personas.

“La información todavía se está analizando en la AFI”, señala el medio de prensa que agrega, “no hay que esperar que se encuentre una lista de desaparecidos, ni el destino de sus cuerpos o de los niños apropiados. Aunque un entrecruzamiento de legajos y documentación administrativa puede contribuir con revelaciones sobre detalles, partícipes y responsables de operativos represivos y otros hechos importantes”.

Tal y como ha sucedido en nuestro país, con los archivos de inteligencia recuperados después del primer gobierno del Frente Amplio, abundan entre los documentos de la SIDE “partes de seguimientos, información que surge de publicaciones de diarios y revistas, pedidos o informes de antecedentes”, esta tipología de información muestra una modalidad del trabajo de Inteligencia, que combina técnicas secretas de recolección de información y técnicas públicas, o como se le conoce en la jerga de la Inteligencia: el análisis de fuentes públicas.

En algunos de los reportes se destacan las tareas de penetración “en las agrupaciones” y en ellas se observa, el detallismo del trabajo realizado ya que describen “detalles de conversaciones y reuniones privadas”.

Las informaciones, derivadas en informes de Inteligencia, contemplan el uso de otra modalidad secreta del trabajo de estas agencias: la interceptación de correspondencia de aquellos a quienes se consideraba “un objetivo de interés”.

Más allá de la abundante información sobre organizaciones argentinas y en especial, sobre las Madres y sus acciones de protesta, los documentos incluyen algunas referencias a nuestro país.

Por ejemplo, un parte de la agencia de fecha 4 de enero de 1983, “informaba que un grupo de doce personas de nacionalidad uruguaya habían informado ante el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH) la desaparición de 120 jóvenes uruguayos en la Argentina”.

Con relación a esta denuncia, señala Página 12, “el espía, a cargo de la confección del informe, analizaba tres agravantes en la situación. Por un lado, que muchos de los secuestrados estaban bajo tutela del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Por otro lado, que denunciaban que los secuestros se habían hecho con participación de las fuerzas uruguayas y, por último, que “el caso de los niños Anatole y Eva Julien, desaparecidos en Argentina (Buenos Aires) y hallados en Chile demostraría la violación de fronteras”.

La “preocupación” de la SIDE en 1983, sobre la suerte de ciudadanos uruguayos y de otros países, articulaba el trabajo del denominado Grupo de Tareas 5, que dirigía toda su capacidad operativa para la detección y persecución de militantes de otros países y muestra, además, lo que ha sido afirmado una y otra vez: la sistemática y articulada coordinación entre los servicios de Inteligencia de los países que desarrollaron y sostuvieron el Plan Cóndor.

La centralidad de la SIDE en este proceso, no está en discusión, ya que fue la encargada de dirigir, al menos desde 1976, el centro clandestino de detención conocido como Automotores Orletti, considerado el principal centro de detención del Plan Cóndor en Argentina.

Fue, justamente en este siniestro centro de operaciones, recuerda Página 12, donde estuvieron secuestrados los hermanitos Julien Grisonas junto con su mamá Victoria Lucía Grisonas”.

Además de los represores argentinos que fueran juzgados en 2016, por los secuestros y tormentos de los hermanitos Julien, se procesó y sentenció al represor uruguayo, coronel (R) Manuel Cordero Piacentini.

Cordero había sido extraditado desde Brasil a la Argentina a finales de enero de 2010.

El 27 de mayo de 2016, la justicia argentina condenó al último presidente de facto argentino Reynaldo Bignone y a otros 14 exmilitares por la desaparición de más de un centenar de personas en el marco de la represión coordinada entre las dictaduras sudamericanas conocida como Plan Cóndor.

Entre los condenados, se hallaba Manuel Cordero Piacentini quien recibió una condena de 25 años por la privación ilegítima de la libertad del hijo y la nuera del poeta uruguayo Juan Gelman.

María Claudia García Iruretagoyena y Marcelo Gelman, fueron secuestrados en Buenos Aires y confinados en el centro clandestino de detención «Automotores Orletti».

Una investigación seguida en otro de los juicios por los crímenes de las dictaduras en el Cono Sur, permitió conocer que Marcelo Gelman fue asesinado de un tiro en la nuca y su cuerpo escondido dentro de un tambor relleno con cemento y arena.

Sus restos pudieron ser identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense en 1989.

De María Claudia García Iruretagoyena, se conoce que, embarazada de siete meses, fue trasladada a nuestro país, donde dio a luz a una niña que le fue arrebatada.

Su hija Macarena Gelman, logró recuperar su identidad en el año 2000, pero su madre aún permanece desaparecida.

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